El tema es muy serio, desolador, increíble, aterrador y muy triste. Los cubanos vivimos, o mal vivimos, en un país que simula una enorme ruina provocada por miles y miles de bombas lanzadas desde el infinito con malas, pero muy malas intenciones, para causar la mayor destrucción posible en las construcciones, abrir profundos huecos en las calles, hacer los campos de cultivos improductivos, convertir en vestigios prehistóricos las industrias, lograr que desaparezcan los mejores recuerdos y amontonar cadáveres unos sobre otros, como una pira fantasmagórica, hasta que la montaña de mal olor y muerte toque el cielo y los ángeles se retuerzan de dolor, de miedo y de asco ante tamaña destrucción fácilmente evitable.
Porque al final eso es lo único que traen el socialismo, la “mentalidad” de izquierda, las democracias “flojonas”, los partidos progresistas, el café con chícharos y toda esa porquería “moderna” que intenta subvertir el orden natural de la vida e implantar el modelo de “justicia social” que se le escapó al diablo.
Tengo un amigo, Carlos, que me ha pedido que escriba sobre la destrucción, el abandono y la miseria que se ha apoderado de las pequeñas ciudades de Cuba convirtiéndolas en pueblos casi fantasmas, malditos, tristes y donde sus habitantes no tienen otra perspectiva que largarse pa’ donde sople algo de viento con la poca, poquísima esperanza de sobrevivir al desastre que les ha impuesto la revolución del picadillo de fidel castro en el lugar donde nacieron.
El caso es que la dictadura castrista, y esto para nadie es un secreto, solo se preocupa por mantener en buen estado físico las construcciones que son de su interés, o bien porque les reportan el “money” constante y sonante para sus gigantescos bolsillos o bien para utilizarlas como propaganda bullanguera ante el mundo alardeando de que el socialismo es un “paraíso fiscal” donde el muerto al hoyo, el vivo vive del bobo y las minutas de pescado cobran vida y se tiran como “locas” al río…, río, río, río, qué lástima me das…
Yo digo que parte el alma. Quienes hayamos tenido la oportunidad de presenciar con nuestros propios ojos cómo viven los cubanos en esas pequeñas ciudades, pueblitos, bateyes y caseríos, tanto de la capital, como del interior de Cuba, darán fe de mis palabras si es que el nudo en la garganta les permite hacerlo. Porque, de verdad, son crueles las condiciones de vida que tienen estos cientos de miles de cubanos, la malísima alimentación que padecen, el montón de enfermedades que les acechan constantemente por la falta de buena atención sanitaria, la violencia que se apodera de ellos por los elevados índices de consumo de alcohol, estupefacientes y, porque al final, sin buenos remedios para la inteligencia, encuentran en la delincuencia y la maldad la única forma de mantenerse con algo de aire dentro de sus cuerpos.
Yo siempre me pregunto hasta dónde va a llegar el descaro del régimen castrista, de sus defensores y seguidores cuando mienten, cuando tergiversan, cuando ocultan y cuando culpan a otros del desastre que ellos mismos han creado en nuestro país y que, a estas alturas del partido, cuando están perdiendo por goleada, persisten en mantener con la vulgar intensión de hacernos pasar a todos por comemierdas.
La ecuación social en Cuba es bien sencilla de entender, no hace falta ser un erudito del todo por uno para saber que en la mayor de las Antillas la población se ha duplicado en relación con la que existía en 1959 y que, a su vez, en la misma proporción o más, la producción de valores, las importaciones, el desarrollo tecnológico, la industria, la agricultura y todo, absolutamente todo, se ha desplomado hasta ridículos niveles muy difíciles de creer pues resultan demasiado absurdos.
Es decir, hoy Cuba, o mejor dicho, esa parte importante del pueblo cubano que de verdad tiene que “janearse” a pulmón esa mierda de socialismo, a esa criminal dictadura o a ese régimen corrupto, subsisten, sobreviven y “escapan” por obra y gracia de los “milagros del hombre” pues ese sistema ha destruido la base material, los recursos y la producción en nuestro país generando la más grande depauperación, el más escandaloso atraso, la más despiadada involución que han sufrido un país y su pueblo en toda la historia de la humanidad.
Por eso no falta razón cuando decimos que los castristas son unos desvergonzados, unos caras de tabla. Justificar la miseria es siempre la salida de los miserables, combatirla y trabajar por erradicarla es menester de hombres y mujeres que, desde la libertad, la vergüenza y el decoro, se echan a la espalda la tristeza y avanzan arrancando con sus manos el temible marabú que ha “sembrado” el castrismo entre nosotros.
Ricardo Santiago.
Genial tu comentario Justo, un abrazo hermano.
tiene algo de positivo ese socialismocastrismo,en el futuro,luego de ver los milagros de cuba y venezuela,ya sera dificil para los ilusionistas de izquierda,intentar se aplique algo similar,,,,comenzaran a tomar el castrismo como ejemplo de lo que no se debe hacer y hasta el fidel sera repudiado por sus propios comunistas por tan mala propaganda al socialismo,,,,,la maxima seria,,,stalin lo inicio,fidel lo despretigio y maduro lo sepulto