La prostitución existe en Cuba desde la época de Ñañá Seré. El comercio del cuerpo femenino y masculino para los placeres sexuales es condición innata de todas las sociedades, de cualquiera, incluso hasta de las más cerradas, estrictas y prohibitivas.
La gran diferencia es que los Castro lanzaron al mundo una imagen de “puritanismo bolcheviquiano” mintiendo, estafando y embaucando a quienes quisieron creerles que en Cuba nadie se prostituía y que al “hombre nuevo”, ese de pelado corte cuadrado, bigotico y camisita a cuadros, no le gustaba “el relajo”.
Nada ni nadie puede ignorar esta forma de “economía” que por demás es una industria que mueve millones alrededor de todo el mundo. Las causas por las que una persona suele vender su cuerpo son diversas y van desde el puro placer por el sexo mismo hasta ser esclavos de algo o de alguien. Pero la dura realidad, la razón fundamental, la generalidad por la que hombres y mujeres caen en este triste “ejercicio” son la miseria, la falta de opciones profesionales, el desamparo, el hambre, la mediocridad generada por los falsos valores, el facilismo, la desesperación y las pocas perspectivas de futuro.
Como quiera que Cuba es ejemplo de miseria física, espiritual, material y de valores generada y causada por esa terrible dictadura que desgobierna a los cubanos desde el 1 de Enero de 1959, muchos de nuestros paisanos se hunden en los terribles vericuetos del “todo por uno” para lograr una supervivencia que la mayor parte del tiempo es falsa por los peligros que encierra en sí misma. Triste pero es así.
¿Es la prostitución un oficio? Respuesta difícil. ¿Debe ser legal? Más difícil aun de responder.
Dice mi amiga la cínica que la mayor prostituta que hay en Cuba es la dictadura de los hermanos Castro. Dice también que Raúl Castro actúa en su “cargo” como una prostituta desvergonzada, alcahuetera, patisucia, “loca”, avariciosa y “vieja”.
La justificación de mi amiga es que los Castro siempre se han vendido al mejor postor, al más baratero, al que más mierda les oferte sin protestar, a quienes ellos les puedan sacar la mayor cantidad de regalías sin importarles la calidad ni la estética porque: “total, todo eso es para vendérselo al pueblo pues nosotros compramos en París”. Me parece estar oyendo a Mariela Castro.
La dictadura pedigüeña-croquetera-castrista de La Habana siempre quiso “vivir sin trabajar” y nunca tuvo reales intenciones de propiciar comodidad, desarrollo, abundancia, bienestar, riquezas y tranquilidad para el pueblo cubano, por eso pactó hasta con el mismísimo demonio y a cambio entregó, indistintamente, la soberanía nacional a los soviéticos, los chinos, los ex países socialistas, a empresarios españoles, italianos, canadienses y ahora, pero por debajo de la mesa, “para que nadie se dé cuenta y no tener que tragarnos toda la mierda que hemos hablado por más de 50 años”, a los americanos.
Esto se llama prostitución de Estado y de gobierno. Mientras tanto el pueblo humilde sufriendo y padeciendo los excesos de los “amores desenfrenados” de las “concubinas del petróleo venezolano”.
El pueblo de Cuba ha visto pasar uno a uno, a lo largo de estos casi sesenta años, a los amantes adinerados de esta maldita dictadura pornochacumbelera, desfilar en los actos de protocolo y las alfombras “rojas, rojitas” meretrices y proxenetas de la izquierda y la “conveniencia” internacional, mientras los cubanos se consumen en la esperanza de un día mejor, de una promesa que no llega y de un futuro que, a decir verdad, sólo existe si somos capaces de cambiarlo nosotros mismos.
A mi particularmente el término “puta” no me gusta, lo siento muy ofensivo. Hoy en Cuba muchos jóvenes practican esta “actividad” como medio de vida, se han visto obligados por la propia mierda que ha repartido la castro-dictadura a lo largo y ancho del país y que ellos, a golpes de bombos, platillos y “látigos con cascabeles en las puntas” nos dijeron que sería distinto, diferente y mejor a la Cuba de antes de 1959.
Pero el barrio Pajarito y Yarini deambulan hoy por La Habana como fantasmas en vida, vendiendo y conquistando almas para un comercio que, por desgracia, involucra hasta menores de edad.
Pues sí, aunque no me guste el término no puedo decir otra cosa: esta es una puta dictadura la que nos tocó a los cubanos, un martirio maldito anunciado a voz en cuello por más de cinco décadas y que al final no pasó de ser otro farolito rojo encendido en la vergüenza de los cubanos.
Ricardo Santiago.
jejeje… es increíble que Fidel Castro después de muerto tiene a muchos sufriendo y solo muestran frustración e impotencia en su letras dolidas, NADIE pero NADIE tuvo los cojones de matar a ese presidente y lo dejaron morir de viejo cuando solo Dios quiso, así que si por casualidad son cubanos los que escriben tanta frustración por favor, no digan que son cubanos y métanse la lengua donde saben porque los verdaderos cubanos somos luchadores y nos enfrentamos a los problemas con nuestra vida NO con la lengua desde lejos y con el enemigo ya muerto, lo mejor que hicieron fue irse de Cuba y solo les falta no decir que son cubanos cuando en sus letras muestran COBARDÍA, IMPOTENCIA Y DEBILIDAD MORAL.
Solo lengua es lo que tienes,que bien te queda el nombre