No ha existido un mortal en Cuba que haya engañado, mentido, manipulado, seducido, abandonado, ofendido, espantado y “dormido” más a los cubanos que el degenerado de fidel castro, y su tropa de “rebeldes” sin causa, con el “archidesprestigiado” cuento del socialismo “fase superior del capitalismo”, el bueno, el sucio soy yo y que la harina de Castilla sirve para hacer tamales.
Ese desgraciado se esforzó tanto en prometernos prosperidad, paraísos terrenales, nacionalismos del todo por uno, productos “made in Cuba”, gallinita ciega qué se te ha perdido, un cubano en un cañaveral y “refrescos fríos pa’ los muchachos”, que los cubanos terminamos tan desesperados por construir el “socialismo” que, 60 años después del a la una, a las dos y a las tres, socialismo o muerte, aun continuamos embarrados de “cemento, ladrillo y arena” sin que logremos, siquiera, fundir los cimientos de tan “entusiasta” proyecto social porque no llegan los materiales a tiempo, el desvío de recursos es una locura, la limonada está caliente y no hay Dios que se la tome, los planos son un disparate y el relajito de los trabajadores es incontrolable pues el almuerzo que les envían es un asco y las actividades político-patrióticas, por la emulación socialista y para elegir al vanguardia de la semana, “son tantas que se atropellan”, marean y repugnan.
Porque en la vida real en eso fue en lo que se trastocó “la construcción del socialismo en Cuba”, en un “relajo” universal donde los castro se han convertido en una familia multimillonaria y los cubanos, el pueblo humilde, trabajador y “disciplinado”, en una masa compacta de ve pa’quí y ve pa’llá con más hambre que conciencia proletaria, millones de huecos en los techos y una “libretica” de racionamiento que lo persigue a todas partes para recordarle constantemente que aquí, en Cuba socialista, quien no salte es yanqui.
Dice mi amiga la cínica que cuando fidel castro pronunció su frase célebre: “si me pides el pesca’o te lo doy…”, la mayoría del pueblo cubano cayó en la trampa más burda y más inhumana que alguien pueda imaginar, pues entregó su independencia, su soberanía y su libertad a un hombre que nos cambió el progreso, el desarrollo y la buena vida que teníamos por miseria, odio, enemistad, belicosidad, hambre, peste y chusmería, en un trueque irreversible que significó la destrucción moral y física de la nación cubana.
Desde el fatídico 1 de Enero de 1959 en que “alguien” permitió que la revolución del picadillo se alzara con el control de todas las estructuras de poder en Cuba, ese desastre sociológico, convertido por obra y gracia de la izquierda internacional en dictadura del “proletariado” y de sálvese el que pueda, fidel castro, raúl castro y cuanto mierdecilla de esa tirania ha tenido algo de voz y voto en Cuba, nos han estafado descaradamente, olímpicamente y desmesuradamente a los cubanos en un carnaval de mentiras que inició “castro I el caraechichi de Birán” con todos sus groseros e incompetentes “planes quinquenales” y que culminó su hermanito pirulín, “el pobre”, el infeliz, el partido y el poco dotado, haciendo el ridículo frente al mundo con su triste vasito de leche para todo el…
Muchas son las mentiras y las manipulaciones del castrismo para alargar la maldita agonía que sufrimos los cubanos. Las hay de todas formas y colores, tamaños e incluso olores, enumerarlas resulta imposible pues se necesitarían muchas vidas para contar la triste historia de un pueblo al que obligaron, mediante promesas de un futuro mejor, a piar como pichones obedientes esperando a que sus progenitores les pongan el alimento regurgitado en sus indefensos piquitos.
Pero a la mentira que si me quiero referir es a la de que el exilio cubano apoya el ante-proyecto de constitución socialista que la dictadura intenta pasar, como quien no quiere las cosas, para que en los próximos siglos la revolución del picadillo mantenga su poder en Cuba.
Otra burda manipulación la de utilizar a testaferros sembrados en el exterior, agrupados en una coalición de asociaciones irrespetuosamente llamada martiana, conformada por no más de quince sujetos, y que se hacen pasar por portavoces y representantes de la diáspora cubana, cuando todo el mundo sabe que no son más que un grupúsculo de infiltrados del castrismo encargados de mantener la división en el exilio y que se amparan, escudan y protegen cobardemente tras las leyes de una auténtica democracia como la norteamericana.
Desmitificar las mentiras y las manipulaciones del castrismo es destruir la falsa imagen de “revolución social” que se han inventado esos criminales por casi 60 años, otro paso hacia la destrucción del castrismo.
Ricardo Santiago.