La desvergüenza de Raúl Castro es la miseria de Cuba y los cubanos.



Yo no me explico cómo Raúl Castro, la dictadura castrista, sus castristas de ocasión, sus concubinas peseteras y sus ciber-milicianos divorciados no sienten vergüenza, o al menos un tilín de retraimiento, al defender, con esas caras tan frescas que los caracterizan, a un régimen que ha convertido a un país en un basurero estructural y a su pueblo en tristes fantasmas de una buena película del pasado.
Digo esto porque cualquier ser humano que se respete, que tenga un poquito de sentido común, de dignidad, de principios y algo de decencia en su alma andaría con un cartucho puesto en la cabeza y un palo metido en el c… sí, así como lo digo, porque por culpa de sus malas acciones, su ineptitud, su mediocridad, su incompetencia y su intolerancia, hunda, cualquier cosa que esté bajo su “dominio”, en la más absoluta destrucción y abandono.
Esta idea es aplicable a todos los aspectos de la vida humana. Extensible lo mismo a una persona que tenga a su cuidado una simple mascota, una familia, una empresa o un país entero.
En el caso de Cuba, después del 1 de Enero de 1959, fidel castro se empachó de poder, se robó para siempre la administración del Estado, engañó y manipuló al pueblo e impuso a los cubanos una dictadura que, según él, era del proletariado pero que a la larga la historia demostró que era solo suya y de una parte de su familia.
Y, hablando de dictaduras, es cierto que la de Batista fue una de ellas, es verdad, pero: ¡Cuánta diferencia para el desarrollo económico de nuestro país entre las dictaduras del General Fulgencio Batista y la de fidel castro!
fidel castro se llenó la boca de decir, entre otras miles de sandeces, que la historia lo iba a absolver y que esto y que lo otro. Yo he dicho muchas veces que la historia no absuelve a nadie, que lo hacen los pueblos cuando uno se gana el respeto por cuanto se ha hecho en beneficio de los demás.
En el caso de fidel castro la historia ha demostrado que de absolución nada, que la cantidad de mierda que este fulanejo tiene sobre sus hombros da más para sepultarlo eternamente bajo su propia pestilencia que para que sus seguidores continúen exhibiendo sus porquerías como si todo el daño que le causó a Cuba y a los cubanos fuera cosa de coser y cantar.
Pero lo más terrible, lo más cruel de toda esta historia, es que Raúl Castro persiste en mantener la desvergüenza y la desfachatez del castrismo en un primer plano. Este hombrecillo insulso, mediocre y sin historias se empeña en el descaro compulsivo de su antecesor y se exhibe por el mundo con su cara “muy chula” como si la revolución del desastre que él representa fuera cosa de simples “angelitos” inocentes. Ahora vemos caminar al muy degenerado por la “alfombra roja” en Venezuela, como mariscal de las tierras de ultramar, con banda presidencial y todo, pero sin el cartucho en la cabeza y aquello metido… Una verdadera agresión a la historia y al pueblo venezolano.
Hay que ser muy descarado y muy sinvergüenza para pararse a decir que la revolución castrista es lo mejor que existe cuando el país está físicamente destruido, la infraestructura económica brilla por su ausencia, la producción ni hablar, los besos fueron todos robados y el pueblo, el cubano humilde, el cubano valiente y sencillo sufre la mayor tragedia cotidiana a la que se pueden enfrentar los seres humanos.
Por eso yo siempre digo que puede ser que la historia tampoco absuelva a Fulgencio Batista y a su dictadura, es posible, pero de lo que si estoy seguro es de que Raúl Castro, el castrismo y todos sus pendencieros colgantes de “Babilonia” se están encargando, con las atrocidades que cometen día tras día, de absolver, ellos mismos, a aquel “dictador” que sí supo traerles a los cubanos libertad, prosperidad y desarrollo económico.
Ricardo Santiago.



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