Los “jóvenes” cubanos de cara al campo, perdón, a la Cumbre de…



He tratado de contenerme, e incluso pensar en “las guardias del cdr”, en los baches de Cuba donde en uno de ellos se hundió el marido de la China, en este puñetero frio que no se acaba nunca, en las croquetas de sub-productos y hasta en el asco que me provocan el castrismo y los castristas, por tal de no referirme a esta nueva payasada de la dictadura camancolera de La Habana al montar otro denigrante show, esta vez el de un montón de cubanos tirándose de un avión, en un país ajeno, gritando un bulto de sandeces, estupideces, disparates, cochinadas e incoherencias para llamar la atención e intentar demostrar que fidel castro no está muerto y que lo tienen escondi’o, en una cámara secreta de su revolución, pa’ jugar a una ruleta en el güiro y que la maldad no abandone nunca a quienes defienden “a los pobres del mundo y a los esclavos sin pan…”.
¡Di tú!
Mi amiga la cínica, que me conoce bien, me llamó enseguida y me dijo: “Tranquilízate, ten calma, no te dejes provocar, muérdete la lengua que no vale la pena malgastar cartuchos pues se les ve en la cara que son una pandilla de mujeres mal menstruadas y de hombres mal eyaculados por vivir en ese socialismo cagalitroso”.
Pero qué va, no puedo, he visto un material sobre este tema en Despierta Cuba que ma ha estremecido, me ha provocado una enorme vergüenza ajena y me ha hecho dudar, hasta los huesos, sobre ese maniqueo nacionalismo de que cubanos somos todos, cubanos somos con independencia de nuestra forma de pensar, todos nacimos en Cuba, somos cubanos o de Cuba somos.
Mi gran problema es que parece que con los años me he vuelto un poco selectivo, medio melindroso y muy sensible pues si algo me provoca espanto, me desorbita los ojos y me da fuertes dolores bajo vientre es que me comparen o me metan en el mismo saco, por haber nacido en Cuba, donde están esa banda de delincuentes, fronterizos, mal educados, groseros y grita-gritos del castrismo que se “bajaron” en Perú, con el mismo discurso de hace 60 años, a intentar subvertir el orden y la decencia en un país que, ¡vaya usted a saber por qué razón!, les abrió las puertas y permitió que se les colara el veneno en casa.
Si alguien tiene argumentos diferentes a los míos y me los puede transmitir se los agradecería pues preciso encontrar algo de calma en estas turbulentas horas en que “cubanos somos todos”.
Yo digo que el mundo ya debía advertir que el castrismo no es más que una ideología de fuerza, de prepotencia, de agresividad y de intolerancia que actúa con total impunidad porque se aprovecha de la libertad de expresión que existe en otros países para desestabilizar sus democracias, pero que a su vez no pone en práctica en Cuba y mucho menos permite a los cubanos.
Con esa política del “balluceo” se van a donde quiera, a donde ellos piensan que “el pan con bistec es muy barato”, a formar sus mítines de repudio, sus arengas doctrineras, a cantar sus canciones de vanguardia, recitar sus poesías de en el aire las compones, atacar al capitalismo con lemitas infantiles y a coger “un aire” porque el hambre que están pasando en sus comités de bases los tienen medio trastornados al punto de que si les enseñan un Iphone se van de corre-corre pa’ la frontera a coger un turno.
Pero mientras tanto gritan, se desgañitan, crean el caos, agitan banderitas y dicen consignas tan ridículas que muchas personas, con dos dedos de frente, preguntan que si los cubanos están todos locos.
Visualizando el material de Despierta Cuba me di cuenta que el castrismo no ha cambiado la manera de hacer el ridículo y me remontó a la época, por el mismo espíritu “moncadista”, de las brigadas estudiantiles de cara al campo por allá por los años 70s del siglo pasado.
Increíble pero cierto, tienen el mismo entusiasmo “participativo”, la misma euforia vocinglera de quienes íbamos a vencer al imperialismo, el mismo empuja-empuja pa’ salir en la “fotingo fría” y que después nos dijeran “buen trabajo compañeros”, las mismas caras de locos revolucionarios, la misma peste a pata socialista y la misma orfandad espiritual reflejada en los rostros de quienes no saben que los están utilizando como carne de cañón.
Por cierto el marido de la China se cayó en un bache y jamás lo encontraron, nada, cosas que pasan en Cuba socialista con esa maldita revolución…
Ricardo Santiago.



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