Los come-moringas y el viejo loco de la moringa.

morin

Resulta gracioso, extremadamente gracioso, ver cómo estos comunistas de medio palo han tenido que aceptar el término de come-moringas sin chistar. Calladitos se ven más bonitos. Punto en boca auras tiñosas, pero que a nadie se le ocurra protestar porque eso fue un invento “del viejo loco ese” y ninguno de ellos tuvo, tiene o tendrá pantalones para decirle: “Eso de la moringa es otro de sus disparates Comandante”.
Mi amiga la cínica goza con esto, disfruta al imaginarlos tragando en seco, impotentes, con el rostro enrojecido y mentándome la madre a diestra y siniestra porque no pueden rebatir el término y mucho menos aceptar que nunca se metieron esa mierda en la boca porque, entre otras cosas, les daba asco. Dios los libre para que el diablo no los muerda, se los coma, se los trague enteros, les quite su carnecito de come-moringuitas de la patria y los desaparezca uno a uno en el mar de la miseria donde ha condenado al resto del pueblo cubano.
Los come-moringas son cualquier cosa menos bobos, ellos saben que tienen que cuidar sus posiciones y sus prebendas: el carrito, la gasolina estatal, el “carguito” en el gobierno, los viajecitos a la yuma, la casita en la playa, el chancecito para usar internet y la cajita con comida. No pueden sacudirse de encima tan despreciable mote porque es como aceptar que el fulano se equivocó, está desvariando o es presa de uno de sus continuos ataques de locuras.
En Cuba los come-moringas se dividen en dos grandes organizaciones políticas, el Partido Come-moringa de Cuba y la Unión de Jóvenes Come-moringas. En cualquiera de los dos casos se llega a formar parte de este selecto y aguerrido grupo por los “méritos” acumulados durante la vida, la corta o la larga: chivatería, oportunismo superlativo, adoración al líder hasta por gusto, oler fondillos, sentido para escalar puestos a toda costa, sembrar cizañas entre compañeros y enajenación de la realidad al no querer ver y reconocer lo que es capaz de hacer ese gobierno contra su propio pueblo.
Los come-moringas son tipos pendencieros, habladores de moringa, sin argumentos, se defienden con ataques y fórmulas para denigrar inventadas desde la guerra fría, son como repetidores de una señal obsoleta que se quedó en el tiempo y se resisten a aceptar que perdieron la batalla, que ya no tienen salvación y que lo mejor es que se acaben de largar para casa de la moringa.
Que me perdone el árbol, el “asiático árbol de la vida”, en verdad él no tiene la culpa, es cierto que porta múltiples beneficios pero también sus efectos secundarios por el consumo indiscriminado, por la mierda de querernos imponer a los cubanos una dieta que no es nuestra costumbre, nuestra naturaleza que además, por si no lo saben, en nuestro país existen innumerables plantas medicinales con muy buenas propiedades y nunca fue el capricho de nadie embutírnoslas a empellones.
Me gustaría verlos reconocer públicamente, a los come-moringas digo, si es que tienen de verdad los pantalones bien puestos, cuántos de ellos se llenaron la boca, alguna vez, con esta “planta de la vida” o fueron capaces de decirle al viejo decrépito ese: “no señor, métase esa mierda por el… y denos a los cubanos un buen bistec…”.

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