Los perros del castrismo tienen rabia, sarna y… ¡Cuidado, contagian…!





Los perros del castrismo (animales de dos patas, nunca confundir con los de cuatro) andan por estos días revueltos, acalorados, protestones, encabronados, malditos y quieren saltar, morder y contagiar con su virulenta rabia y su asquerosa sarna a quienes los critican, los abochornan y les “ponemos el dedo” por la cantidad de sandeces y estupideces que ladran para defender a su amo que, por cierto, ya les da muy poco de comer.
Estos canes amaestrados a golpes de consignas patrioteras, letreritos revolucionarios, panfleticos ideológicos, mentiritas del más acá, discursitos del bla, bla, bla, cañitas a tres trozos, huevo hervido aunque les queme el hocico, ladra fuerte pa’ chivatear y piltrafas mondongueras están cayendo, cada vez con mayor notoriedad, en la absurda docilidad de seguir a un amo que sólo está esperando que la cosa se ponga más mala pa’ salir echando un pie.
La educación, perdón, el amaestramiento castrista a sus perros de presa es bien sofisticado. Los dividen en grupos y los encierran en diferentes jaulas según el objetivo o a quien van a “morder”, lo hacen para que no se confundan y “mastiquen” una “nalga” en vez de un “tentempié”.
Hay perros castristas para todo, para lo que menos uno se imagina. Estos animalejos bípedos son entrenados por sus dueños hasta para estar calladitos haciéndose los mansos, los entretenidos y los buena gente, pero en realidad sólo esperan el mejor momento para saltar y matar a traición, porque a eso apuestan sus patronos, a tener una manada de tracatanes que muerdan por la espalda porque ellos mismos son incapaces de enfrentar una verdad que cada vez los aplasta más y más y más.
La dictadura castrista se desangra, se pudre y agoniza. Hoy hacen el ridículo frente al mundo porque ya nadie les cree sus cuentos, sus mentiras y la falsa grandilocuencia de vender una supuesta revolución que no ha hecho más que destrozar a una nación, sumir en la miseria a un pueblo entero, destruir la infraestructura económica de un país, avasallar las libertades cívicas de sus ciudadanos y engordar desproporcionalmente las arcas de una familia, las barrigas de un muy reducido grupo de sus pérfidos secuaces y los culos de sus perros defensores con migajas que se ven, pero que no se comen.
Fidel Castro, pa’ congraciarse frente al mundo, llamó a su golpe de estado del 1 de Enero de 1959 “la revolución cubana”, pero bien que pudo nombrarla la pandilla castrista, la camorra cubana, los bandoleros de Birán, los cuatreros de la salsa o del reguetón, Fidel y sus amiguitos, cuatro barbú y un perro, la cochambre revolucionaria, el despelote ideológico, los suspiros de Raulín, los asesinos de caramelo o los manigüiti un peo, cualquiera de esos nombres le hubiera quedado requete bien al peor suceso en la historia de Cuba.
La diplomacia internacional actúa por inercia política frente a estos tipejos destartalados moralmente, yo a veces pienso que apuesta más porque la vergüenza y la lógica del tiempo les pase factura que por sanciones legales contra un régimen que, a ojos vistas, es superlativamente corrupto, totalitario, dictatorial y tiránico.
Los perros del castrismo son malos cantidad. Son el producto de la mezcla de diferentes razas de perros falderos, policías, oledores de cucu, muerde y no suelta, tragones, chillones, babosos, le tengo miedo al gato, traicioneros y de los que muerden la mano que les da de comer.
Los perros del castrismo son muy peligrosos, extremadamente dañinos porque son imbéciles al cubo, para poner un sólo ejemplo, uno que a mi juicio es de los más sensibles, estas alimañas dicen que los niños en Cuba son felices, los más felices del mundo, y entonces yo pregunto: ¿Por qué si los niños en Cuba son tan felices, cuando se convierten en jóvenes, quieren emigrar para donde sea Fidel?
No, no y no, los perros del castrismo ladran sin argumentos, chillan porque sólo obedecen ciegamente la orden de sus amos, repiten el jau, jau, jau de la dictadura asesina de los Castro para no perderse el chupado huesito que les tiran y que: ¡Coño por poquito me saca un ojo…! para después, sin ningún tipo de vergüenza o de decencia en sus conciencias, hacerse caca en el medio de la calle.
¿Cuántos cubanos no nos “cortamos” alguna vez con una inmundicia de estas?
Ricardo Santiago.




3 comentarios en «Los perros del castrismo tienen rabia, sarna y… ¡Cuidado, contagian…!»

  1. Magistral, eso es lo que llamo yo hablar en cubano!! Perfecta radiografia pintada con la gama de colores hechos para la paleta cubana. Que fluir de palabras cubanas!!

    Responder

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Translate »