Cuba: Violencia y delincuencia generada por el gobierno.

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Yo vivía en Cuba cerca de un Centro Recreativo para la Juventud. Lo que debió ser lindo por su nombre, no era más que un lugar para las broncas tumultuarias, la violencia festinada y los horrores de la muerte prematura por puñaladas “inocentes” y golpes de todo tipo.
Recuerdo que los muchachos iban para las actividades y escondían en los jardines cercanos todo tipo de armas para herir y matar. Cuando la noche “acababa” empezaban los gritos, el corre-corre, las piedras voladoras, el llanto y las bravuconerías de una juventud que debió ser feliz porque Fidel Castro se lo prometió al mundo entero.
La policía jamás aparecer, dice mi amiga la cínica que el gobierno apuesta a que estas lides propicien un control de la natalidad, la mortalidad y la supervivencia en Cuba.
El “hombre nuevo” se transformó en un animal salvaje, vulgar, mal vestido, chabacano, mal educado, grosero y para nada revolucionario, todo lo contrario, la involución en la sociedad cubana, alimentada por una profunda crisis que generó única y exclusivamente el castro-comunismo con su infinita improductividad, marcó las últimas generaciones de cubanos en un proceso lastimosamente irreversible.
Ahora bien, esto de los golpes, patadas y violencia en demasía nuestros jóvenes lo ven a diario en la represión que hace el gobierno contra los opositores pacíficos, la juventud cubana es testigo de la impunidad con la que actúan estos individuos y el odio y la fuerza que transmiten contra mujeres que sólo caminan en silencio y con flores en sus manos, por citar un ejemplo. La imagen que siempre ha dado esa maldita Revolución contra quienes disienten de ella es de intolerancia, abuso, prepotencia y muerte.
No podemos pensar y desear que el “hombre nuevo” sea un derroche de virtud cuando el “hombre viejo” es un asqueroso ejemplo de corrupción, intimidación, chantaje y “locura”.
Es indudable, los Castros tienen y controlan todo el poder en Cuba, han perfeccionado los métodos de represión a niveles de un estado fascista, a “cállate o te doy un bofetón”, así de simple. Las marchas multitudinarias por cualquier motivo y de carácter obligatorio, los mítines de repudio, la chivatería ciudadana, el odio entre cubanos, la envidia, los ejercicios de fuerza, las faltas de libertades espirituales y todas las formas de control ejercidas desde el gobierno son actos violentos, son manifestaciones de gobernantes que patalean ante la posibilidad de que el pueblo se les revele, entonces: ¿cómo podemos pretender que la violencia en Cuba no esté generalizada?
En mi tiempo de muchacho a fajarse le decíamos “quitarse la picazón”, era normal, pero siempre había alguien dispuesto a desapartar o mediar porque: “!Dejen eso caballeros que ustedes son amigos!”, nunca la sangre llegaba al rio.
La violencia en Cuba tiene que ver también con una delincuencia que ha ido en aumento en los últimos años. La gente roba lo que puede y delinquir se ha convertido, desgraciadamente, en un modo de vida. No es justificable bajo ningún concepto, pero las causas de esta exacerbación se deben al estado deplorable en que los castro-comunistas han sumido a la sociedad cubana, tanto físico como moral y. hoy por hoy, tomar lo ajeno, es una forma de “resolver” ante las carencias y las necesidades más inmediatas.
No nos engañemos, Cuba dejó de ser el remanso de paz de “nuestros años mozos”, la carestía de la vida junto a una sociedad que alucina todos los días ante la mortal disyuntiva: ¿Qué voy a comer hoy? han provocado que sus ciudadanos pierdan todo rasgo de civismo y hayan convertido la vida en una lucha por la supervivencia.
Si Fidel Castro roba, maltrata, abusa, extorsiona, acapara, da golpes, grita, impone, obliga y mata, entonces: ¿Por qué yo no lo voy a hacer?




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