Sí. Sí existe la tortura en Cuba. Y mucha. Muchísima. Y lo peor es que existen todos los tipos y formas de torturas, desde las más ridículas y absurdas hasta las más sublimes y sofisticadas. Lo más horroroso y criminal de este tema es que los cubanos somos torturados diariamente, constantemente, pérfidamente y brutalmente, por esa infernal dictadura, a la vista del mundo “democrático” y con la complicidad de quienes dicen ser personas de “bien”.
El problema fundamental es que la mayoría del pueblo cubano, del pueblo humilde de Cuba, no lo sabe y no lo entiende porque desde que abrimos los ojos al mundo somos víctimas de la prepotencia, la incapacidad, el despotismo y el genocidio de la peor dictadura que ha azotado a un país en toda la historia de la humanidad.
A los cubanos nos torturan desde que nacemos y ya es algo tan normal en nuestras vidas que incluso andamos por el mundo libre y cargamos con nosotros las mazmorras, los golpes, los latigazos, los no se puede y la gotica de agua china golpeándonos la frente. Terrible pero cierto.
Pero este es un tema muy serio.
La más grande, más descarada, fascista, sangrienta y brutal tortura que sufrimos los cubanos es la postración en el poder del mismo apellido dominando, a la fuerza, los destinos de todo un pueblo, dando así un vil espaldarazo al sentido de democracia de la nación cubana.
Cuando oímos la palabra tortura enseguida imaginamos un calabozo, una celda, una oficina de Villa Marista o sencillamente un espacio, un pequeño espacio repleto de esbirros de verde olivo golpeando, gritando, amenazando, chantajeando y acusando a todo aquel que ellos consideran un enemigo de la “revolución” o, sencillamente, a cualquier cubano que se considere un ser humano libre.
La existencia de este tipo de aberración del comportamiento está más que demostrada en la Cuba castrista. Según los estudiosos de la lengua castellana TORTURA es todo “Castigo físico o psíquico infligido a una persona con el fin de mortificarla o para que confiese algo.”
Pues bien, posterior al 1 de Enero de 1959, e incluso desde mucho antes también, la élite del castrismo se especializó en torturar físicamente a cientos de miles de cubanos por los más diversos motivos. Torturas horribles infligidas contra seres humanos de las que hay constancia escrita, gráfica y que están en la memoria de muchos hombres, mujeres y familias por mucho que el Fecalón de Birán mintiera descaradamente con respecto a este tema.
Los fusilamientos masivos en La Cabaña, las familias suplicando, los juicios sumarios, los mítines de repudio, las hordas revolucionarias armadas de violencia para matar, los castigos físicos a opositores, la impunidad del régimen, las prisiones injustas, los asesinatos extrajudiciales, los electroshocks indiscriminados, las vejaciones, el escarnio público, la agresión verbal, las acusaciones anónimas, las detenciones violentas y la foto del asesino Che presidiendo los interrogatorios, entre muchísimas más, son ejemplos, más que suficientes, para sentar a estos criminales en un tribunal de justicia por crímenes de lesa humanidad.
Pero también otra definición de TORTURA es: “Pena o sufrimiento, moral o físico, muy intenso y continuado que siente una persona.”
Y es esta, a mi juicio, definitivamente, la definición más exacta para entender que los cubanos somos torturados diariamente por esa cruel, criminal y genocida dictadura implantada en nuestro país en 1959.
Bueno, para empezar, y lo digo por mi propia experiencia, vivir en Cuba, con libreta de abastecimiento, en condiciones de hacinamiento urbano, haciendo colas para adquirir cualquier cosa, trasladarse de un lugar a otro en el “transporte público”, tener que participar en las actividades de “con la revolución todo contra la revolución nada” para parecer un ciudadano políticamente correcto, sufrir los cortes de electricidad, cargar agua en cubos y soportar todas las penurias del socialismo es, amigos míos, una verdadera tortura.
Las torturas que tenemos que soportar en Cuba son muchas, la lista es interminable, dolorosa e insufriblemente larga. Los cubanos, los millones de cubanos nacidos y “vividos” allí saben de qué estoy hablando. La dictadura convirtió, a fuerza de torturar moralmente a la población, la miseria en un pasatiempo revolucionario al que los cubanos inexplicablemente nos adaptamos sin chistar y asumimos una ideología miserable, como lo es el socialismo, para, y esto es lo más ridículo de esta historia, marchar hacia un ideal cuando la única verdad es que estábamos pudriendo la Patria.
¡Triste carajo!
Continuará…
Ricardo Santiago.
Exelente Ricardo Santiago!