El cimarrón tira pa’l monte y el cubano se va al exilio…




La libertad de pensar, de soñar, de querer, de reír, de llorar, de gritar, de caerse y levantarse, de amar a quien uno quiere, de comer, de hacer dietas, de abrazar, de crear, de disentir, de jugar, de dormir, de trabajar, de mudarse, de burlarse y hasta de joder es tan necesaria que históricamente los seres humanos han hecho hasta lo imposible por tal de alcanzarla, aun a costa de su propia vida.
Yo digo que la libertad es un concepto muy personal. Existen tantas formas de “libertad” como tantos seres humanos quieran alcanzarla. La libertad es la disposición que tiene cada hombre o mujer para vivir la vida que le ha tocado e interactuar con ella, transformarla, cambiarla y sentirla. La libertad más que todo es un estado mental que se logra rompiendo las cadenas que nos atan al tedio, a la inercia, a la rutina, al desamor, a los miedos, al odio, al rencor, a la envidia, a las croquetas de subproductos y a la desesperación. Hay que tener los ojos bien abiertos, muchas ganas de querer y la conciencia de saber alcanzar nuestras metas sin dañar a los demás, solo así podremos empezar a ser libres.
El problema es que a nosotros los cubanos nos tergiversaron, mal fundieron, camuflaron y trastocaron el concepto de libertad por el ridículo panfleto de: Cuba jamás será colonia de los americanos.
Me explico: Para el castrismo, y esto fue lo que pretendieron inculcarnos a todos durante más de 58 años, la libertad es sencillamente que los Estados Unidos no se “apoderen” de Cuba. Según estos “albondigones” de la mala suerte los cubanos somos un pueblo “libre” porque el imperio del Norte no nos ha podido “doblegar”, no nos ha podido “derrotar” y no nos ha podido “vencer”.
Hay que ser muy, pero muy, pero muy recomemierda en esta vida, y en cualquier otra, para convertir algo tan bello, tan fundamental y tan necesario como la libertad de un pueblo en un concepto tan simplista, tan barriotero, tan patriotero, tan estúpido y tan gelatinoso como esa alpargata ideológica de la “invencibilidad” de la revolución.
Algunos me pondrán de ejemplo el antiimperialismo de José Martí y sus notables referencias a “las entrañas del monstruo”. Y es cierto, nuestro Apóstol, un hombre extraordinario, el amante perfecto de la libertad de Cuba, nos alertó con sabia pasión de las intenciones expansionistas de nuestro poderoso vecino del Norte.
Pasa que el imperialismo norteamericano de finales del siglo XIX, el que juzgó Martí con sus propios ojos, difiere muchísimo del que nos vendió el castrismo como el enemigo público número uno de Cuba y de los cubanos, enemigo por el cual tuvimos que cavar enormes e interminables trincheras de piedras y de ideas, a veces pienso cómo los cubanos no nos caímos de uno en fondo en todos esos huecos y tropezamos con esos interminables discursos y no nos partimos la siquitrilla y las entendederas. Tan es así que el odio al invasor, al inexistente invasor de nuestros últimos 60 años, terminó por darnos a todos un asco del carajo y a querer salir corriendo pa’allí, a donde el enemigo, en lo que fuera, en bandadas, a “donde las aguas son más salobres”.
Al final los cubanos nos convertimos en los cimarrones del Siglo XX. Fue tanto el látigo del mayoral que recibimos, fue tanto “el cepo y la tortura”, fueron tantas las cadenas que nos obligaron a cargar y a arrastrar y fue tanta la sed que nos hicieron pasar que decidimos cagarnos literalmente en esa “libertad” castrista y lanzarnos hacia lo desconocido porque, y esta es la verdad más grande que existe, nada puede ser más asfixiante que la mierda de vida que nos ofreció, nos vendió y nos impuso esa fatídica revolución de los Castro.
Y yo insisto en que la principal y más importante libertad que existe es la del individuo. Un hombre es libre cuando tiene la capacidad de decidir sobre su propia vida sin que doctrinas, ideologías, políticas y leyes le marquen el rumbo o le impongan cómo pensar y qué decir.
Si lo analizamos bien el castrismo lo único que hace es castrar, silenciar, secuestrar y prohibir la libertad a todos los cubanos. En Cuba nadie es libre. La sofisticada maquinaria de represión y vigilancia de la dictadura castrista se ha diseminado de tal forma por todos los estratos de la sociedad cubana que el cubano de hoy, para poner un solo ejemplo, puede gritar a todo pulmón, sin que nada le pase, “yo soy Fidel”, pero tiene que decir bajito, muy bajito, “que hambre tengo cojones…”, un susurro con el que tiene que atragantarse todos los días porque si alguien lo escucha… yo no quiero ni imaginarme…
Ricardo Santiago.




3 comentarios en «El cimarrón tira pa’l monte y el cubano se va al exilio…»

  1. Sabes no se porque pierdo tiempo contigo lo que haces no tiene perdon te engañas hasta tu mismo para poder hacer un tema podrido cada dos o tres dias parece que alguien te paga bien otra explicacion no tiene no hay conviccion posible que genere tanto odio ciego y furibundo eres un gran manipulador de ahi a mas tu merito no pasa, no se te puede llamar luchador a no ser «luchador» o sea del dolar como se le llama a los que lucran con el sacrificio ajeno engañando a todos en todo aunque esto solo es posible para gente ilusa y poco ilustrada con una realidad pujante de 58 años como la de Cuba que si bien es cierto que ha resistido a todo tampoco ha dejado de ser libre en el mas extenso sentido de la palabra.. si tu eres libre pero no puedes ni tu ni nadie en el capitalismo ser libre sin el dinero en el bolsillo y aqui en Cuba apreciamos la libertad y todos no emigran de hecho la mayoria no emigra y el que emigra no habla necesariamente mal de su pais y de verdad la mayoria de los cubanos no tendria el mas minimo respeto por ti porque eres un manipulador de la verdad y un sr agrio y frustrado que no ofrece nada bueno asi que por aca no te necesita nadie solo sigue alimentando tu ego y ve como no te falta dinero en tu bolsillo porque el dia que dejes de tener dinero ni amigos, ni casa, ni carro y la llamada «libertad» se acabo y empieza el abandono y la calle piensalo…..

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