Desgraciadamente la mayoría de los cubanos no queremos ver que nuestro país, esa Cuba que nos imaginamos solo como una isla maravillosa, con playas paradisíacas, con mulatas y mulatos “salpicones”, con un sol bueno pa’ “tostarse”, con gente diáfana y cariñosa, con quimbombó que resbala pa’ la yuca seca y con, según la dictadura castrista, un pueblo que ama y defiende su revolución.
Pero la realidad, la verdad que nos aplasta cual monumental templo, es que Cuba no es más que una isla fantasma, ruinosa, corroída por más de sesenta y tres larguísimos años de involuciones, de ineptitudes y de desfalcos físicos y espirituales, retrotraída en el tiempo a una época indeterminada, devastada por la inoperancia de un régimen que “construye” su infernal y eterna permanencia con represión y muerte, con miseria, con hambre y muchísimas angustias, un socialismo estéril por tanto odio nacional, desgastado por millones de rencores ideológicos y flagelado, hasta el tuétano, por una pobreza extrema que trasciende el cuerpo de los hombres, de las mujeres y destruye la vida de toda una nación.
Hoy voy a ser breve, muy breve, porque este tema no admite ni la más mínima de las equivocaciones.
Yo siempre digo que la mayoría de los cubanos, por instinto, por maldad, por sentido de supervivencia, por conciencia, por enajenación, por cobardía política o por, incluso, auténtico patriotismo, divagamos o acertamos en cuanto a la realidad que vive nuestro país, es como una especie de coraza o careta que nos hemos “enganchado” para denunciar o disimular que la Cuba de verdad, la Cuba profunda, la Cuba que parte el alma, la Cuba que mucho quieren esconder “debajo de la cama”, se hunde en un profundo estercolero y agoniza, sin la más mínima esperanza de salvarse, en el pestilente callejón sin salida al que nos ha arrastrado esa porquería de la revolución de los apagones.
Por eso entender y reconocer que la miseria que hay en Cuba es extrema, que nos está consumiendo, ahogando y desprestigiando a todos los seres cubanos, es un tema de conciencia personal, de decencia, de decoro, de actitud ante la vida que vivimos y que morimos, que viven y que mueren otros, y del valor que tengamos para llamar las cosas por su verdadero nombre.
Según Wikipedia “La pobreza extrema es el estado más grave de pobreza, cuando las personas no pueden satisfacer varias de sus necesidades básicas para vivir, como la disponibilidad de alimento, agua potable, techo, sanidad, educación, saneamiento o acceso a la información. Este estado de pobreza no depende exclusivamente del nivel de ingresos, sino que también se tiene en cuenta la disponibilidad y acceso a servicios básicos.”
A los castristas, a los defensores de esa maldita revolución de las caras tristes, a los pandilleros del socialismo, a las ciber-clarias de las redes sociales, a los cederistas y a las federadas que viven en Cuba o fuera de ella, a los militantes del partido comunista, a los chivatos de a jabita con subproductos por cabeza, a los yo soy fidel, a los que son continuidad, a los fidelistas por siempre y a quienes desde un falso exilio se dedican a negar, mentir y justificar la desgracia que vivimos los cubanos, esta vez no me jodan, siéntense, respiren o atragántense, lean el texto de Wikipedia pero no coman tanta mierda con el teque y díganme si esa mediocre revolución, ese fidel empedrado, ese raúl “apamelado” y ese tibor del socialismo que tanto defienden, no han hundido a Cuba, y a los seres cubanos, en la más absurda, innecesaria, inmunda, injustificada e inmerecida pobreza extrema.
Ricardo Santiago.