Cada vez que oigo, leo, pienso, recuerdo, me cuentan o siento las historias vividas por muchos cubanos, e incluso las mías, me doy cuenta de cuán desamparados, abandonados y despreciados somos los cubanos por esa cruel, feroz, inhumana, despótica y traicionera dictadura de los castro y su pandilla de oportunistas, arribistas y defensores despatarrados de la “fecalidad”, digo, de la legalidad socialista.
El ciudadano cubano es el ser, jurídicamente, humanamente y socialmente hablando, más desprotegido del mundo en cuanto a leyes, decretos, suspiros, constituciones y “escupitajos” ministeriales se supone existan para impartir justicia, salvarlo de represiones, cuidarlo de no caer en tentaciones o en las garras de dictadores infernales.
fidel castro construyó un país, en todos los sentidos, a su imagen y semejanza. La destrucción física y espiritual que vive hoy la nación cubana no es más que el reflejo del alma de un hombre que sólo tenía a Cuba y a los cubanos para satisfacer sus hipocondriacos deseos de que la historia lo absolviera y lo convirtiera en el santo patrón del antiimperialismo, del antiamericanismo, del anti-anti-anti de cualquier cosa y, sobre todo, de la indecencia, la falta de sentido común y promotor de la ilógica humana.
Pero la historia no lo absolvió ni lo va a hacer, de eso las personas honestas pueden estar absolutamente convencidas, la historia, si algo hace con esa desagradable malformación de “huesos y tripas” ardiendo eternamente en el infierno, es engullirlo, devorarlo, masticarlo y no tragarlo porque, en la vida real, no hay quien baje un mascón tan desagradable ni aunque se tome toda el agua del Rio Almendares “si antes no perece en la contienda…”.
fidel castro siempre fue consciente de que una dictadura totalitaria, como la que él quería y le convino implantar en Cuba, debía poseer un “sistema de leyes”, si es que a tal aberración puede llamársele de esa manera, primero que fuera lo más ambiguo posible en su interpretación y segundo que respaldara al Estado por encima del individuo y a su revolución, o sea, a él mismo, más que a cualquier otra cosa pues era la única forma de mantener el control sobre los cubanos “sin derecho a protestar” y el relajo “legalmente” vacilador que a él y a sus compinches más cercanos les permitía y permite robar, saquear y extorsionar al erario público nacional.
Por eso en Cuba, bajo esa ilegal dictadura, la aplicación de la ley es falsa, no es pareja, no existe y más que justicia se convierte en una imposición y en un instrumento de castigo para amparar “sin líos” los desmanes de un régimen que, desde el mismísimo 1 de Enero de 1959, está cometiendo las más grandes ilegalidades contra un país, y contra sus ciudadanos, que la dama de la venda en los ojos, una balanza en una mano, una espada en la otra y una “teta afuera” se pueda imaginar.
¿Cuántos de nosotros fuimos o somos víctimas de las “leyes socialistas”?
Los comunistas en Cuba pueden cometer los delitos más atroces, de eso hay miles de ejemplos, y la “justicia revolucionaria” les pasa la mano, les mete el dedo y les pone una pijamita de bolas y flores mientras se “desocupa” otro puestecito para poderlos ubicar. Sin embargo para el resto del pueblo, y especialmente para los opositores o disidentes del régimen castrista, por sólo defender el derecho a una vida digna y responsable para todos los cubanos, les aplican “legalmente” los castigos más inhumanos, las sanciones de privación de libertad convertidas en angustia, el destierro forzoso, la “excomunión” del “paraíso terrenal” fabricado por la propaganda castro-comunista o los asesinan bajo el estigma revolucionario de “traición a la patria”.
El cubano es un ser totalmente indefenso porque las leyes en Cuba son dictadas, escritas y promulgadas a conveniencia de la dictadura.
¿Cuántos cubanos han sido expropiados ilegalmente por caprichos o antojos de la dictadura castrista?
¿Cuántos cubanos somos víctimas de la absurda “justicia” revolucionaria?
¿Cuántos cubanos pagamos por el sólo hecho de ser cubanos?
¿Cuántos cubanos hemos sido testigo de la injusticia, de la crueldad y de la ilegalidad la constitución socialista?
Es simple la respuesta: La dama de la “teta afuera” en Cuba no tiene venda en los ojos, la balanza que carga está “alterada” y la espada, bueno, no tiene espada, lo que tiene en la mano es un cartelito que dice: “Yo soy fidel”.
Continuará…
Ricardo Santiago.