Esa mierda del castro-comunismo se presta pa’ muchas cosas. He visto, por ejemplo, a personas brillantes, muy inteligentes, “lavarle en cuatro patas el c… al tirano”.
La realidad es que la doctrina de esa mafia-militar-familiar, que se apoderó de Cuba desde hace más de sesenta y tres larguísimos años, no es ni comunismo, ni socialismo, ni capitalismo, ni ninguno de los ismos conocidos por la filosofía contemporánea, lo de esos sinvergüenzas, ladrones, represores, dictadores y delincuentes, es castrismo, es una malevolencia disfuncional que se pega en el alma de los hombres débiles, de los inmorales, de los flojos de espíritu, de quienes padecen ceguera mental, desvergüenza o son amantes a meter las manos en letrinas ajenas.
A esos mequetrefes, correveidile del ridículo, esa doctrina sin sentido les viene como anillo al dedo, los corroe desde dentro y los lanza como carroñeros ideológicos para justificar los desmanes, la incompetencia, las arbitrariedades y los destrozos que generan sus “progenitores” en jefes en un país al que ya no le queda ni donde amarrar la chiva.
La tarea fundamental de los vocingleros al servicio del castrismo es gritar, amedrentar, “golpear”, reprimir y despotricar contra todo aquel que, en su libre derecho a expresar su opinión, desenmascara la peor dictadura de este hemisferio y, me atrevería a asegurar, de otros más pa’llá también.
La doctrina castrista, y la llamo castrista porque en definitiva fue fidel castro quien la inventó, la puso en práctica y la difundió por el mundo como una telenovela barata, no tiene un basamento científico, teórico, práctico y ni siquiera lógico.
Esa melcocha astringente es el resultado del bate-bate mi chocolate, de lo peor de las ideologías represivas de la historia de la humanidad, más una pizquita, o “pizcota”, del “ingenio” del hijo de puta más grande de Birán, un hombre que ante todas las cosas fue un degenerado, un mentiroso y un especialista en hacerle creer a los cubanos que la Patria era esa porquería de revolución y que la moringa sabe mejor que un bistec con cebollitas.
Y digo un especialista de las mentiras de engañar porque hay mentiras que nadie las cree y pasan de largo sin fu ni fa, como si te he visto ni me acuerdo, pero las mentiras de fidel castro, cada una de ellas, desde la más chiquitica hasta cuando dijo que Cuba era un país libre, un Cuba Libre, demolieron la credulidad de toda una nación, embadurnaron a los cubanos con falsas expectativas y convirtieron a todo un pueblo en esclavo de una esperanza de vida que nunca llegó y que no nos llegará mientras estén esos malditos usurpando el poder y robándose lo poco que nos queda.
Triste pero real. Los seres cubanos aun esperamos por la cesta de la abundancia que nos prometió fidel castro el 1 de Enero de 1959, promesas que continúo su ridículo hermano con la versión chistosa del vasito de leche nacional y que ahora mantiene el idiota de díaz canel que no sale de una imbecilidad pa’ meterse en otra.
Por eso el castrismo no es una ideología de respeto. El castrismo carece de seriedad porque todo cuanto promulga es para la consolidación del totalitarismo como forma suprema de ejercer el control, de consolidar los poderes en una sola persona y cuando esto sucede los gobiernos se convierten en tiranías y todo lo que generan es puro atraso, desgobierno, pobreza, involución, atascamiento y “mentira, quién te lo va a creer…”.
Al principio muchos caímos en la trampa de la mantequilla, el vaso de leche, el café Caturra, los plátanos micro jet, el azúcar pa’ endulzar la amargura, el arroz con leche me quiero casar, hormiguita retozona, la olla de la presión alta, los refrigeradores chinos que nunca se rompen, el agua calientica pa’ bañarse, la carne “ripia’ita”, el yogurt de leche de búfala, los quesos mentales, la libertad y la vida, pero sólo basta un golpe de viento para que las promesas del castrismo se desbaraten y develen un país en ruinas, una represión salvaje, una emigración desesperada y un hambre que le traquetea los coj…
El castrismo es tan insulso y tan mediocre que exporta su “riqueza”, perdón, su maldad, hacia todas partes con total descaro, no tienen límites, la falta de coherencia, y de una fundamentación seria, les permite hacer el ridículo sin darse cuenta que, la fosa ideológica en que han convertido una parte de Cuba, o gran parte de ella, no es menester de personas inteligentes que los contemplan con repugnancia y asco, con mucho asco…
Ricardo Santiago.