Yo no quiero un país así para mis hijos…





Yo no quiero un país así para mis hijos, ni para los tuyos, ni para los de Catalina, ni para los de Clemente, ni para los de aquellos o los de más allá y mucho menos, pero muchísimo menos, para los hijos de cualquier cubano.
Me niego.
El problema radica en que los niños son fácilmente impresionables. Es muy fácil para un adulto manipularlos y una crueldad usarlos como propaganda política, como moneda de cambio ideológico y como usura en la internacionalización de una mentira que ya va para 60 años.
El castro-comunismo no conoce límites, no le importa a quién o a cuántos les hace daño, no sabe dónde empieza la decencia y dónde termina la razón, agarran todo aquello que les sea útil para alimentar su endemoniado espíritu aunque en ello esté implícita la inocencia de un menor de edad, un sano, inocente, feliz, incauto y desprejuiciado niño.
Quiero acudir hoy al sentido común de quienes me leen, a los malos y a los buenos, no importa.
Considero que con independencia de nuestra posición política, ideológica, humana o simplemente de raciocinio, el uso de infantes para “apoyar” ideas de adultos, sean las que sean, es un crimen y debe ser enjuiciado, juzgado, sancionado y condenado.
La dignidad de los hombres y las mujeres de este mundo tiene que imponerse sobre estos mercachifles de la inocencia.
En mi país, Cuba, los máximos culpables de infanticidio se nombran Fidel y Raúl Castro. Hay muchos más, pero estos son los cabecillas, quienes propiciaron que, para apuntalar y ensalzar a unos apandillados vestidos de verde olivo, que se hacían llamar revolucionarios, y que en la vida real fraguaban una de las más crueles dictaduras de la historia contemporánea, se utilizaran y se utilicen infantes, vestidos con sus uniformes de “pineros comunistas”, para las mayores atrocidades que se pueden cometer contra la democracia, la sociedad y los pueblos: Mítines de repudio contra opositores y disidentes pacíficos, cuidar urnas en “elecciones del poder popular”, actos políticos de “reafirmación revolucionaria”, concentración y desfiles con carácter estatal, en fin, un inmenso mar de violaciones a los derechos de la infancia que harían muy larga la lista.
Tenemos que sentar a los responsables de este atropello mortal en cualquier banquillo de acusados, presentarlos ante el cadalso y que la humanidad decida el castigo que merecen…
¿Dónde está la Organización de Naciones Unidas?
¿Dónde está la UNICEF?
¿Dónde está el Instituto Interamericano del Niño?
¿Dónde está la UNESCO?
¿Dónde están las organizaciones pro derechos humanos?
¿Dónde está la Organización Mundial de la Salud?
¿Dónde está la Organización Panamericana de la Salud?
¿Dónde está la Cruz Roja Internacional?
¿Dónde están las Fundaciones, ONG, Institutos de la Infancia y otros que dicen velar por la salud de los menores?
¿Dónde está la vergüenza en este mundo?
Los niños cubanos son las víctimas más frágiles de la dictadura castro-dólar-cuc, de estos criminales disfrazados con planes de vacunación y educación gratuitas. Aparte de todo el horror físico que tienen que vivir y con el que tienen que convivir diariamente, es decir: La ciudad destruida, las calles podridas, la falta de agua, de electricidad, escaseces de todo tipo, una merienda escolar asquerosa y repugnante, ausencia de maestros verdaderamente calificados, insuficiencia de materiales escolares, hacinamiento en las aulas y muchas, pero muchas calamidades más, está la cruel manipulación espiritual de la que son diariamente objeto cuando tienen que repetir como periquitos indefensos: “Pioneros por el comunismo seremos como el Che”, “Socialismo o Muerte”, “Yo soy Fidel” y cualquier otra cantidad de sandeces ideológicas de corte “patriótico-militar”.
¿Alguien recuerda el estado higiénico de los baños en las escuelas cubanas?
Si, al final creo que voy a darle la razón a estos sujetos, la dictadura cubana es una revolución, si, pero una revolución en el estómago que termina siempre por provocarnos unas enormes ganas de vomitar ante cualquier cosa que emane de ese diabólico engendro.
¡Defendamos a nuestros niños!
Ricardo Santiago.




5 comentarios en «Yo no quiero un país así para mis hijos…»

  1. Es hora de renunciar a todo y concentrarnos en los cómplices externos de la dictadura y hacer justicia. Las organizaciones luego les toca lo suyo.

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  2. Hola desgraciadoEsa es la única forma que ustedes puedan vivir Poniendo a unos niños como soldados con la cara de Fidel por el que gran vainaY esos niños no tuvieran la cara de sirena Con el que ya fue Comunista Usted no le dan de comer Lo lanzarán a la candela No le dan de comer milanesas a la candela 12 Vinieron a Venezuela deseado Robaron un lo que tenía Por mandato delegado de aquí

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  3. Todas esas organizaciones que tú mencionas viran la cara hacia el otro lado, para mi ninguna sirve y esa ONU deben disolverla eso no sirve para nada, mira que la FAO decir que el pueblo de Cuba es uno de los mejores alimentados del mundo, es como para caerles a palo, y el adoctrianamiento de los niños y jóvenes es característico de las dictaduras fascistas como la de Cuba y los niños repiten sin tener conciencia política, yo tengo 61 años, crecí con esa basura llamada revolución, fijense cuantos años llevan jodiendole la vida a la gente, toda una vida! yo también fuí pionero, y grité «pioneros por el comunismo seremos como el Ché» pero lo gritaban sin tener conciencia ninguna de lo que estaba diciendo, además nunca pudieron lavarme el cerebro, teniendo 12 años, ya aquello no me gustaba

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  4. Yo tampoco…..ni para Cuba….ni para ningún país del mundo….quiero que los gobiernos, su sistema educativo, y los mismos que la imparten, sean educadores de vocación……que no se prostituya el término revolución….por economías y ambiciones personales…..que no acabe con la población…. por servilismo imperialista….. que las riquezas de la nación lleguen a los ciudadanos que las conforman….. el respeto al derecho legítimo de la democracia….legalmente ejercida en convocatorias electorales…..en Cuba especialmente….hace muchas décadas, debieron salir del yugo castrista….una oración diaria de palabras de libertad….en las aulas….se contrarrestaba ….el síndrome de stocolmo que viven los cubanos.

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