El diversionismo ideológico: la “espada de Castro” sobre los cubanos.

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Yo recuerdo que en mi época de estudiante, en la secundaria, pre-universitario e incluso en la universidad que te acusaran de diversionismo ideológico era peor a que te mentaran la madre o te gritaran “tarrú”, era como la espada de Damocles que pendía, amenazante, sobre todos los cubanos.
Diversionismo: Palabra transferida por el castrismo del léxico militar al ideológico, como diversionismo ideológico se define cualquier acción, concepto, idea, conversación o publicación considerada por el gobierno capaz de ‘confundir’ a la población y desviar la atención de las ‘masas’ (Ver) de las tareas e intereses de la revolución (Ver) y, por lo tanto, servir a los intereses del ‘enemigo’ (Ver), por lo que debe ser reprimido y castigado ejemplarmente. (Tomado del Diccionario del Castrismo Cotidiano).
Para un cubano la madre es sagrada y los tarros la más grave ofensa, pero ambos siempre lo resolvimos con tres o cuatro trompadas y “a quitarse la picazón”. Así de simple o un poco más complejo en dependencia del amor que sintamos por nuestra progenitora o la gravedad o las circunstancias del adulterio en cuestión.
Pero el diversionismo ideológico era la sentencia más grave que podía colgar sobre cualquier mortal en nuestra amada tierra, el peor estigma, la más terrible calificación y el más “poderoso argumento” de los come-moringas para apartarte o silenciarte de la vida pública o de cualquiera de tus válidas y legítimas aspiraciones ciudadanas.
La lista de rasgos, actitudes, aptitudes, preferencias y formas de pensar o actuar por la que te podían acusar de “diversionismo” era enorme, por sólo citar algunos ejemplos diré: querer abandonar el país, mantener contacto con familiares que se habían ido al exterior, leer libros prohibidos por el gobierno (cualquier cantidad), tener un familiar “contrarrevolucionario”, escuchar a los Beatles o la “música del enemigo”, mascar chicle, usar ropa extranjera, tener el pelo largo los varones, apoyar a los “atletas o el deporte de los enemigos”, ser homosexual, decirle “bolos” a los rusos, etc., etc., etc., tengo que parar para no hacer la lista demasiado larga y ridícula.
Los come-moringas eran los únicos que podían hacer todo eso, ellos no eran acusados de nada porque “estaban probados” y demostrado su “amor y sacrificio por la Revolución”, y aun cuando les gustaba el whisky y se tragaban los jamones pata negra, eran los que se paraban frente al pueblo a gritar consignas y a “defendernos de los hijos de puta del norte”. ¡Vaya sacrificio!
¿Cuántos de nosotros crecimos temerosos de ser acusados de esta mierda? ¿Cuántos rabiamos por dentro por ver tamaña injusticia? ¿Cuántos de nosotros vimos a los ”hijos de papá” campear por su respeto y ser intocables? ¿Cuántos? ¿Cuántos? ¿Cuántos?
Recuerdo que estudiando en el Pre-universitario, en una escuela al campo, quisieron expulsar a un estudiante porque manifestó su preferencia sexual, es decir, salió del closet, “y los revolucionarios no podemos soportar semejante blandenguería y rezagos del capitalismo”, “a ver qué tiene que ver el culo con la partitura…” como diría mi amiga la cínica. Fue algo terrible, recuerdo la humillación pública a la que fue sometido y lo más horrible el silencio y la complicidad de todos nosotros, nos mantuvimos callados y no tuvimos cojones para enfrentar la injustica, para defenderlo y apoyarlo, para estar junto a él y no condenarlo por el simple hecho de que le gustasen los varones. Se fue de la escuela y nunca volvimos a verlo. Hoy me arrepiento de haber sido tan cobarde y tan mierda.
Este invento del comunismo de Fidel Castro impuso males terribles a Cuba, a nuestras generaciones, a la nación cubana, nos marcó el alma y la existencia con daños irreversibles e irreparables que aun hoy, después de mucho tiempo, nos siguen persiguiendo a donde quiera que vamos, la lista de los perjuicios sería larga, negra y grotesca, por esto debemos combatirlo, negarlo y desprestigiarlo con todas nuestras fuerzas y hasta las últimas consecuencias, a los Castros y su invento de Revolución, digo.
Nota: Perdónenme por el uso de algunas malas palabras…

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