Al principio, en los primeros años de repartir la escasez, por allá por los 60s y los 70s del siglo pasado, todo era más fácil en el difícil arte de la subsistencia para los cubanos: “suave por fuerte”, “azúcar por arroz”, “leche condensada por cigarros”, “arroz por café”, “tabacos por azúcar blanca” y así todo el mundo feliz, tranquilo y contento, creyéndonos que pronto se acabaría la crisis porque nuestro “gran líder” no se cansaba de decirlo, repetirlo y prometernos que viviríamos en el mejor país del mundo.
El “trueque revolucionario” funcionaba en aquel socialismo porque lo poco que había, según decía la propaganda castrista, se repartía “equitativamente” como productos normados: despacito… de uno en fondo y sin moloteras que alcanza para todos… Al menos eso era lo que creíamos en aquella época.
Pero la crisis en Cuba se hizo eterna y lo que debió ser por unos pocos años, es decir, la miseria colectiva, el apriétense los cinturones, la harina de maíz a todas horas, la patipanza, el jabón Nácar y el Batey, los apagones y un, dos, tres, izquierda, izquié, se fueron convirtiendo en parte integral de la familia cubana, se fueron sumando a nuestras conciencias de tal manera que los cubanos somos el único pueblo del mundo que nos atracamos con discursos y cagamos ideologías…
Cada discurso que teníamos que empujarnos, por cualquier ocasión y hasta sin motivos, traía siempre lo mismo con lo mismo: Los americanos son unos hijos de puta, los del “campo socialista” son nuestros hermanos, el bloqueo asesino y criminal, el precio del petróleo está por las nubes, la mafia de Miami nos quiere gobernar, los mercenarios del imperio quieren bailar en un ladrillito, Alí Babá y los 40 ladrones ¿son de aquí o son de allá? y más sacrificio, mucha resignación, bastante fe en la revolución y en la victoria que segurito que venceremos…
Nada, mucha resignación popular, poquita fe en el futuro y una escasez al tutti play fueron los elementos necesarios para el origen y desarrollo del mercado negro cubano, un mercado un poco “sui generis” si se tiene en cuenta que Cuba es una isla con un férreo control fronterizo, aduanal y, si todo está absolutamente “controlado”: ¿Cómo es posible que usted pueda encontrar cualquier producto fuera de la “oferta estatal”?
Definitivamente a Cuba entran, por cualquiera de sus puertos, todo tipo de mercancías imprescindibles para la vida, aunque no necesariamente todas para el consumo de la población. Pasa que el supuesto sistema de “control estatal” facilita el desvío y malversación de estos productos, originando que se disuelvan en el entramado oscuro del informalismo y generen un “abastecimiento” paralelo que, nos guste o no, ha salvado la vida de la mayoría de los cubanos por más de medio siglo.
No había necesidad pero se hizo indispensable, los castristas y sus demonios, con sus “inventos de esta es la revolución del pueblo”, generaron la crisis más larga y continuada en la historia de un país y de sus habitantes. La escasez de cualquier cosa, desde las necesarias, las útiles, las apetecidas e incluso hasta las soñadas han obligado a los cubanos a sumergirse activa o pasivamente en un sistema de mercadeo informal con una interrelación extraña y desigual entre productos-precios-salarios-subsistencia-vida que a casi todos nos indigna, nos desgasta pero nos obliga pues de lo contrario “vivir” sería un acto casi imposible.
En todos los países del mundo existe el mercado “paralelo” como otra alternativa para la satisfacción material o espiritual de las personas, no es un secreto, pero para los cubanos, los más honrados y los menos, los necesitados y los especuladores, los que pueden y los que no, todos, absolutamente todos, hemos visto como la Patria linda se nos ha convertido en un negro y terrible mercado para la “vida” por culpa de la persistencia de un régimen en mantener un sistema sociopolítico que no funciona y que desgasta, desgasta y desgasta.
La dictadura castrista sin querer admitirlo ha institucionalizado una de las desigualdades más terribles entre los seres humanos y la vida misma, la existencia de un mercado negro, súper negro, del cual ellos son los máximos responsables. Así de triste.
Ricardo Santiago.
La » bolsa negra», es un respiro de muchos, los alimentos de otros… Es la búsqueda de imprescindible para subsistir en medio de una decadente economia…
De todos los tipos de artículos se resuelven desde un alfiler hasta gafas graduadas, o desde Aspirinas hasta Meprobamato o Antibióticos.
En ese San Nicolás de la Incompetencia cada persona recurre o incursiona en este mercado negro, al cual debían nombrar Comité de Defensa de las Carencias.
La situación es muy bien manipulada por el dictador, porque el pueblo se convierte en un ente muy vulnerable, y cuando les conviene más de uno engrosa las filas en las cárceles o les decomisan casa, electrodomésticos. ..
En realidad ese mercado ni es tan negro ni tan subterráneo, es otra vía para controlar aun más a las personas y hacerlas partícipes de la corrupción castrista.
Amigos en esa Cuba de nada se mueve o se pierde sin el conocimiento de las estructuras de poder. Están ahí los archiconocidos militantes, cederistas, agentes de la seguridad, policías y chivatos.
En esa cadena, Hablando Claro, todos esos se salpican con suculentas ganancias, en tanto presentan a los cubanos de a pie como los únicos ladrones y secuaces.
La propia dictadura estimula ese mercado o bolsa negra. Recuerden que las ganancias circulan y recirculan y tienen como único almacén las ARCAS CASTRISTAS.
Muy bien Virginia. !!!!!!!