Esto de las elecciones generales en Cuba es el cuento de la buena pipa, la teoría científica del boniato salcocha‘o, la tomadura de pelo más cínica de este mundo, los caraduras y los carablandas del castrismo haciendo el ridículo, el pueblo con los nervios de punta por culpa de la “democracia socialista” y el “poder popular”, el partido único con candidato único, los pioneritos madrugando y sin desayunar pa’ cuidar las urnas, a la mayoría de la gente que no les importa porque nada va a cambiar, un candidato que se fue en balsa y se llevó la libreta de abastecimientos, a elegir a los “mejores” y los “mejores” han destruido el país de punta a cabo: ¡Hasta cuándo el descaro, la mentira, la farsa, el engaño, el circo en televisión, los locutores-patriotas anunciando que dos goticas de agua cayeron sobre mis pies y se formó un fanguero del carajo! ¡Hasta cuándo, eh! ¿No les da vergüenza parti’a de hijoeputas?
Confieso públicamente que nunca he entendido cómo funciona en realidad el proceso electoral cubano. Yo siempre me quedé en la elección del delegado de la circunscripción, ese militante del partido comunista que se suponía resolvería los problemas de la cuadra donde vivíamos, es decir, la fosa séptica de la esquina reventada perennemente, el elevador del edificio que siempre está roto, el basurero de la otra esquina que pasan semanas y nadie viene a recogerlo, la vecina que a pesar de ser de lo más integrada al proceso tiene tremendas goteras en el techo de su casa y nunca le dan los materiales para arreglarlo, el pan que cada vez lo hacen más malo porque se roban la harina y el aceite, una familia que es un caso social muy desgarrador pero que nadie del “gobierno” le presta atención, los muñequitos rusos que me tienen hasta la coronilla y ayer pasaste por mi casa y me tiraste una diputada…
Las elecciones en Cuba son un puro teatro, aun así siempre digo que hay que reconocerle el mérito al siniestro, maquiavélico, torcido, latifundista mental, “jamonero” de la ruta 34 y pervertido que inventó el entramado electoral cubano con el cuento incluido del delegado del Poder Popular, la Asamblea Municipal del Poder Popular, la Asamblea Provincial del Poder Popular y la Asamblea Nacional del Poder Popular, en realidad el tipo se quedó trastornado pariendo la maquinaria más perfecta para producir la bobería, perder el tiempo y asesinar las esperanzas de desarrollo económico y social de los cubanos.
Pura burocracia socialista y un salvoconducto dictatorial para camuflar el robo, la corrupción, el sociolismo, la portañuela abierta, la guachipupa que no sabe igual que antes, la extorsión, la depredación y la malversación de los “bienes del pueblo”, el hurto de los “recursos del Estado” y el bandolerismo de funcionarios, casi todos, o todos, militantes del partido comunista.
Entre toda esa mierda burocrática y partidista es donde justamente se pierde, se esfuma, desaparece y secuestran la democracia del pueblo cubano.
Esta forma de “gobierno” castrista no es otra cosa que la legitimización de una dictadura que ya tiene 60 años y que ha ejercido el dominio absoluto de la sociedad cubana con plenos derechos “constitucionales”, absoluta impunidad totalitaria y un férreo control sobre las instituciones que deben “vigilarlos”.
Cuba es un país donde nadie elige a nadie porque no hay a quien elegir. A los candidatos para Presidente de la República se los llevó un perrito en la boca. ¿A quién, en su sano juicio, en esa Asamblea Nacional donde todos levantan la mano a la misma vez, se le ocurriría proponer a Pepe Membrillo para presidente de Cuba? ¿A quién?
No, el pastel está cortado, repartido y los jerarcas de la dictadura, con los Castro al frente, se llevaron todos los pedazos para sus casas, al pueblo no nos dejaron nada.
El cubano no vota por su presidente, no vota por el programa político que le gusta, no vota por la ideología que más le llega a las entrañas, no vota por una administración que sea de su agrado y se supone resolverá sus problemas, no vota por un ciclo presidencial con la oportunidad democrática de cambiarlo o reelegirlo, en fin, el cubano no vota por nada, al cubano la paz y la gloria se las convirtieron en un cacicazgo nepotista, ineficiente, vandálico, descara’o, chapucero y eterno.
No esperemos nada de la cínica y burlesca convocatoria a elecciones en Cuba en el 2018, lo más seguro es que se mantenga el funesto apellido mortal que hemos tenido pero, si por casualidad hubiera algún cambio, sería un monigote manipulable, un vente pa’quí y vete pa’llá igualitico a aquel que tuvimos por los 60s y los 70s del siglo pasado que, dicen, terminó hasta dándose un tiro de la vergüenza.
A los cubanos sólo nos queda BOTAR…
Ricardo Santiago.