El final del cuento que nos hicieron en 1959, y que muchos no logramos adivinar porque el “desenlace” estaba un “poco” turbio, es que la “famosa” revolución de Juan sin nada no fue otra cosa que una vulgar, criminal, ilegal, tramposa, cobarde y dinástica dictadura que, para “sobrevivir” en ella, los cubanos tendríamos que nadar en un mar profundo de corrupción, chantajes, extorciones e “izquierdasos” nacionales.
En todos los países del mundo existen personas corruptas, oportunistas y ladronas. Estas son características innatas al ser humano y cada cual las pone en práctica, o no, de acuerdo a su conciencia y a su catadura moral.
En Cuba se puede ser todo eso, es decir, se puede ser un perfecto tránsfuga, un ladronzuelo profesional, un malversador de la pinta y la raspadura, un carterista de las emociones ajenas, un danzarín de las corruptelas rococó, un saqueador del erario público nacional y además ser revolucionario y comunista, una mezcla absurda pero cierta, nauseabunda pero real.
Pero: ¿Por qué en Cuba una persona puede ser tantas cosas horribles y vivir con total impunidad?
Pues creo, sin temor a equivocarme, que la respuesta está en la misma dictadura o en los fidelistas por siempre como les guasta a ellos autodenominarse.
fidel castro, para lograr que le apoyaran sus crímenes y sus fanfarronerías, tuvo que privilegiar, durante los más de 50 años en que nos “mordió” la Patria, a un montón de castroidiotas para que les taparan sus crímenes, sus disparates, su desastre y su incompetencia.
Todos esos mequetrefes y esbirros “beneficiados” con la “gracia dictatorial de un carro, una casa y una buena mujer”, le sirvieron en bandeja de plata al bandido de Birán las herramientas para que esa rata deshiciera y destruyera la nación cubana con un entramado de corrupción tan grande, pero tan grande, que los cubanos hoy en día no pueden distinguir entre “rosca” izquierda y rosca derecha.
El castrismo es el máximo responsable de la profunda corrupción social, económica, espiritual y ética que hoy tienen que soportar Cuba y los cubanos.
De niño siempre me pregunté cómo era posible que esos “humildes barbudos”, “aguerridos patriotas”, “desinteresados combatientes” y “antimperialistas consumados”, pudieran vivir en las mansiones de la “apátrida burguesía”, de la misma burguesía a la que ellos, blandiendo las pancartas de la democracia y la justicia social, le confiscaron y le decomisaron arbitraria e ilegalmente todos sus bienes con el fraude de que iban a ser repartidos entre los Juanes sin nada de Marianao.
Yo digo, ahora de grande, que ahí mismo comenzó el gran relajo nacional para los cubanos, la debacle, la indecencia de la patria, el dale al que no te dio y el famosísimo: “a la fiesta de los caramelos no pueden ir los bombones”.
Todos en Cuba, observando que los jerarcas del partido comunista, y los “eternos enamorados” de la revolución del picadillo, roban a las dos manos y viven como verdaderos potentados del potaje con chicharrones y la cerveza de importación, les siguen los pasos y copian ese “ejemplo” aspirando a que la impunidad también se apiade de ellos.
Los escándalos por corrupción en Cuba, durante estos últimos 60 larguísimos años, han sido muchos, de todos los tipos, formas y colores.
Yo siempre digo que si alguien pudiera contabilizar los miles, de miles, de miles de millones de dólares que fueron y son desviados del erario público nacional a las cuentas privadas de fidel castro y sus hijos, de raúl castro y sus hijos, de los mariscales acaramelados del consejo de ministro y sus hijos, de los generales y doctores y sus hijos, de los directores de empresas y hasta para los colchones de bodegueros, carniceros e inspectores estatales y sus hijos, Cuba sería hoy la nación más próspera del mundo y los cubanos nadaríamos en café con leche y tendríamos en cada esquina un puestecito de arroz con pollo y refresco frio pa’ los muchachos.
La corrupción, el oportunismo y el robo son males intrínsecos al socialismo porque son su esencia y su médula espinal. No existe otra sociedad con males tan descarados porque esa ideología es un invento para instrumentar, justificar y legalizar el control total de unos pocos, poquísimos, sobre una multitud enajenada que cree que el dolor de estómago que los está matando es un “virus imperialista” y no el hambre tan tremenda que les impone el socialismo.
La corrupción en Cuba, desgraciadamente, se ha apoderado de la sociedad a todos los niveles y se ha convertido en un medio de vida para sobrevivir a tanta lastimosa, absurda y eterna miseria.
Ricardo Santiago.