El miedo es uno de los “tragos” más amargos que existen. La cobardía es su botella, su copa y su “saladito”. La cobardía protege un tiempo pero, al final, siempre nos mata. La cobardía es un “bicho” que se oculta en nuestro interior, se apodera de nosotros, nos domina, nos transforma y nos limita para vivir en Cuba una vida que de por sí es bastante agresiva, tormentosa y abusadora.
Yo, muchas veces, y ante determinadas situaciones, he sentido y siento miedo, bastante, no lo voy a negar ni a justificar. El miedo es al ser humano como la mordida inexperta a un pan con croquetas, a aquellas croquetas que vendían en Cuba y se te pegaban en el cielo de la boca y teníamos que meternos el dedo para despegarla porque si no te ahogabas, te ibas del parque por exceso de “gluten” o por falta de “libertad” para respirar.
Esa horrible situación, la verdad, a mí me producía terror, me ensuciaba literalmente en los pantalones cada vez que me pasaba. Croquetas de subproductos de…, les decía la dictadura castro-comunista para justificar su mala calidad.
fidel castro implantó en Cuba un Estado de terror mucho más complejo y enredado que la simple croqueta “asesina” del socialismo.
El miedo al comunismo, a su doctrina, a la mismísima revolución del picadillo y a su inventor en jefe, subyace en nuestra conciencia de seres cubanos porque fue inoculado en nuestros cuerpos con amenazas de fusilamientos, presidio, escarnio público, torturas, destierro y el copón bendito, mediante toda forma de reprimir, torturar y lastimar que les fuera útil a esos sicarios para someter y “educar” a un pueblo que lo único que quería era ser feliz.
El castrismo nunca escatimó esfuerzos ni recursos para tender sobre los seres cubanos una sábana de oscuridad y represión. Sus ejecutores se especializaron en métodos de exterminio de la razón mucho más sofisticados que los aplicados al pueblo alemán por la Gestapo hitleriana.
“Programaron” a cada cubano para que se autocensurara, sembraron en cada uno de nosotros la desconfianza para expresarnos con libertad, para reclamar nuestros derechos y hasta para exigir lo que nos “toca” por la libreta de racionamiento, dicho de otra manera, nos obligaron a convertirnos en la gatica de María Ramos.
La cobardía se manifiesta en los hombres de muchas formas y maneras. El miedo, antes de llegar al espanto, pasa por diferentes fases en las cuales vamos perdiendo nuestra esencia, la razón, el sentido común y la cordura, hasta que nos volvemos “poquita cosa” y quedamos a merced de los abusadores para ser dominados y manipulados.
Una dictadura totalitaria, como la castrista, es especialista en esas macabras formas de dominación. El control ejercido con mano de hierro deja muy pocas opciones a los individuos para vivir y desarrollarse.
De niños tuvimos miedo a los abusadores, a la oscuridad, a las alimañas del patio, a los cuentos de aparecidos, a la chancleta de mami, a los “juguetes sin cuerda”, a los truenos y a los castigos.
De jóvenes temblamos ante la posibilidad de hacer el ridículo, a las burlas de los amigos, al amor mal correspondido, a los calzoncillos sin elásticos, a que se nos rompiera el pantalón por el fondillo, a suspender los exámenes y que mamá se enterara, a no tener futuro y a la vida.
De adultos se nos complicó el panorama, quienes no superaron las fases anteriores se jodieron y le sumaron el pánico a no tener trabajo, a que los hijos torcieran el camino, al desamor, a no poder pagar los “biles”, al desprestigio y a la muerte.
Las personas cobardes son lastimosamente infelices. Un “penco” siempre se suma al bando de los que tienen el poder, los adula y venera como única forma de ocultar su alma miserable. Llega a ser muy dañino porque es obediente a su amo y como tal actúa, delata, ejecuta, blasfema y asesina si su patrón se lo ordena.
Los comunistas son cobardes por naturaleza, su guapería no es más que el ejercicio del poder. Se manifiestan como jauría feroz aunque en el fondo no son más que un simple rebaño. La prueba de ello es que fidel castro jamás estuvo en primera línea de combate, siempre otros pusieron las heridas o la muerte por ese maldito hijo de perra.
Los seres cubanos debemos superar el miedo a ser libres, tenemos que despojarnos de toda esa mierda que nos inoculó el castrismo, solo así la Patria nos contemplará orgullosa y quedará complacida…
Ricardo Santiago.