Raúl Castro: Un dictador bajito con una bota rusa… y un tacón Gucci.



Definitivamente los castristas, todos, están hechos a imagen y semejanza de este General de “muchas barras” y algunas estrellas, bueno para nada, tambuchero del pan con queso en saludo al 1er Congreso, que lleva el apellido Castro y que ha extendido la desgracia de Cuba y los cubanos mas allá de la muerte de fidelito, fidelón, antes eras comunista y ahora eres un chicharrón.
Y es que los neo-castristas de estos tiempos, los finos, los intolerantes, los combatientes del ciber espacio no pasarán, el que se tire queda, la revolución es indestructible, el pueblo unido jamás será vencido y la mermelada de toronja no hay quien se la dispare, ahora andan en licras y en puyas porque se han vuelto tan sensibles a las críticas que todo cuanto se les dice los ofenden y enseguida te quieren bloquear, bloquear y bloquear. Esto de las uñas y las pestañas postizas se ha convertido en una verdadera tragedia.
Yo me imagino que esa es la reacción normal de una dictadura que agoniza y que trata por todos los medios de tapar una verdad que les duele, que ya es demasiado grande, enormemente “cierta” y que demuestra que ellos son unos perfectos adictos a la mediocridad, a la brutalidad, a la idiotez y al que no quiere caldo le dan tres tazas.
Porque yo siempre he dicho que eso de las denuncias, de los reportes anónimos, de los bloqueos a quienes piensan diferente, eso es cosa de Raúl Castro, tiene que ser así porque ese triste gusano sin cabeza tiene cara de no hablar de frente, de manifestarse de los hombres por detrás, de formar intrigas cortesanas sobre este o aquel y, sobre todo, de nunca dar el frente a la verdad aunque tenga que arriesgar su propia vida.
Raúl Castro está acostumbrado a que otros le sujeten los pantalones, es decir, este monaguillo viejo, después de decir disparates como el del vasito de leche, jamás le ha explicado al pueblo cubano dónde carajo fue que lo metió, nunca se ha plantado y ha dicho que él es un tronco de mentiroso, un manipulador, un sinvergüenza y que toda la leche de Cuba la quiere para él solito.
Algunos de los ciber-puyeros del castrismo me acusan de ser un irrespetuoso, un envidioso y un gusano resentido que se fue de Cuba por las razones más ridículas que se puedan escuchar, pero lo cierto es que gracias a Dios perdí el miedo, me quité la soga del cuello, las cadenas del alma y hoy me siento con la libertad para decir que ellos, junto con su General de la leche corta’, son una banda de hijos de puta.
El pueblo cubano y la nación cubana necesitan respirar, necesitan aire limpio, precisan de un cambio radical de 360 grados, un vuelco realmente evolutivo de toda esa mierda que hemos vivido en los últimos 60 años con ese ridículo socialismo.
¿Es que cuesta mucho entender esto?
¿Es que es muy difícil entender que los cubanos somos un pueblo sufrido, maltratado, lacerado y abusado por ese régimen de tugurio?
¿Es que no es demasiado evidente la destrucción de un país, de su gente, de su sociedad, de su cultura y de sus valores?
¿Es que no les basta con todo lo que nos han robado, con todo lo que nos han saqueado y con todo lo que les han sustraído a Cuba y a los cubanos?
¿Es que no se conmueven ante el llanto de un niño que tiene hambre y ante la desesperación de una madre que tiene las tetas secas de tanto martirio?
La gendarmería putiflor, libidinosa y cibernética de la dictadura castrista debía sentarse a responder esas preguntas. Si tienen miedo de hacerlo en público les recomiendo que se retiren a los rincones de llorar pero que encuentre las respuestas, yo encontré las mías y les puedo asegurar que la cacareada, manipulada, vociferada y anunciada obra de esa revolución es una gran mentira, un siniestro embuste y una grosera patada a la lógica de vivir, al derecho que tenemos todos los seres humanos a tener una fiesta en paz con su cake, sus refresquitos y muchos, pero muchos bocaditos.
A los castrista, a los del montón, a esos que protagonizan las “batallas” de la dictadura de Raúl Castro con sus escudos de mentiritas y sus espadas de caca etérea les digo que reflexionen, ustedes no son más que carne de cañón lista para ser sacrificada a nombre de una revolución que no existe y que no es otra cosa que un puñado de rateros que tienen los bolsillos repletos con el dinero, el sudor y la sangre de todos nosotros.
Ricardo Santiago.



Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Translate »