Nuestros padres nos educaron con la ilusión de que fuéramos mejores que ellos, de que nos convirtiéramos en importantes profesionales porque, según Fidel Castro y sus altoparlantes bullangueros del socialismo sí se puede, crecíamos en un país de “luz y progreso” donde gracias al sacrificio y a que más de “25 001” cubanos ofrendaron sus vidas, triunfó una revolución de obreros y campesinos.
Muchos de nuestros progenitores se tragaron ese cuento y, esperanzados en la creencia de que Cuba tendría un “futuro mejor”, se esmeraron en nuestra formación y nos exigieron estudiar porque la Patria se iba a convertir muy pronto en tierra de grandes oportunidades, prosperidad y bienestar para todos.
Las exigencias paternas y maternas, muchas acordes con las nuevas doctrinas que la “revolución” propagaba por todas partes y que nos salían hasta en la sopa, nos decían que estudiáramos mucho, que llegáramos a la Universidad, que nos graduáramos y: “Ya verás que con un título debajo del brazo todas las puertas se te abrirán…”.
Pero en 1980 sucedió el segundo éxodo importante de cubanos hacia los Estados Unidos. Un éxodo multitudinario que sorprendió a muchos. Más de 120 000 cubanos abandonaron Cuba y no se sabe cuántos no pudieron hacerlo, demostrando que algo no estaba bien y que la inconformidad popular era mucho mayor que la mierda que hablaba el “gran líder” en sus interminables discursos.
El “futuro” en Cuba se construía a base de promesas, gritos, consignas patrioteras, sacrificio popular, restricciones y un odio feroz a los americanos por ser los “causantes directos” de todas nuestras desgracias. La dictadura castrista sustentaba su existencia en una dependencia enfermiza de la Unión Soviética mientras el famoso desarrollo económico y social, prometido por Fidel Castro desde el 1 de Enero de 1959, se iba por los retretes del Comité Central como un vulgar apretón estomacal de “nuestro” máximo líder.
Delante de nuestras propias narices se forjó la involución de la Patria. El retroceso hacia el lado oscuro de la existencia fue inducido por un grupo de inoperantes e inescrupulosos “dirigentes” que se enriquecían y se acomodaban mientras le exigían al pueblo más austeridad, devoción y sumisión a la revolución porque ellos se “sacrificaron” por todos nosotros y ahora nos tocaba devolverles el favor, un favor que va a cumplir 60 años.
Los cubanos hemos vivido estos 58 años creyéndonos la “amenaza” de que los yanquis nos quieren, de una forma u otra, borrar de la faz de la tierra. Esa ha sido la constante y “el salve” de los mamarrachos ideológicos de la dictadura cuando quieren exacerbar los sentimientos patrioteros de las masas y desviar la atención de las desgracias provocadas por los disparates del castrismo.
Recuerdo que de muchacho, para disimular el terror que sentíamos, nos contentábamos unos a otros diciendo: “No nos pueden tirar la bomba atómica porque también a ellos los coge…”
Nos graduamos de la Universidad ¿y qué? La mayoría de nosotros no encontró trabajo y anduvimos por La Habana y el resto del país como zombis laborales y el titulo de licenciados debajo del brazo, por cierto, el mío por poco se me pudre con el sudor, y después de muchos tropezones logramos ubicarnos en todo menos para lo que habíamos estudiado.
Lazarito “ganzúa” era un muchacho del barrio de mi misma edad, fuimos amigos porque estudiamos juntos hasta la Secundaria Básica, después cada uno agarró por su lado y, por esas cosas de la vida y la “juntadera”, se convirtió en ladrón de tendederas y de todo cuanto las personas dejaban “mal parqueadas”, como a él le gustaba decir.
Cuando los sucesos del Maleconazo en 1994 lo encontré, después de tantos años, porque fue a despedirse de su madre, la vieja Antonia, gran persona, y sin muchos miramientos me dio un fuerte abrazo y me dijo: “Acere me voy echando pa’l Norte que aquí ya no hay ni que robar…”.
El sacrificio, la devoción y la entrega en cuerpo y alma de nuestros padres a esa revolución para que sus hijos tuvieran el futuro prometido, fue pura mierda, sólo sirvió para que Fidel Castro se solidificara en el poder y se convirtiera en el verdadero “hombre fuerte de Cuba”.
Las generaciones de “hombres nuevos” se convirtieron en hombres-pájaros, hombres-peces y hasta en hombres-lobos y emigraron a los bosques gélidos de cualquier estepa perdida porque en nuestra isla tropical, en la más bella de todas, “ni huesos para roer y saciar el hambre…”
El futuro en Cuba con la dictadura castrista es ciencia-ficción.
Ricardo Santiago.
Ricardo, me llamó mucho la atención de tu amigo de estudios y ladron de tendederas LAZARITO «GANZÚA». En sus palabras «AQUÍ NO HAY NI QUÉ ROBAR»….probablemente sin quererlo, expresó la CRUEL Y TRISTE situación en que la la población cubana se encuentra. Claro tu amigo como uno más de los ciudadanos de a pie, no tenía más nada MATERIAL que robarle a sus conciudadanos, para él no quedaba más que llevarse. Sin embargo para el GRUPO OLIGARQUICO en el PODER SI QUEDABA MUCHO TODAVÍA POR ROBAR. RÉGIMEN CASTRISTA SI TIENE Y CONTINÚA ROBANDO Y SAQUEANDO A LA NACIÓN CUBANA. Le roba su DIGNIDAD, SUS VALORES, SU HISTORIA, SUS DERECHOS FUNDAMENTALES, LES ROBA SUS ALMAS EXPLOTÁNDOLOS, SOMETIENDOLOS A VIVIR EN UNA MISERIA MATERIAL Y ESPIRITUAL.