La maldita revolución que destruye a todos los cubanos.
La desgracia cubana es un mal que no le deseo ni al peor de mis enemigos. La enfermedad mental que provocan las ideas de izquierda son una afección muy contagiosa, un virus asintomático que se apodera de los débiles pero que defienden los oportunistas para generar el caos, el desorden y la permanencia de la ilógica, con fines y ambiciones de poder, con intereses que van más allá de la solidaridad y de la igualdad, con agendas encubiertas para imponer el descalabro de la humanidad y con un odio taimado que subyace en cada una de sus proyecciones, para desestabilizar al mundo y, a la larga, destruir la única humanidad que conocemos.