Un amigo me pregunta: ¿Quiénes hacen algo por Cuba?
Y yo le respondo: Por Cuba hacemos todos. Es la pura verdad. Hacemos quienes defienden al castrismo, quienes abogamos por una Cuba democrática que incluya a todos los cubanos y hasta “los que no se meten en política”, pero todos, cada uno de nosotros, sin excepción, hace algo por Cuba.
El problema está en quiénes le hacen bien y quiénes la destruyen, la maltratan y la hunden.
Defender al castrismo es defender 58 años de atraso, subdesarrollo, politiquería barata e infelicidad popular. Son muchas las pruebas, imágenes, testimonios, documentos, personas, ciudades, pueblos, comunidades y cubanos que pueden demostrar los inexistentes resultados de un sistema totalmente divorciado de la productividad, del desarrollo social y económico del país.
Apoyar a la dictadura castrista es más que nada subvencionar la ideología del fracaso, no otra cosa, porque tras ese masacote represivo no hay un proyecto de prosperidad económica real ni un interés por la democratización de un país que lo necesitaba y lo reclama a gritos.
El castro-comunismo no puede alardear de haber convertido a Cuba en un “paraíso” para sus habitantes, no puede lucir progresos en la industria, la producción agrícola, la creación de valores y mucho menos en el respeto a las garantías ciudadanas para la vida y el ejercicio de la democracia.
La involución y la destrucción de la infraestructura nacional, una diáspora de más de 3 000000 de personas y la infelicidad de un alto por ciento de la población cubana, entre otras muchas, son la mejor prueba de mi aseveración.
Los defensores del “socialismo” cubano, los inteligentes, los menos, reconocen la “destrucción nacional”. Según ellos no son ciegos a cuanto sucede en el país, apuntan a los errores cometidos en la implantación de políticas erradas y a prohibiciones innecesarias que dispararon el desencanto popular y la “improductividad de las masas”.
Los menos inteligentes, los no bendecidos con la capacidad de pensar y razonar, los muchos, achacan la destrucción de Cuba al embargo norteamericano, no les importa si son los campos inundados de marabú o la no posibilidad del régimen para acceder a préstamos internacionales por la perfidia de Fidel Castro, para ellos todo es consecuencia de “otros”, de los malos, no de la castromania burra, militante e inepta.
Fidel Castro pudo ser el hombre más importante en la historia de Cuba, el libertador nacional y el héroe eterno de la Patria. Tuvo la oportunidad, pero su egoísmo, narcisismo, ambición, terquedad e intolerancia lo convirtieron en el mayor verdugo que ha tenido Cuba y que soportamos los cubanos en toda nuestra historia nacional.
Quienes no opinan, es decir, los que no se meten en política, también, con su silencio, aunque no lo quieran, interactúan con la realidad cubana, un cubano apolítico, nacido y criado bajo el sistema socialista de los Castro, es una malformación de esa ideología porque, como todos nosotros sabemos bien, en la Cuba comunista, las abstenciones no existen, o se vota a favor o se vota siempre a favor. Para ellos no “opinar” es una actitud contrarrevolucionaria.
Quienes abogamos por una Cuba democrática y con la participación de todos, tanto dentro de Cuba como en el exilio, y que somos muchos, cada vez más, queremos, utopías a parte, la desaparición de la dinastía Castro junto con todas las porquerías que hicieron, restablecer la Constitución de 1940, escoger un gobierno realmente democrático de entre diferentes plataformas y presupuestos políticos y, sobre todo, la reconstrucción nacional desde el rescate de la verdadera espiritualidad del cubano hasta el desarrollo de una economía sostenible basada en las leyes del mercado.
Dice mi amiga la cínica que esto costará muchos años porque el daño causado por estos degenerados ha sido devastador.
Y esta vez le doy toda la razón a mi amiga, los cubanos, para empezar, necesitamos cambiar de raíz la agresividad del patria o muerte, venceremos por la armonía de Patria, Prosperidad y Vida. Indiscutiblemente la mal sanidad de la idea castrista de vencer o morir le ha costado muchas vidas al pueblo cubano. Muchos hijos, padres, madres y familiares perdimos los cubanos en las absurdas “profecías” pornochacumbeleras de Fidel Castro mientras esa familia nunca sacrificó a alguien de los suyos, sólo uno de ellos perdió un ojo y porque dicen que el muy imbécil estaba comiendo mierda con un cohetico.
Pero la realidad es que necesitamos un cambio de mentalidad de 180 grados, los cubanos pedimos a gritos hablar de libertad, de desarrollo económico, de prosperidad para el país, de abundancia, de respeto, de armonía entre nosotros y de vida, de mucha vida porque ya, en estos últimos 58 años, hemos sufrido por demasiadas muertes sin vencer a nadie.
Ricardo Santiago.
Una verdad más grande que el Universo: «los que quieren a Cuba y la defienden; y los que la maltratan y la hunden».
Los que la queremos la sentimos como nuestra y nunca nos desprendemos de la unión umbilical.
Y jamás renunciaremos a exigir el cese de la tiranía castrista, ni a denunciar el vertedero en que convirtieron a nuestra Patria.
Los hay en el exilio que se acercan a los 5 millones , y muchos allá en las cárceles o en el lugar que tienen, luchando en la Isla por igual Sueño.
El tirano de hoy y el que yace en la piedra y sus cúpulas se encargan, hay que hablar en presente, de convertir aquella tierra en vertedero y burdel.
Esos no cesan de enriquecerse con su labor injerencista y mercenaria, pero hay otros que reciben un tiempito en Internet y defienden a ultranzas al comunismo.
Y por ese tiempito, son pérfidos en su argot, se favorecen con los restos de las cloacas y erigen un closet a la inmundicia comunista.
Los neutrales, ésos nacieron siendo cobardes y morirán esperando que los demás los empujen hacia el lecho de su último adios.
Podemos pensar que se requieren muchos años para cambiar radicalmente el panorama. Para mi cuando saquemos a los croqueteros socialistas, y a los chivatos, la vida al tirano naufraga en su propio barco.