Es cierto, muy cierto, existen muchas, muchísimas maneras de atacar, de pelear, de dañar y de combatir a esa maldita revolución de los apagones, a esa falsa dictadura comunista o a ese degenerado régimen socialista que, sin ninguna contemplación, sin miramientos de ningún tipo, nos ha hundido a todos los cubanos, a todos, todos, todos, incluyendo a sus propias ratas de la continuidad eterna, en la peor y más hedionda letrina que ha conocido la historia universal.
Yo digo que nosotros los seres cubanos, en estos más de sesenta y cinco larguísimos años de “indomable” infortunio fidelista, lo hemos sufrido todo, lo hemos padecido todo, hemos experimentado todo lo malo y hemos dejado de vivir nuestras propias vidas para seguir estúpidamente las promesas y los ideales de un falso comandante que nos condujo, de uno en fondo y disciplinados como corderitos que van a morir, al barranco de los desastres, al pozo del chino manila, a las tinieblas de los apagones, a padecer las peores enfermedades y a experimentar la mayor miseria que, sin lugar a dudas, ha sufrido Cuba desde el mismísimo 1492 o 93 o 94, cuando la crisis de los balseros, digo yo.
Aun así, y entre tanto dolor y tanto desastre, muchos seres cubanos han puesto el grito en el cielo y han dicho basta, stop, un alto a tantos atropellos y hasta aquí el cuento del barbudo rebelde que muchos de nosotros no somos comemierdas.
En esa importante conjunción de actos contra la dictadura castro-comunista, los que fuimos alguna vez actores de reparto, es decir, bultos, contempladores de la realidad objetiva o simplemente espectadores pasivos, yo no me meto en política, de la crueldad impuesta, a varias generaciones de cubanos, en nombre de un socialismo que ni se ve, ni se siente, fidel esta presente, fuimos testigos, por conciencia o por terceros, que muchos cubanos, de diferentes maneras, se enfrentaron a esa maldita revolución del picadillo y le plantaron cara aun a expensas de sus propias vidas, de su propia libertad, de su propia destrucción o de su propio exilio.
Son muchos los ejemplos de patriotas de carne y hueso que dieron su vida por el bien de todos los cubanos, fueron muchos los métodos de lucha empleados para enfrentarse a los castro y su pandilla, la lista es enorme y por todos conocida, pero quiero significar que el castrismo nunca dudó, para salvar los intereses de una familia en el poder, de reprimir, de torturar, de asesinar y de desaparecer a todos su oponentes sin que les temblara la mano o sin que les importara preservar la justicia divina, la vida humana o cuidado que aquí hay niños.
Yo digo que uno de los peores castigos, para quien de verdad ama a su Patria, es que lo obliguen a abandonarla físicamente, que lo destierren de la tierra donde nació y que se vea obligado a marcharse para salvar su vida, para salvar la de sus hijos o para encontrar algo de luz en medio de tanta oscuridad y tantos apagones nacionales.
Pasa que huir de ese macabro régimen es, también, otra forma de luchar contra el castro-comunismo. Quienes se van de esa Cuba castrista, es decir, quienes abandonan el barco del socialismo de alcantarillas, o del paraíso de Marx y Engels aquí en la tierra, le damos, consciente o inconscientemente, un espaldarazo a ese supuesta gloria del proletariado, a esa virtual igualdad de clases sociales y a esa aparente ausencia de explotación del hombre por el hombre, es decir, los millones de seres cubanos que hoy estamos fuera de nuestra Patria, algunos con pesar y tristeza en nuestros corazones, somos un ejemplo demostrativo de que ese fidelismo es una mierda, de que aquello es un maldito infierno y de que en Cuba socialista la vida no vale nada y todo se reduce a morir por la Patria es morir.
Por Eso Me Fui De Cuba, por eso digo que todo lo que hagamos, incluso hasta solo ponerle un mal pensamiento cada día a esa maldita dictadura, es válido, es importante, suma acciones, junta voluntades y crea esperanzas de que los cubanos, donde quiera que estemos, queremos una Cuba libre de castro-comunismo pa’ comer y pa’ llevar.
Pero eso sí, honor real a quienes honor merecen, no quiero mencionar nombres porque son muchos, pero sí quiero patentizar que la Patria es de quienes se sacrifican de verdad y no de quienes la contemplan a través de un televisor o de una pecera “orgullosa”…
Ricardo Santiago.