El presidente de un país no puede ser un sinvergüenza ni un degenerado porque, entre muchas cosas, su puesto es un cargo público y debe respeto y transparencia a quienes lo eligen y pagan su salario.
Un presidente es, en esencia, un funcionario que está sujeto al escrutinio de los demás por su buena o mala praxis y por su actitud ante los problemas que aquejan a sus ciudadanos. Le guste o no, es uno de los riesgos que debe asumir por ser una figura pública.
La decencia de un gobierno se mide por el respeto que muestre a las Instituciones democráticas y a las quejas, disgustos, inconformidades y frustraciones de su pueblo.
Pero los gobiernos totalitarios se “ensucian” en todos estos conceptos y en cualquier crítica que se les haga, incluso para que mejoren su gestión y salgan del atolladero nauseabundo al que arrastran a sus países.
Un gobierno comunista prefiere invertir las riquezas del pueblo en propaganda política para hacerse creíble ante el mundo y no en favorecer y evolucionar la vida de sus ciudadanos. La historia lo ha demostrado y en el caso de Cuba con creces.
En nuestro país por cualquier motivo el gobierno castro-comunista y sus come-moringas llaman a una marcha del pueblo combatiente, un desfile revolucionario, un mitin de repudio, un minuto de silencio o nueve días de duelo absoluto o a una jornada de pin, pon fuera…, no les importa si es en horario laboral o si tienen que detener la producción de cualquier cosa, les da lo mismo porque según ellos defender el socialismo está por encima de la productividad de la patria y de que el pueblo satisfaga sus necesidades materiales y espirituales.
Los comunistas prefieren el cotorreo político y la gritadera de maldiciones contra sus adversarios a la fabricación de insumos y a la necesaria “despensa llena” del resto de los ciudadanos. Dice mi amiga la cínica que: “Para estos degenerados barriga llena corazón contento es sinónimo da cagaleras e infartos y ellos cuidan la salud del pueblo por encima de todo”.
El difunto Fidel Castro se eligió a sí mismo como Presidente de la Republica de Cuba. No fue elegido por votación popular, aprovechó la confusión y la euforia del pueblo para adueñarse del poder y la libertad de los cubanos.
El occiso Fidel Castro llegó a la presidencia de Cuba a través de actos que hoy son considerados como terroristas por la mayor parte de las naciones e individuos racionales de este planeta.
Fidel Castro orquestó, junto a sus secuaces y lameculos, un sistema de gobierno que siempre le perteneciera y en el que nunca peligrara su liderazgo, enmarañando, enredando y apagando para siempre el deseo de cambio de los cubanos aun después de su muerte.
Es necesario que estas ideas queden bien claras.
Hoy los cubanos no podemos decidir qué queremos para nuestro país, nos ataron las manos, los pies y hasta la capacidad de equivocarnos, nos obligaron y obligan día tras día a tragarnos este purgante de parásitos, explotadores y oportunistas.
Cuando Fidel Castro tuvo que abandonar su “amado puesto”, por su “secreta enfermedad”, estoy seguro que quiso dejar a uno de sus hijos en el “trono” como es la tradición monárquica o caudillo-tribal de algunos países (donde por cierto esto es legal). Pasa que haciendo un conteo entre su extensa prole se dio cuenta que esta está conformada por corruptos, vividores, oportunistas e inútiles, por lo que en un acto de desesperación y convalecencia senil no le quedó más remedio que echar mano, con la intención de perpetuar su apellido en pleno Mar Caribe, de su incompetente, caricaturesco y vilipendiado hermano.
Cualquier Presidente que no sea electo en votaciones populares y democráticas, compitiendo limpiamente con otras ideas o grupos políticos, es un dictador platanero y un ladrón de la soberanía y las libertades cívicas de un país.
Mi protesta continúa…
Ño, diste en el clavo. Ursurpadores de poder, monarquía barata de ladrones. Estoy 100% de acuerdo contigo. Quien no llegue al poder por consulta popular, no es más que un dictador. No celebro la muerte de Fidel por que murió de una muerte fácil, natural. Me hubiese gustado ver su juicio, sentado en el banquillo de los acusados cabizbajo y humillado. Como dijo Vargas Llosa «Fidel la historia no te absolverá «