El odio entre cubanos, el divide y vencerás de la dictadura castrista.





Para la dictadura castro-comunista, sus practicantes confesos, los solapados, los croqueteros, sus aduladores quincalleros, sus defensores de ocasión y para sus “amantes” seducidos y abandonados, quienes vivimos en el exilio o nos enfrentamos abiertamente al régimen dictatorial y despótico que tiene esa pandilla de mal nacidos en nuestra isla querida, nosotros, los anticastristas de al duro y sin guante, somos unos tipos que estamos llenos de odio y rabia contra Cuba y los cubanos, somos una especie de bestia feroz que se retuerce de “envidia” en tierras lejanas y sólo quiere atacar y engullir al noble pueblo de Cuba.
Pero eso es una mentira tan grande como decir que Fidel Castro fue un humanista, un revolucionario, un hombre humilde, altruista y un ejemplo de vida para todos los cubanos.
El problema, el terrible problema, es que han convertido ese ridículo discurso en una bandera que han enarbolado por más de 58 años y, de tanto ir de aquí para allá y de allá para acá, muchos infelices e “ingenuos defensores de la justicia social”, dentro y fuera de nuestra patria, han terminado por abrazarla, izarla, cacarearla y adorarla.
Pero pongamos los puntos sobre las íes: No fuimos nosotros quienes inventamos ese odio, ni siquiera creo que ese sea el sentimiento, fue el propio Fidel Castro quien, con su asqueroso discurso de estas conmigo o contra mí, obligó a odiar a los cubanos y creó la división más grande y duradera a la que ha sido sometida un pueblo, por pensar políticamente diferente, en toda la historia de la humanidad, o eres revolucionario o eres un gusano, así de simple, cruel, fascista y disparatado.
La revolución castro-comunista de 1959 en su afán por demostrar su “superioridad moral” sobre cualquier otro sistema económico-social y sus dones de “benefactora de los humildes” impuso a los cubanos odiar a sus “enemigos de clase”, es decir, a todos los que no pensaran como ellos o fueran como ellos. El cubano, de la noche a la mañana, se vio rechazando a muerte (y pobre de quien no lo hiciera) a la burguesía, al imperialismo, al capitalismo, a sus vecinos, amigos, familiares, hermanos, padres, madres, a todos sin excepción, no importaba quien fuera: “Delata y desprecia a tu propia madre que la revolución nunca te va a abandonar… soy comunista, toda la vida, o bella ciao, bella ciao, bella ciao, ciao…”
Odiar se convirtió en Cuba en la palabra de orden: “te odio mujer ingrata…”. Parece que el uniforme de miliciano y las “ppchas” también armaban a los individuos de cierta moral superior que les permitía indiscriminadamente juzgar con rabia revolucionaria a quienes sencillamente no querían ser como ellos, acatar las ideas del comunismo o simplemente vivir en Cuba con tantos aspavientos guerrilleros, consignas coquito prieto, desquicios ideológicos, barrabasadas económicas, pisar mierda de noche en guardias interminables e histéricas concentraciones revolucionarias del que no salte es yanqui.
Los comunistas odian, esa es su principal característica, basta con oír sus discursos, arengas, manifiestos, tribunas, homenajes, actos de reafirmación o mesas redondas, no importa quién o quiénes protagonicen los chillidos, sea quien sea el orador de turno siempre escucharemos las mismas idioteces y pendejadas: No nos vencerán, no les tenemos miedo, el huevo no tiene sal, el pueblo unido jamás…, son unos traidores, vende patrias, la mota negra, gusanos y eso que me hiciste mami me dolió, me dolió…
¡Cuánto nos obligaron estos hijos de puta a odiar y a maldecir! ¡Cuánto odio sembraron en generaciones enteras de cubanos! ¡Cuánta rabia repartieron entre un pueblo que siempre fue uno de los más amistosos del mundo y que por el capricho y la mala intención de este hombre transformó sus brazos abiertos de buen amigo en puños de golpear y de matar!
El rencor revolucionario es una patología funesta, es contagioso, maligno, tenebroso y lascivo. No permite la vida porque la esencia de ese tormento ideológico es la propia incapacidad que tiene el comunismo para lograr paz, amor y armonía entre los seres humanos.
El comunismo genera mucha envidia, traición, oportunismo, doble moral, egoísmo, arribismo e inmoralidad en las personas.
No, yo no odio a Cuba y mucho menos a los cubanos, estoy vacunado contra la rabia del cuerpo y del alma, y lo que sí emana de mis escritos, y a borbotones, es un dolor inmenso por no ver el final de esta maldita tiranía que nos ha causado un daño y un dolor irreparables a todos los cubanos, mucho dolor…
Ricardo Santiago.




1 comentario en «El odio entre cubanos, el divide y vencerás de la dictadura castrista.»

  1. Ese es el dolor mio, se que no veré el final. Es como el fin
    de las series televisivas, que quieres ver el desenlace y se te olvidó el canal, el día y la hora en que lo transmitían.

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