Recuerdos de Cuba No. 5. Prohibido olvidar. “Un Rey en mi barrio.”



Rey era el homosexual más famoso de mi barrio, y digo el más famoso fuera del closet, porque había otros que vivían con la puerta cerrada, trancada y clausurada aparentando ser muy hombrecitos, guapos y hasta comecandelas milicianos de la revolución, estoy hablando de los años 60s y los 70s.
Yo era un niño pero nunca olvidaré cómo sembraron en nosotros la homofobia, el rechazo y el desprecio hacia esos hombres de caminar “desparramado” y voz blandita, un sentimiento que debía caracterizar a todo revolucionario y mucho más si quería pertenecer a la juventud comunista.
El mensaje que nos daban en la escuela era que la revolución la hicieron hombres viriles que no admitían flojeras ni blandenguerías, de moral intachable, varones de pelo en pecho que hasta cagaban de pie porque los verdaderos revolucionarios ni se agachan ni se relajan, se empinan con el culo apretado, muy “apreta’o”, para construir una patria libre de lacras, malformaciones pequeño-burguesas y rezagos del capitalismo.
Con esos truenos, con ese suero ideológico transfundido en vena desde las más tempranas edades, al hombre nuevo-nuevecito de la revolución socialista de Fidel Castro, lo educaron en el odio, el desprecio y el rechazo a todo aquel de pensamientos, maneras o creencias diferentes a los “lineamientos” de la moral comunista y el cachumbambé de Vilma la federada.
Pero regresando al tema del Rey de mi barrio. Recuerdo que en esa época, digo los 60s y los 70s, ser homosexual “declarado” era como ser un apestado, un enfermo, un loco y un contrarrevolucionario.
A nosotros los muchachos la Presidenta del Comité (CDR) de la cuadra nos gritaba para que no jugáramos frente a la casa de ese “maldito” porque nos podíamos contagiar y luego no nos iban a dejar entrar en la escuela.
El de vigilancia del CDR le tenía la guerra declarada a Rey, lo denunciaba y le llamaba a la policía por cualquier motivo, incluso, dicen, fue quien preparó el informe para que se lo llevaran a cumplir trabajo forzado en uno de los tristemente célebres campamentos UMAP, de donde regresó más “jorobado” que “derechito como una vela” y cuando declaró públicamente su odio y su negativa a integrarse al proceso revolucionario de por vida.
Como no lo dejaban trabajar, por su condición “afeminada” y su actitud disidente, Rey teñía ropa “por la izquierda”, iniciativa por la que fue a prisión acusado de “actividad económica ilícita” y “peligrosidad social”.
La vida del Rey de mi barrio era un verdadero infierno. Otra “amenaza” a la que se enfrentaba constantemente era a que el “compañero” de vigilancia utilizaba, azuzaba, manipulaba a cierto “guapito de esquinas”, un mulato traba’o y “bronquero” que vivía frente por frente a Rey para que le diera golpes o le sacara “bronca” utilizando los más absurdos pretextos.
Rey se fajaba como un hombre, no le tenía miedo a pesar de las diferencias físicas, se enredaba a los piñazos de tú a tú con el guapetón por lo cual varias veces tuvo que ir al hospital.
Era un tremendo abuso, todo el mundo lo sabia pero nadie hacia nada, incluso cuando llegaba la policía se llevaban preso a Rey y le ponían una multa por desorden público, al otro, al que iniciaba las trifulcas, nada de nada, el de vigilancia lo defendía diciendo que era un compañero integrado que cumplía con las tareas de la revolución.
Una noche Rey no pudo más con las peleas, los golpes, las denuncias y el montón de multas que le obligaban a pagar. Le dijo al mulato guapetón que le invitaba a tomar un trago para hacer las paces y el otro, goloso como era al alcohol, aprovechó la oscuridad y que nadie estaba mirando para aceptar.
Dicen que Rey le puso algo a la bebida que el tipo se quedó profundamente dormido, le quitó la camisa, lo llenó de “chupones” por todo el cuello y el pecho y lo sentó en el portal para que amaneciera así, marcado y “sobado” a la vista de todos.
Cuando el abusador despertó ya medio “mundo” lo había visto con sus marcas de la “batalla”. El tipo vociferaba como un trueno que iba a matar al maricón, pero esa vez fue Rey quien se adelantó y llamó a la policía diciendo que su marido lo quería “asesinar”.
El mulato revolucionario, como es lógico, se desapareció del barrio. Dicen que el tipejo se fue para Camagüey donde tenía una tía, el caso es que nunca más se supo de él.
En Abril de 1980, cuando los sucesos de la Embajada del Perú en La Habana, Rey fue uno de los cubanos que logró colarse aquella misma noche. Recuerdo, como si fuera ahora, sus últimas palabras cuando salía de su casa en busca de la avenida para perderse en la multitud: “Me voy de Cuba porque Cuba me duele, me duele mucho…”.
Ricardo Santiago.



3 comentarios en «Recuerdos de Cuba No. 5. Prohibido olvidar. “Un Rey en mi barrio.”»

  1. Ese rey Carlos sospecho emula con el rey del escrito, al menos aquel tenia cerebro, este solo tiene aserrín y destila veneno como toda víbora,,,,, no refuta verdades, solo acude a frases sucias sin sentido acudiendo al longevo pretexto de usar a estados unidos como referencia de insultos y de anexión,,,,,cabron habla de cuba, refuta verdades, no mezclas a usa, somos cubanos de pura cepa,camaleon malo, te deseo este mes ni un diploma te den por bruto y chicharrón

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  2. Cual es la logica y el progreso del mundo perros, mentirosos, hipocritas, sumisos, cobardes, Afganistan, la mentira del terrorismo, Osama Bin Laden Agente CIA, la mentira de las Armas de exterminio en masa de Irak, la destruccion de una cultura milenaria, el robo de los recursos de un pais la masacre de un pueblo, con el pretexto de la democracia y los derechos humanos como paso en Libia, que derechos humanos existen en Palestina un pueblo que tiene derecho a vivir sojuzgado y maltratado al amparo de los EU por Israel de que eje del mal hablas cuantos paises a invadido Cuba, Venezuela o Bolivia que bonita leccion de democracia nos da Honduras y que silencio tan grande de Uds y de su prensa podrida para que seguir Uds solo siguen a sus amos, a quienes les pagan jugosas sumas de dinero Uds no tienen dignidad ni patria, ni valores humanos

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