La izquierda, las armas, la chaquetica verde y el fantasma del castrismo.



Para mí el problema más grave es cómo se mezclan las cosas cuando las personas quieren tener la verdad en sus manos o cuando intentan desmentir a otros porque piensan que los argumentos ajenos son tremenda porquería.
El caso es que, al final de cualquier desentendimiento, los seres humanos, y los cubanos principalmente, nunca nos aceptamos como somos y siempre terminamos los “intercambios de opiniones” en ataques personales, agresiones a la moral, las descalificaciones, las faltas de respeto y el clásico argumento combatiente de: “Tú nunca en Cuba protestaste contra la dictadura…”.
Yo creo que debo ser el único cubano que reconoce públicamente que nunca hizo nada contra la dictadura castrista en Cuba porque tenía miedo. Así de simple. Que si bien no fui militante de nada, aunque sí hacía mis guardias del Comité y algún que otro trabajo voluntario, jamás me integré a organización o grupo contestatario anti castrista porque la sádica represión de las huestes de matar de la tiranía y las prisiones revolucionarias me daban terror. Eso sin contar el daño físico y espiritual que esos malditos infieren a tu familia y a tus hijos cuando te atreves, osas, te lanzas o te arriesgas a contradecir frente a otros la línea “comunista” de un régimen que, a todas vistas, ha hundido a Cuba y a los cubanos en la más absoluta miseria física y espiritual.
Por Eso Me Fui De Cuba.
Y aquí, en este congelado exilio, he decidido contar mis recuerdos, a título muy personal, apoyando con mis “escritos” a todos aquellos que de una u otra manera se enfrentan frontalmente a la dictadura más siniestra de toda la historia de la humanidad y que por desgracia “filosófico-genital” nos tocó a nosotros los cubanos.
Pero bien, a lo que iba, y es a la tremendísima polémica que se ha suscitado en la sociedad norteamericana, y en una buena parte del mundo también, referente a la legalidad de la venta de armas, a la edad permisible para portarlas, a tener un “coco” limpio de frustraciones para acceder a ellas y, lo más importante, a la validez o no de la Segunda Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos.
No me voy a referir a la muchacha de chaqueta verde, banderita cubana y testa rapada porque muchos ya lo han hecho en uno u otro sentido y mi opinión personal, muy personal, es que esta chica, cubana y bisexual como ella misma se autodefine, no es para nada el problema más importante de esta terrible situación.
La opción de adquirir legalmente un arma en los Estados Unidos es un derecho constitucional que tienen sus ciudadanos y que es uno de los logros más grandes, en materia de democracia y civismo, alcanzado por esa sociedad en comparación con otros países del mundo.
Yo siempre digo que el problema en la vida no son los “instrumentos”, las buenaventuras y las tragedias que estos causan son porque detrás de ellos están las buenas o las malas intenciones de quienes los utilizan.
Por eso aquí de lo que se trata es de no atacar al sofá, hay que exigirle cuentas a quienes se sientan o se acuestan en él porque de lo que sí todos estamos seguros, y hablamos el mismo lenguaje, es que queremos, exigimos, que se acaben los tiroteos en las escuelas y en la vida misma porque nadie quiere seguir llorando a víctimas inocentes.
Por otra parte yo digo que intentar cambiar la Constitución de un país, en cualquiera de sus partes, que además tiene una validez de más de doscientos años, me suena a lo mismo que hicieron los Castro en Cuba cuando sustituyeron la Constitución de 1940 por esa mierda de constitución socialista que ha maniatado la existencia de todos los cubanos.
Aquí no se trata de si la derecha o si la izquierda, aquí se trata de que todos nos pongamos las pilas y defendamos al país insignia, nos guste o no, de la democracia en el mundo porque “fuerzas” provenientes del “arroz con chícharo” lo quieren cambiar, transgredir, destruir y sustituir el New York Times por el New Granma Times.
Alguien se puede imaginar al pueblo norteamericano con libreta de abastecimiento.
Una buena parte de la humanidad tiene su pensamiento de izquierda izquié y eso yo lo respeto, es más no me interesa, lo que sí me preocupa mucho es que existan cubanos en el exilio que defiendan a esa izquierda internacional cuando nosotros todos, absolutamente todos, debíamos ser los primeros en salirle al paso a esos pobres espíritus que no saben lo que hacen, y a lo que se exponen, cuando enarbolan las banderas del socialismo.
Ricardo Santiago.



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