La dictadura castro-queseyoqué ha sido, durante estos 60 años de dominio esclavista sobre los cubanos, muy habilidosa a la hora de enjuiciar a quienes se les oponen, o disienten de ella, fabricándoles causas o delitos comunes para no aceptar, ante la opinión pública nacional e internacional, que en Cuba yacen en las cárceles del “socialismo” miles de personas por pensar, manifestarse, criticar o, sencillamente, no estar de acuerdo con un régimen que nos prometió el paraíso, con manzana incluida, pero solo nos trajo un infierno donde hasta el picadillo de claria con mondongo es “repartido” a través de una grosera libreta de racionamiento.
En 60 larguísimos años de dictadura del proletariado, o del proletariado en dictadura, para hablar con propiedad, las cárceles en Cuba se han multiplicado, incluso más que los hospitales, algo increíble en un sistema que dice ser “humanista”, porque la actividad delictiva se ha disparado estratosféricamente por causa de un sistema totalitario que lo controla todo, lo restringe todo, lo penaliza todo, lo disimula todo, lo manipula todo y lo reprime todo, absolutamente todo: “permiso para ir al baño, compañero…”.
Desde el mismísimo 1 de Enero de 1959 el presidio político en Cuba se hizo traicioneramente presente cuando se suponía que el pueblo cubano había apoyado a la “revolución” de fidel castro para, entre otras cosas, acabar con la injusticia de que hombres y mujeres se vieran privados de su libertad por oponerse a las políticas, dictámenes, regulaciones o leyes dictadas por el gobierno de turno.
Pero, paradójicamente, esa revolución del picadillo, que tan “justa” nos hizo creer que era, se hizo ilegalmente con el poder en nuestro país, nos vendió carísimo su falso sentido de justicia a la vez que lo vociferaba a los cuatro vientos, por televisión, cine, prensa escrita, de boca en boca y de “cuadra por cuadra, cuadra por barrio, barrio por pueblo
a la vanguardia va el Comité..”,. hasta la saciedad y la repugnancia, mientras nos convertía, como nación, en uno de los países del mundo con mayor población penal por millones de habitantes.
Triste y vergonzoso pero cierto. En Cuba nadie se salva de cometer delito, ni el más simple de los delitos, porque sencillamente es imposible vivir dentro del marco de las “leyes” socialistas pues para lograr sobrevivir al pandemonio en una sociedad donde dominan el racionamiento, los bajísimos salarios, el desabastecimiento, esta miserable vida que nos tocó, los bombillos fundidos, un aguacate a veinte pesos, los zapatos del niño pa’ la escuela están rotos o la medicina del abuelo para que no se le olvide que por defender el socialismo estamos como estamos, los cubanos tienen que saltar pa’lante y pa’tra constantemente la línea de lo “prohibido” pues en Cuba, quien pretenda vivir dentro de los límites “establecidos” por la dictadura castro-pupuchachá, se muere de inanición, de hambre, de fiebre, de desesperación, de soledad y de locura.
Y es que justamente Cuba con el castrismo y los castristas se ha convertido en eso, en un pandemonio miserable donde todo está “revuelto”, donde predominan el caos, el desorden, la confusión, los ruidos del “sistema” y donde un país que fue la maravilla del Caribe, tristemente es hoy la “capital” del infierno socialista en la que luchan por sobrevivir, salvarse y respirar, la mayoría del pueblo cubano.
En medio de esa mezquina vida, única opción que ofrece la dictadura castrista, muchos hombres y mujeres dignos, valientes, admirables y envidiables, con genitales gigantescos, profundo sentido de amor a la Patria, a la justicia y a la libertad, han decidido romper la inercia que tenemos la mayoría de los cubanos y se enfrentan abiertamente, en protestas pacíficas, en combate desigual, en actos de desobediencia civil, en marchas verdaderamente humanistas y en protestas enérgicas y cívicas, a una tiranía que no escatima recursos, logística, personal inhumano, es decir, esbirros y cuanta mierda tenga a su alcance para reprimir, doblegar o silenciar a estos patriotas que, totalmente indefensos ante el poder de la maquinaria más sangrienta de la historia, nada pueden pues el grado de indefensión que padecen es absolutamente descomunal.
No voy a mencionar nombres pues sería muy injusto olvidar a uno solo de estos cubanos que yacen hoy, o lo hicieron durante esta amarga noche de 60 años, en las mazmorras frías y húmedas de ese régimen genocida. Tampoco olvidar a los miles de fusilados, asesinados, desaparecidos, torturados y muertos en vida por el castrismo, mucho menos a quienes hicieron y hacen lo que yo no hice y que sufren las consecuencias sobre sus cuerpos, sus almas, sus familias y sus sueños para que todos los cubanos tengamos un país donde la justicia, la decencia y el buen juicio vean la luz con larga vida.
¡LIBERTAD PARA TODOS LOS PRESOS POLITICOS Y DE CONCIENCIA!
Ricardo Santiago.
¡Libertad!