¡La revolución de los idiotas, así de simple, maldito socialismo!
El presidente de un país no puede ser un sinvergüenza, un degenerado o un cuatrero emocional porque, entre muchas razones, su puesto es un cargo público y debe respeto y transparencia a quienes lo eligen y pagan su salario. Un presidente es, en esencia, un funcionario, servidor de su pueblo, sujeto al escrutinio de los … Leer más