El comunismo en Cuba nunca existió, eso fue un invento y un oportunismo de Fidel Castro.
El socialismo, el comunismo, el nacionalismo, los gobiernos de izquierda y todo lo que se les parezca son doctrinas y movimientos condenados al fracaso, pura utopía, absolutamente probados a lo largo de la historia en muchos países, continentes y el estómago de miles de millones de sus habitantes.
El partido único, el líder eterno e “invencible”, los enemigos externos y abusadores, los “mercenarios internos”, el adoctrinamiento, la efectividad de la policía secreta, los órganos de vigilancia a todos los niveles, la propaganda nacional e internacional asquerosamente manipulada, el férreo control de los medios de información masiva y el lavado de cerebro entre otros muchas aplicaciones son muestras de que, en el fondo, es solo una doctrina que pretende el control de la sociedad y la permanencia eterna en el poder, generalmente dinástica.
En el mismísimo 1959 Fidel Castro debió convocar elecciones libres y reivindicar la Constitución de 1940 tal como había prometido (por cierto una de las más adelantadas de su época). Permitir que los cubanos, a través de las urnas, decidieran el futuro del país y salvaguardar la tranquilidad ciudadana porque tenía el control del ejército.
Una de sus primeras maniobras políticas fue la nacionalización de las propiedades de compañías y ciudadanos norteamericanos en la Isla, provocando que el gobierno de Estados Unidos decretara la Ley del Embargo Económico, acción que le vino como anillo al dedo pues se inventó la excusa que necesitaba para desbordar la histeria de las masas y convertir a los cubanos en fieles repetidores y seguidores de sus disparates.
Los soviéticos ni cortos ni perezosos le ofrecieron “ayuda preferencial”, si me pides el pesca’o te lo doy, dándole cierto poder para desarrollar su guapería antinorteamericana que le sirvió además para ganarse cierto reconocimiento internacional y de paso poner al mundo al borde de un desastre nuclear. En esos convulsos días nací yo, me contaba mi madre que yo queriendo salir y ella pujando pa’ dentro porque así pensaba me protegería mejor: “el hijo de puta de Kennedy con sus discursitos y yo pariendo, ¿tú has visto que locura más grande esa?”
Entonces ser comunista era la solución perfecta para los intereses de gobernabilidad perpetua de este pandillero universitario y guerrillero sin heridas. Los recursos de los soviets y la aprobación de una parte de la opinión pública internacional le dieron las razones perfectas para usurpar el poder en Cuba, magistralmente solapadas, es a mi juicio el golpe de estado mas “fino” y efectivo en toda la historia de la humanidad.
Así se adueñó de Cuba. Mientras recibía el incuestionable, incontable y “amistoso” subsidio del campo socialista que le permitía, de alguna manera, sostener el país, ponía en práctica sus más disparatados e inefectivos “planes de desarrollo” que definitivamente llevaron a la ruina al país y a los cubanos.
El pueblo poco a poco fue despertando de tanta barbarie, incoherencia e inmovilidad, pero ya era tarde, nos había calado hasta el alma y con nuestra complicidad. Los órganos de impartir el terror estaban sobre nosotros, el poder jurídico, la administración total del país, todo, absolutamente todo, respondía a sus intereses y entonces nos dimos cuenta que de socialismo y comunismo nada, que tenemos sobre nosotros el gobierno más reaccionario, déspota y maldito que ha tenido Cuba durante toda su historia.