Los cubanos con sentido común tenemos que acabar de una buena vez con el mito, porque en la vida real no es más que una farsa, de que la revolución castro-parlante de los parlanchines castro, y valga la redundancia, ofrece “educación gratuita y especializada”.
Para empezar el castrismo no educa, el castrismo instruye, adoctrina y amaestra.
La Historia ha demostrado que el régimen de fidel castro eliminó la educación en Cuba e implantó, para su beneficio propio, un concepto de instrucción donde la “enseñanza” de las letras y las ciencias están muy bien convoyadas con la parafernalia politiquera obligatoria a la que fueron sometidas varias, muchas, muchísimas, generaciones de cubanos.
Esto, dicho en buen criollo, se traduce a que si quieres saber cuánto es dos por cuatro tienes que decir primero patria o muerte, venceremos o si pretendes enterarte en qué termina la “novelita” del loco que se enfrenta el solito a gigantescos molinos de viento debes, segundo: para decir el lema compañeritos, uno, dos y tres…
Quienes hoy pasamos de los cincuenta y desarrollamos toda nuestra instrucción académica en Cuba saben muy bien de qué estoy hablando. A la locura de las ecuaciones, las teorías de los vasos comunicantes, el pasado pluscuamperfecto, la eficiencia del martillo de enderezar cristales, la isla más bella del mundo y sus cayos adyacentes, Tom is a boy, Mary is a girl, la extraña fórmula de la luz brillante o la historia que absuelve, muchos cubanos tuvimos que dispararnos clases de formación militar, debates patrióticos-ideológicos, guardias estudiantiles, jornadas conmemorativas de fulanos y menganos, marchas del pueblo combatientes, trabajos en el campo, actividades “culturales” para apoyar el desastre, muchos minutos de silencio por penosas enfermedades y arengas revolucionarias para elevar la combatividad compañeros que necesitamos cumplir este mes con nuestra cuota de delaciones a los desafectos de la patria, del socialismo y de fidel…
Dice mi amiga la cínica que esta es la razón fundamental por la que muchos cubanos hoy en día andan medio trastornados pues, ante la saturación por tanta fanfarronería fidelista, tantos Cuba sí, yanquis no, pin, pon fuera… o se me cae la trusa, nada más que de oír la palabra castrismo saltan de sus asientos como poseídos por las tristes “virtudes” y se sueltan en malas palabras contra “lo que tanto daño nos hizo”.
Entonces queda claro que la educación en Cuba se terminó en el año 1959 con el traicionero golpe de estado de fidel castro y la implantación de toda esa mierda del manifiesto comunista, del hombre nuevo, de seremos como el che, de pásame la mano por mi barriguita, del carácter socialista de la revolución, de marchando vamos hacia un ideal, si se tiran quedan, los vanguardias de hojalata y el eterno almendrón de la revolución.
Los cubanos nos graduamos de cualquier nivel y no sabemos poner un puñetero acento, los números primos y nombrar el río más caudaloso de Cuba, pero sí somos expertos en gritarle barbaridades a quienes no piensan como nosotros, “partirle” la cara al imperialismo, tomar mucha agua con azúcar, comportarnos como perros rabiosos contra minorías indefensas, agredir con violencia física a los “enemigos” de la patria, proclamar públicamente abajo los derechos humanos, pasar por la oficina a recoger nuestra jabita por servicios prestados y ofendernos como demonios cuando nos dicen que pirulín es cherna y el difunto un asesino.
Lo terrible de todo eso es el “fijador” que tuvo, en muchos de nosotros, la vulgaridad instructiva del régimen castrista. Lo vemos en cubanos que lograron zafarse de ese infierno, marcharse a vivir en libertad, democracia y aun continúan vociferando socialismo o muerte y yo soy fidel como si el pan con jamón sin libreta de racionamiento, poder escoger a un presidente entre diferentes partidos políticos, trabajar y recibir un salario justo acorde con su talento y ver a sus hijos crecer con muchas opciones, no les abra las entendederas y por el contrario se la pasen diciendo que en Cuba vivían mejor. Un tema digno de estudio pues no se concibe que algunas personas sean adictas a que les den patadas por el c…
La grandeza de la democracia se traduce en la potestad que nos otorga a los seres humanos para escoger lo que más nos gusta, lo que más nos conviene, lo que más se acomode a nuestro status y, sobre todo, lo que más se acerque a nuestra forma de pensar sin que tengamos que obedecer ciegamente, so pena de morir en la hoguera de “las revoluciones”, al “partido”, al socialismo y a fidelito, fidelón.
Las democracias educan, no adoctrinan, porque entonces se convertirían en vulgares dictaduras.
Ricardo Santiago.
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