El hambre en Cuba o el “sueño de una olla de verano”.



De puro milagro fidel castro no culpó también a William Shakespeare del hambre que pasamos los cubanos si, total, el muy hijo de perra le echaba la culpa a cualquiera, hasta a la madre que lo parió, del desastre que únicamente él ocasionó en Cuba y de la mala vida, repleta de prohibiciones, escaseces, desabastecimientos y racionamientos que nos hizo sufrir a los cubanos.
Dice mi amiga la cínica que Shakespeare se salvó de ser el autor intelectual de nuestras desgracias porque escribía en inglés y, como todo el mundo sabe, el inglés es el “idioma” del enemigo, porque de haberlo hecho en español este gran dramaturgo de la literatura universal se habría ido con sus “buenos” mítines de repudio, con sus respectivos escándalos patrióticos y con los gritos enardecidos e hinchados de revolución chovinista de: “Shakespeare respeta que a Cuba se respeta”.
Y, esto lo digo yo, por suerte Romeo y Julieta no eran comunistas, ni estaban pa’ hacer trabajos voluntarios ni pa’ la gritería esa porque, de lo contrario, habrían tenido que participar en la conga socialista, arrollando calle abajo, atacando a su propio creador con la chusmeria, la violencia, la indecencia, la intolerancia y la improductividad de esos actos, verdaderamente fascistas, de reafirmación revolucionaria y del “subidón” de la moral comunista.
Por cierto, por si ninguno de los que defienden al castrismo se ha dado cuenta, esa gran improductividad, esa enfermiza improductividad, esa “normal” improductividad, esa ya endémica improductividad de la dictadura castrista, aplicada a la cotidianidad en Cuba, es realmente la causa fundamental del desastre económico cubano, no culpen a segundos de lo que ustedes son los primeros.
Pasa que muchos cubanos padecemos de mala memoria, yo mismo, para poner un ejemplo, en cuanto llegué a este exilio y me “atraganté” de cuanto sueño alimentario había tenido en Cuba, olvidé, por un tiempo, el hambre tan tremenda, tan endemoniada, tan persistente y tan enloquecedora que pasamos en aquella isla.
Por suerte mi cerebro y mi “corazón” se impusieron a mi estómago y por vergüenza, por justicia propia y por complicidad con los millones de cubanos que aun viven esa pesadilla dentro de mi país empecé a escribir el Blog Por Eso Me Fui De Cuba. Pero la realidad es que el cubano tiene muchos tipos de hambre, muchísimos, porque desde que nacemos padecemos los racionamientos materiales y espirituales más absurdos que un ser humano se pueda imaginar.
La vida en Cuba el castrismo la ha vuelto complicada, muy complicada. La ha repletado de tantas restricciones, tantas miserias, tantas regulaciones y tantos disparates absurdos que un cubano invierte más tiempo intentando “resolver” que remediando problemas que, en cualquier parte del mundo, tienen soluciones sencillas.
Estoy pensando, por ejemplo, cuando se rompe la olla arrocera, la junta o la máquina del refrigerador, cuando tenemos que preparar la merienda para la escuela, conseguir un poquito de azúcar pa’l café, la leche de los niños después de los siete años, hacer que el salario alcance, poner un plato de comida decente todos los días sobre la mesa, tener un techo para vivir, tener un trabajo adecuado y responsablemente remunerado, poder expresarnos sin temor a ser reprimidos, transportarnos de un lugar a otro, no sufrir de calor y oscuridad todas las noches, tener agua corriente todos los días dentro de las casas, que no nos duela el alma y, sobre todo, que no se nos caiga la cara de vergüenza por decir que vivimos en Cuba.
Nunca olvidaré las risas y las burlas de fidel castro y sus acólitos de la unanimidad del Parlamento castrista cuando mostraron y se mofaron públicamente de ventiladores, ollas de presión, etc, que muchos habían echado a “andar”, ante la falta de recursos y la nula oferta estatal, con las ideas más insospechadas.
A cambio, en su defecto, como trágica respuesta del socialismo, la tiranía comenzó a venderle a los cubanos, a créditos y al “contado”, una mano de efectos electrodomésticos, chinos de China todos, que eran una reverendísima mierda y que a los tres meses se nos rompieron dejándonos con una deuda, externa, interna y eterna de tres pares de c……
Muchos que me leen piensan, e incluso me dicen, que yo exagero sobre la realidad cubana, pero, les puedo asegurar, les puedo jurar, que la vida en mi país es mucho más difícil, para cientos de miles de compatriotas, que las historias, o mis verdades, que cuento en cada escrito.
El hambre del cubano es más grande que el dolor que provoca un estomago vacio, el hambre del cubano está presente en cada aspecto de la vida, de la cotidianidad, del segundo y el minuto que tenemos que respirar porque sencillamente vivimos en un país donde no hay nada, absolutamente nada, con que alimentar ni tan siquiera un sueño.
Por suerte Romeo y Julieta no eran cubanos ni comunistas, de lo contrario habrían muerto de…
Ricardo Santiago.



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