Los crímenes de Fidel Castro contra la cultura cubana.

DCF 1.0
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Mi madre murió sin poder ver y escuchar a Olga Guillot. Olga Guillot murió sin poder cantarle a los cubanos en Cuba. Los cubanos de las últimas generaciones no saben quién es Olga Guillot.
Este es sólo un ejemplo. Hay muchos más. Cientos. Miles.
Junio de 1961. Biblioteca Nacional de Cuba. Fidel Castro pronuncia el más fascista de sus discursos contra el arte y la cultura nacionales: “dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada…”, y así empezaba su genocidio cultural.
La Revolución es un ente abstracto, sólo un concepto, la Revolución como cuerpo físico no existe, entonces: ¡basta ya de cuentos! La Revolución Cubana es Fidel Castro y nadie más, y nadie más porque, entre otras muchas cosas, él mismo nunca se lo permitió a nadie.
Todos los intelectuales y artistas que aplaudieron aquella tarde al sátrapa son igualmente responsables del genocidio comunista contra la cultura cubana, contra sus artistas, independientemente de que puedan tener algún valor, no importa, nunca se le hizo mayor daño a un país y a sus valores en toda la historia de la humanidad, nunca se encadenaron con tanta fuerza las sensibilidades humanas que aquel triste día en que un solo hombre decidió, a su antojo, como debían sentir, expresarse y soñar los cubanos.
Uno a uno fueron desapareciendo del escenario público músicos, cantantes, actores, arquitectos, cineastas, bailarines, escultores, escritores, pintores, poetas e intelectuales importantes que prestigiaron a nuestro país con su talento. Fueron acusados de cualquier cosa y obligados a marcharse del país, amenazados con penas de cárcel y silenciados de los medios de comunicación masiva, de los anales de la cultura nacional y sobre todo de la mente del pueblo cubano.
¿Cuánto daño hiciste y haces Fidel Castro? ¿Cuánto?
Reinaldo Arenas pudo ser un hombre muy feliz, tenia vida y un gran talento, el mejor de los dones, la mayor de las sensibilidades, pero murió triste.
Celia Cruz, La Doña de Cuba, alcanzó con su arte la cima del mundo, pero murió triste porque Fidel Castro le prohibió visitar su patria.
El gran Lezama fue condenado al olvido en su propio país, también murió triste.
Y la lista de artistas e intelectuales cubanos muertos y vivos de tristeza es muy larga, más larga de lo que la lógica, las leyes, las instituciones internacionales de derechos humanos, los parlamentos, los gobiernos o simplemente los hombres y mujeres de este mundo pudieran creer.
Los comunistas con el cuento de “contra la Revolución, nada…” institucionalizaron la cultura nacional, la llenaron de ministerios, oficinas y funcionarios, papeles y papelitos, censores y cuanta mierda les permitiera vigilar que nada se saliera de la férrea línea socialista, matando el sentido de espontaneidad, libertad creativa y de pensamiento que debe tener todo arte auténtico y verdaderamente trascendente. ¿Se imaginan a Cundo Bermúdez como miembro de una Casa de la Cultura o al Benny Moré haciendo cola para evaluarse como cantante profesional?
Nada, disparate tras disparate y la diáspora de pensadores y creadores creciendo, engordando y el pueblo cubano padeciendo constantemente al grito de: “¿Te enteraste? Se fue fulanito”.
Fidel Castro y su “orquesta” de comunistas asesinaron a la nación cubana, a su arte y su cultura más auténticas, a los ídolos del pueblo, al pueblo cubano mismo.
Otros “artistas” claudicaron por el camino y decidieron apoyar la barbarie, el exterminio, apuntalaron la gran hoguera del socialismo donde ardieron todos los que no cantaron al compas de la musiquita del tirano, pero de ellos nos ocuparemos en un próximo artículo.




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