En ese “paraíso” socialista los cubanos no queremos vivir, ni vencer, ni morir.



Por eso me fui de Cuba. Por eso muchos, cientos, miles, millones de seres cubanos se van de Cuba. Por eso escapamos, nos fugamos, ponemos patica pa’ qué te quiero, rompemos el molde y allá no regresamos, no volvemos, no retornamos porque, al margen de la estafa económica, los elevados precios a pagar por la sola razón de haber nacido allí y, lo más importante, por no claudicar frente a una dictadura que aun viviendo lejos de ella nos impone sus mariconadas y sus mierdas, parte el alma encontrarse con un país cada vez más podrido, más abandonado, más ruinoso, más empobrecido, más miserable, más viejo, más desecho y más oscuro.
Y lo digo con mucho dolor porque yo quisiera “caminar por las calles de La Habana nuevamente”, encontrarme con los socios de la cuadra, con la vieja Dora, sentarme en el muro del Malecón “a coger fresco” y a soñar con irme pa’l Norte, ponerle mis cinco pesitos a un número fijo y a otro corrido, bañarme en ese mar que tiene más “sal” que ningún otro en el mundo, recordar con dolor a mi madre, a mi padre, ir a consultarme con mi madrina, aché pa’ ti, comprarle un durofrío a la Gallega aunque me manche la ropa, comerme un tamal, dos o tres, sentarme a “chupar” mangos como Dios manda, regresar al parquecito de mis tantos encuentros y, si los huesos y las articulaciones me lo permiten, “echar” un cuatro esquinas con el piquete de mi infancia y con los “viejos de mi barrio” como testigos.
Pasa que, aunque me muera de ganas, incluso aunque el castrismo tenga la única cura para salvarme, no voy a regresar a mi Patria mientras esa maldita dictadura, disfrazada de revolución de los humildes, esté anclada en el corazón, en el cuerpo y en el alma del país donde, por suerte o por desgracia, mis ojos se quedaron cieguitos al sentir el primer rayito de luz hace un tongón de años.
Yo siempre digo que las cifras que divulga la dictadura castro-comunista son exageradas, muy exageradas, ya sean pa’rriba o pa’bajo, es decir, tanto si hablan de “sobrecumplimientos”, como que la mayoría del pueblo apoya esa porquería de revolución o como si dicen que los seres cubanos que quieren largarse de ese infierno son un tincito, un poquito de mal agradecidos y vende patrias que no aceptan que el socialismo es la solución para erradicar los apagones, el desabastecimiento, el racionamiento, el hambre, la sed, las enfermedades contagiosas y se dejan arrastrar por los cantos de sirenas del capitalismo que suenan a aire acondicionado, a agua corriente las 24 horas del día, a decencia, a respeto a la vida, a las creencias personales y a un filetón enorme asándose en el “barbiquiú” que dan ganas de gritar viva el imperialismo yanqui.
Por eso es que el éxodo de seres cubanos, “la fuga de cerebros”, el huye, huye, que te coge el buey del talento, de los de alto y bajo rendimiento, del carnicero, del militante, de la prostituta, de los hijos de los “comandantes”, de la cantante, del baterista, del obrero, del delincuente, del estudiante y hasta de la “koljosiana”, nada tiene que ver con las “mieles del capitalismo” pues todo, absolutamente todo, es el resultado del gran desastre nacional que inició, el 1 de Enero de 1959, en nuestra Cuba querida, un fidel castro que, el muy hijo de fidel, ni chicha ni limona’, y que por más de sesenta y tres larguísimos años ha ido in crescendo gracias a las “berracadas”, los disparates, las estupideces, los abusos de poder, la enorme e incontrolable corrupción, la extrema represión física y mental, los oxiuros del “planeta”, la carne pa’ mi y los huesitos pa’ ti, la envidia, el odio, la mediocridad y la estupidez estatal generada por un régimen totalitario que se hace llamar socialismo pero que no es más que un montón, pila, burujón, puña’o de fracasos, ineptitudes, mediocridades, salideros, tupiciones, sequias, inundaciones, derrumbes, pudriciones, enfermedades y muertes.
Los seres cubanos ya no creemos en ese socialismo ni en ningún otro. Ante el salvajismo represivo de esa perfecta máquina de asesinar el cuerpo, la mente y el alma, muchos, la mayoría, encontramos en el exilio la única forma de salvarnos pues la dictadura nos vació la Patria de cubanía, la repletó con toneladas de muerte castrista y nos hizo creer a la fuerza que venceremos, una acción en un tiempo futuro indeterminado, nos convertiría en el mejor país del mundo aunque, más de sesenta y tres larguísimos años después, aun lo estamos esperando…
Ricardo Santiago.



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