La mafia “siciliana” de La Habana.

04df5aa4e01f7682b8b921921e733565

Con el permiso de los señores italianos pero: ¡Está bueno ya, llamemos a esa Revolución por su verdadero nombre y apellidos: mafia-militar-castro-comemoringa!
La maquinaria propagandística del régimen castrista siempre ha querido embaucar a los cubanos, y a los que no lo son, con sus muchos cuentos sobre su altruismo, su humildad, su sacrificio, dedicación y un montón de mierdas más que, cuando usted las analiza bien, es únicamente el pueblo, el pueblo humilde de Cuba, quien las ha cumplido desde el mismísimo 1 de Enero de 1959.
Los capos y su “padrino” no, esos nunca pasaron trabajo ni se sacrificaron, ni tuvieron que usar el transporte público, ni dejar de comerse el pan para dárselo a sus hijos, ni vivir hacinados en un apartamento en Alamar o un albergue para damnificados, ni hacer colas para comprar cualquier alimento o medicinas, ni atenderse en un hospital con pésimos servicios sanitarios, ni soportar la vigilancia de los comités, ni siquiera han tenido que soñar como nosotros, nada, no han tenido que hacer absolutamente nada porque se adueñaron y dispusieron de un país entero incluyendo a sus habitantes.
Fidel Castro hizo de todo para reafirmar y consolidar su poder (a la usanza siciliana) sin contemplaciones y sin que le temblara la mano: eliminó adversarios (fusilados, desaparecidos y cuantas formas existen de matar), concedió “favores” de todo tipo (carros, casas, puestos en el gobierno, etc., etc., etc.), utilizó el chantaje para comprometer opiniones (por ejemplo: nunca entendí como Ricardo Alarcón, un tipo inteligente, podía y quería hablar tanta mierda). Castro nunca perdonó a quienes se le opusieron o trataron de rectificarlo y cuando lo hizo después les cobró con creces, promovió a monigotes que sabia podía manejar a su antojo, se rodeó de sicarios siempre prestos a olerle el fondillo y apretar el gatillo y creó en torno a él un elaborado misticismo para mantener al mundo extasiado y temeroso de sus disparates.
Los Castros son una “familia”. Una auténtica familia de la Cosa Nostra pero en el Caribe, bajo el sol tropical, con sombrilla porque no les gusta estar morenos como nosotros, con una estructura de poder bien determinada y con sus sucesores en línea directa y todo, al mismísimo estilo de las familias de la lejana Italia o la cercana Nueva York.
A esa mafia-militar comemoringa nos enfrentamos los cubanos. Un duro y difícil reto. A una despiadada y embaucadora pandilla ávida de poder y de riquezas, controladora y dueña de todas las economías de la Republica, de todas las formas de represión, de los principales puestos administrativos y estratégicos en el gobierno y de cualquier toma de decisiones para tutelar o “dictar sentencias” para los cubanos.
Las nuevas relaciones con Estados Unidos les han abierto los ojos, las gargantas y los bolsillos. Están viendo los enormes beneficios que reporta la “industria de la amistad” y están presurosos en crear todo un entramado para favorecerse y aplicar la ley del embudo, por supuesto.
¿Dónde están las enormes ganancias de la industria asociada al turismo, las remesas provenientes del extranjero, la exportación de profesionales, la venta de los recursos nacionales, de la biotecnología, la industria farmacéutica, la industria de los servicios en divisas y hasta de la sangre de los cubanos? ¿Dónde?
Ahora el Ministerio de Transporte de los Estados Unidos acaba de autorizar que líneas aéreas norteamericanas vuelen a La Habana, es natural, elemental y democrático para cualquier país del mundo, pero y permítanme que insista, cada aeronave con bandera “enemiga” que aterrice en nuestra tierra traerá, entre turistas, familiares de visita, mercancías y demás, muchos dólares para estos mafiosos tropicales, peligrosos, pero de tres por cuatro…

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Translate »