Aquí que cada cual saque sus propias conclusiones, haga su análisis con un pomito esterilizado y juzgue, con sus propias neuronas de pensar, para que lleguemos a entender, de una buena vez y por todas, que luchar por liberar a Cuba de ese maldito estigma, de esa pérfida revolución de las sombras largas y de ese criminal socialismo de alcantarillas, es una acción que parte de la vergüenza de cada ser cubano y tiene que estar desprovista, absolutamente carente, de egos altisonantes, de intereses personales, de ambiciones de poder caciqueras, de pandillerismos, de camancolas tercermundista, de oportunismos, de cobardía política y de la otra y de verdes que te quiero verde para uso personal.
Desde hace muchos años, es decir, desde que aparecieron los Grant para luchar por la democracia en Cuba, para supuestamente salvar los derechos humanos en un país avasallado al ciento por ciento por una criminal dictadura y para auxiliar a los seres cubanos de no morir en el intento de ser humanos, hemos sido testigos del surgimiento de una “casta” de independentistas que con el viejo y gastado cuento del enfrentamiento a fidel castro, han accedido a esos fondos, originarios del erario público norteamericano, sin el más mínimo resultado en la concreta, sin lograr mover ni un milímetro a esos delincuentes de su letrina revolucionaria, sin alcanzar ni un ápice de libertad para el pueblo cubano y sin tumbar a la tiranía del tibor del socialismo.
Lo único que han logrado tales “independentistas” es enriquecerse morbosamente, alcanzar un extraño poder y estatus en los Estados Unidos, acceder a innumerables propiedades, empresas y patrimonio, mientras Cuba y sobre todo el cubano descalzo, mueren de ampollas en los pies, de hambre, de miseria, de enfermedades y de locura, sin tocar al dinero que fue destinado a ellos.
Pero, lo más criminal, lo más cruel y traidor a mi juicio, es ver cómo en los últimos diez años hacia la fecha, tal actividad de extorsión, de saqueo y robo, al contribuyente norteamericano, se ha visto exacerbada con la aparición de una serie de “libertadores” que, desde una silla de computadora, desde un sofá calientico y cómodo, desde una poltrona ensangrentada o desde un taburete reclinado hacia la pared que más les remunere, han aparecido en Internet, han inundado las redes sociales, con un discurso muy agresivo, muy histérico y muy gritón, haciéndonos creer que son los nuevos cowboys de la galaxia que, con su belicosa lengua, con sus ojos salidos para afuera e inyectados en sangre, con su intransigencia radical y con su totalitarismo de derecha ambidiestra, repito, todo depende pa’ donde sople el viento, nos van a liberar a los cubanos, a los seres cubanos, del cepo y la tortura castro-comunista.
Pues no, queridos “mambises” de las redes sociales, lamento decirles que por el camino que van, robándose descaradamente los fondos y las donaciones del buen sentimiento altruista del gobierno americano, la libertad de Cuba y de los cubanos nunca va a llegar, la dictadura castro-comunista es cada vez más eterna y ustedes, malditos descarados, son cada vez más ricos, tienen más propiedades y se burlan con mayor desfachatez, en nuestra propia cara, de todos nosotros.
Pero pasa que nosotros los seres cubanos, después del 1 de Enero de 1959, necesitamos a ultranza que venga otro, otro cabroncito de la cultura, a decirnos qué tenemos que hacer, hacia dónde tenemos que marchar, cuánta mierda tenemos que comer y a quién tenemos, sí o sí, que aplaudir.
Para que tengamos una idea, lo más cercano a la verdad, es que la mayoría de esos independentistas de taburete en su pasado en Cuba estuvieron ligados, unos más estrechamente y otros menos, a esa maldita revolución de las sombras largas. El noventa y nueve por ciento de tamaños gritones del radicalismo anticomunista fueron o son, vaya usted a saber, funcionarios, peones, activistas, ratas encantadas y hasta incluso gendarmes, de ese régimen oprobioso que sacude a Cuba, diariamente, como un huracán categoría cien en la escala de sufrimientos del pueblo cubano.
La realidad que vive hoy la diáspora cubana es terrible. Un grupúsculo de señores de la supuesta guerra anti-comunista, abrazados e impulsados por una maquinaria de poder que opera desde las sombras, nos han impuesto una neo-dictadura aquí, en el mismísimo corazón de este exilio redentor, con el cuento de que estamos infiltrados, que algunos le hacemos el trabajo al castrismo en Miami, que somos agentes de opinión o de lo otro, en fin, que trabajamos para la tiranía y así justificar el acceso a los donativos de un exilio que, a mi modo de ver, no sé como, a esta altura del partido, aun tiene recursos, materia gris y garganta, para tragarse el cuento de tales impostores.
Continuará…
Ricardo Santiago.