Raúl Castro será devorado por sus propias ratas milicianas.



Los seguidores, los adulones, los cómplices y los eunucos descerebrados del castrismo están cada vez más aterrados porque ven que la dictadura de Raúl Castro definitivamente se hunde en el absurdo social, económico y humano que heredó de su felizmente carbonizado hermano y que este bueno para nada se ha empecinado en mantener y en “profundizar” al sesenta y nueve al cuadrado.
Por cierto, uno de esos maniquíes de la cuerda revolucionaria gritó recientemente en un Evento Internacional: “Con Cuba no te metas, con Cuba no te metas…”, y sus quejidos parecían más un “suspiro libidinoso” que una réplica decente y responsable. A este mediocre y oportunista “funcionario-fulano” del régimen no me voy a referir porque me da un asco tremendo.
Pero hay que reconocer que entre todas esas meretrices ideológicas y apandillados del jabón y la pasta’ediente fidelista hay unos cuantos que son inteligentes y que, aunque no lo digan públicamente, están espantados pues visualizan el final del desastre y saben que no encontrarán un lugar en este mundo para escapar y esconderse. Están tan “salpicados” con la mierda castro-dólar-cuc que el hedor y la peste los delataría aunque se metan en los mismísimos agujeros paradisíacos de la Conchinchina celestial.
La inmensa mayoría de estos “yo soy fidel” tienen las manos tan manchadas con la sangre del pueblo cubano que no les queda otra que seguir apuntalando la vieja doctrina del terror, los asesinatos, la represión y la muerte. Se saben, se sienten, fidel está presente…, perdón, un lapsus mitinescus, son culpables y se cagan literalmente en los pantalones porque saben cuál es el castigo que se les aplica a los responsables de delitos de lesa humanidad.
Otros, muchos, muchísimos, los que utilizan la lengua como instrumento de “matar”, no han asesinado directamente pero si han provocado tanto dolor a familias enteras de cubanos que empiezan a camuflar su viperino apéndice y preparan un cambio de casaca intentando encontrar, suplicar y merecer los “perdones que nunca les van a llegar”.
Algunos cantan, escriben, recitan sus poesías patrioteras disimuladas en el amor a la amante amantísima, o pintan sus retratos intentando vender la “sana” imagen de una revolución que viste a sus hijos con uniformes de camaleones traicioneros posando para la “picture” dominguera, sin entender que sólo reproducen el dolor, el sufrimiento, el hambre y la sed de una nación entera.
La zoncera genital ante las atrocidades de las dictaduras nos convierte en culpables, nos hace cómplices aunque nos quedemos inmóviles o miremos hacia otro lado cuando, para poner un repetido ejemplo, una madre se desespera porque no tiene qué darle de comer a sus hijos o no puede calzarlos porque no tiene un trabajo dignamente remunerado.
Todo el daño causado por estos sicarios de la vergüenza tiene que tener consecuencias. No puede quedar impune. Es cierto que no debemos convertir el cadáver de la dictadura y a sus “moradores internos” en venganzas personales o sociales, la justicia, la única, la que responde siempre a la verdad, debe jugar su papel y dictar sentencias justas, acordes a la dimensión de los crímenes cometidos por el “personal” y por los esbirros que apoyaron y apoyan a las infernales bestias de los potreros de Birán.
Estoy cada vez más convencido de que nada ni nadie podrá salvar a los causantes directos e indirectos del horror que nos han provocado en estos largos años de criminal dictadura. Habrá justicia para los miles y miles de cubanos muertos en el estrecho de La Florida intentando escapar de ese invento de socialismo, para los miles de compatriotas fusilados injustamente, para los cientos de miles de encarcelados en prisiones inmundas y en condiciones infrahumanas y para un pueblo que ha vivido por 60 años con el lazo de una asquerosa revolución apretándonos el pescuezo desde que nacemos hasta el día en que “nos vamos” de esta bendita tierra.
El pueblo cubano dejará de ser víctima y construirá su propia democracia. El pueblo cubano, aun con la nobleza que lo caracteriza, tendrá el puño cerrado, firme y aplicará la necesaria justicia sobre cada culpable se meta donde se meta porque a gritos necios, alaridos de milicianos arrepentidos, llantenes de chivaticos contenticos, histerias de funcionarios oportunistas, súplicas de militares pasa hambre, gritos de plañideras del demonio y perretas de zapingos abandonados: OIDOS SORDOS…, solo justicia, la de verdad…
Ricardo Santiago.



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