¿Ustedes se imaginan a la gran Rita Montaner presidenta de un Comité de Defensa de la Revolución? ¿A Bola de Nieve militante del Partido Comunista? ¿A la genial Celia Cruz miembro de la Federación de Mujeres Cubanas? ¿Al Benny haciendo “guardias revolucionarias” en la casa de la cultura? ¿Al genial Vicentico Valdés desfilando un 1 de Mayo? ¿A la inigualable Olga Guillot dedicándole un concierto a los Castros?
Yo tampoco. Algo así seria “otra vida”, otro mundo u otra realidad incomprensible. Otros grandes artistas cubanos formarían parte de esta enorme lista, disparatada, dolorosa y triste lista. Muchos de ellos prefirieron el desesperante exilio a servir a estos degenerados incluso con su sola presencia. Ninguno claudicó o coqueteó con el régimen castro-comunista de La Habana o sus ideas políticas, con la forma de gobernar a Cuba y mucho menos con el invento de “país comunista” que impusieron, estos desquiciados, en esta parte del mundo.
Después otros, incluso nacidos con la Revolución castro-comunista, tomaron igual camino antes que seguir coexistiendo con estos hijos de puta y continuar siendo explotados, entre otras muchas cosas, espiritualmente: Mike Porcel, Donato Poveda, Xiomara Laugart, Tomas Sánchez, Humberto Castro, Jorge Esquivel, Salvador Blanco, Lily Rentaría y muchos, muchísimos más.
Otros se quedaron en Cuba, hicieron valer su derecho de elección y apostaron su talento y su arte a los cuatreros de Biran y sus “gustos culturales”, decidieron cerrar filas en torno al régimen y, sin querer queriendo, se convirtieron en portavoces de la Revolución castro-comunista y embajadores universales de la miseria, la desesperación y la infelicidad de los cubanos.
Tres casos para mí significativos, tres ejemplos notables de “diplomacia” revolucionaria para resumir la comparsa de los “fidelistas” y no hacerla tan extensa: Alicia Alonso, Pablo Milanés y Silvio Rodríguez.
Para empezar a los tres los excede su talento, ninguno tenía necesidad de formar parte de este diabólico invento y mucho menos defenderlo, salvarlo y justificarlo. Pero para gusto se han hecho los colores, sólo tenemos que ser responsables de nuestra elección y no caer en ambigüedades o medias tintas para estar aquí y allá al mismo tiempo: “el café con azúcar y los chicharrones con sal”.
Recientemente vi sendas entrevistas a Silvio Rodríguez, una realizada en España por Pablo Iglesias (un personaje bien despreciable por cierto) y la otra en La Habana para un programa de la Deutsche Welle.
Silvio Rodríguez indiscutiblemente es un gran poeta y un gran trovador, yo afirmo que uno de los más grandes juglares que ha tenido Cuba y posiblemente uno de los mayores de la lengua hispana. Sus textos son exageradamente hermosos, su poesía divina, la intimidad que logra con quienes escuchan sus canciones es superlativa, pero su persona, su actitud en la vida pública y sus declaraciones sobre el gobierno y la realidad que viven los cubanos lo convierten en un ser despreciable, aborrecible y detestable.
Silvio Rodríguez dice y no dice, se lamenta, habla de errores pero sin mencionar a los culpables directos, defiende posiciones y le echa la culpa a otros, se arrastra entre la mierda y no quiere tener mal olor, se queja, “descubre ahora que los cubanos viven mal”, que Cuba necesita cambios pero no dice cuales, menciona a Hugo Chávez con pasión obviando que lastima al pueblo venezolano y le brillan los ojos de admiración y se le rasga la voz cuando habla de Fidel Castro.
Es su derecho, su soberano derecho, aun con toda esta ambigüedad, tanto él como Pablo Milanés, siguen llenando teatros, vendiendo un montón de discos y otros artistas y mucha gente cantando y repitiendo sus canciones, a Dios lo que es de Dios… Yo ya no, yo prefiero escuchar a la Guillot, a la genial Guarachera de Cuba, a mi Bola y a Bartolomé Moré en uno de sus inolvidables boleros: “Vida, desde que te conocí…”.
Silvio Rodríguez no perdió su unicornio, perdió la guitarra y la poesía ante el pueblo cubano, y aunque sus canciones siguen siendo hermosas, para mí, para mi gusto, ya no es lo mismo, no señor.
Yo pienso igual. Faltó mencionar a Omara Portuondo.
Creo que Silvio ocupó un rollo que no le corresponde pero no logró ser …»lo que simplemente soñó».
Era mucho más sincero en su «Resumen de noticias»….pero tuvo su elección. ….hace años no he escuchado nada nuevo en su repertorio, quizás su «musa» se alejó espantada de tanta incongruencia. ….
No se puede pedir más, a dos personajes como estos, hicieron alguna que otra canción, en un contexto cultural y social, muy favorable para ellos, pues todo los grandes de la música cubana, se fueron del país, ohhh fueron marginados y tirados al olvido, como una bicicleta vieja.
Algunos quedaron y pasaron añosssss, hasta lograr su objetivo final, escapar y así sucesivamente ellos se adueñaron del entorno en lo que a música se refiere, por ser unos buenos y serviles lacayos que se arrodillan aun, ante los pies del Déspota, que le brindó todas las comodidades de escuelas buenas para los hijos, le regaló casas muy cerca a la guarida de el Tiranosaurio y a cambio, tenían que continuar adulando al zatrapa, con sus melodías revolucionarias.
Es tanto el poder que acumularon, que en Cuba solo podía grabar una canción, quien ellos quisieran y dieron tanta lengua y tan bien a esos asesinos, que han sido, desde tiempos inmemoriales de la rovolucion, autorizados a viajar, tener dinero en Dollars, comprar casas en el extranjero y mucho, mucho más.
Así que a quien le van a vender el cuento que ahora son críticos?
Ellos son tan culpables y tan responsables de todosssss los crímenes, ahogados, fusilados, desaparecidos, golpeados y de toda la miseria, angustia y desolación, por la que ha pasado y tenido que sufrir, el pueblo de Cuba.
Silvio y Pablo, son complices criminales, idénticos a los que ejecutaron los desmanes.