¿Tú eres Fidel? ¿Tú estás seguro?

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Buscando una imagen para ilustrar mi artículo “Los taconazos desesperados de Raúl Castro” encontré esta y les juro que quedé impactado porque descubrí que estaba frente a la mejor manera de explicar qué es el comunismo, la revolución castro-comunista, la propaganda ideológica, el camarón solapado y la langosta prohibida.
Nunca en mi vida había visto nada tan espeluznantemente vomitivo, con perdón del párvulo que no tiene la culpa de nada, al menos hasta ahora. En defensa de la criatura diré que uno no escoge a sus padres.
Para empezar esto es abuso infantil, corrupción de menores y atentado a la educación, formación y desarrollo intelectual de un niño. Aquí hay trabajo serio para los sicólogos decentes de este mundo y los funcionarios honestos y defensores de los derechos de la infancia.
No hay justificación posible: ¿Es que nadie, con dos dedos de frente, pudo decirle a este pederasta que se bajara “eso” de los hombros?
Y no me digan que nadie lo vio o no se dio cuenta, todo el mundo en Cuba sabe que no hay mejor pie para el buen choteo (el cuero) que una imagen grotesca, caricaturesca y ridícula de cualquier “cosa”, mucho más si está implícita la figura del meteorito en jefe. Definitivamente a estos sujetos hay que tratarlos con minúsculas, están todos locos.
El abusador aquí presente tiene cara de ser un comunista adoctrinado a última hora, de los que se forman de corre-corre, yo digo que nadie en su sano juicio se presta para esto o utiliza a su hijo para tamaña malevolencia, a no ser que necesite méritos para que le den la “jabita revolucionaria”, que otorgan en los centros de trabajo, por chivatear o ensalzar al régimen castro-comunista, a dictaduras del proletariado suicida o a sus líderes siempre-eternos de café sin leche.
Pero volviendo al tema, estamos asistiendo a la degeneración del carácter nacional. Ahora la última moda en Cuba es “yo soy Fidel”. Donde quiera y en cualquier sitio estos mequetrefes pintan o se pintan este pictograma incomprensible, apocalíptico, degenerativo y sucio, porque a decir verdad no creo que exista otro diablo similar sobre la faz o en las mismisimas entrañas de la tierra. Hasta en la cara y con creyón de labios rojo bermellón se tatúan el “verso aquel” como si fueran putas festinadas y adoloridas, pareciera que el color del comunismo y la idolatría mortuoria van de la mano, junticos, parejita que se ve tan bonita, ¡hay papi ráscame la….! Definitivamente el mal en nuestra patria caló demasiado hondo. Asusta. Yo tiemblo.
Si hay algo a lo que temo de verdad es a la mediocridad y a la mendicidad moral de los hombres.
Dice mi amiga la cínica que estoy hablando boberías porque lo que lleva este sujeto sobre los hombros es una figura de cartón: “Sería un crimen de lesa humanidad someter a un niño a un martirio tan grande, obligarlo a soportar, con el perro calor que hay en Cuba, un uniforme de poliéster, una barbita postiza hecha con pelo de perros y tenerlo sin comer ni tomar agua durante tantas horas…”. Yo no se lo voy a discutir, cada cual tiene su propio punto de vista.
De cartón o real de lo que aquí se trata es de la manipulación de la inocencia. Esto es comunismo a pulso. Así de simple.
El gobierno prohibió, mediante ley soberana y sagrada, la utilización de la imagen de Fidel Castro en espacios públicos y bullangueros. Yo creo que la celestial ordenanza sólo se refiere al “face del fifo” y no al nombre, de ahí la caligrafía cagalitrosa “Yo soy Fidel” multiplicada, como melancólico panfleto, hasta en el alma de quienes quieren mantener “esa triste realidad”.
¿Por qué Raúl Castro no se hace el mismo dibujito en la cara? ¿Será que es alérgico al creyón de labios o le tiene asco?




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