Este es un ejercicio de libre expresión para que participe quien quiera, una aceleración de rabias atragantadas, una catarsis para liberar una buena parte de los tormentos acumulados contra un régimen que nos sacó de quicio la vida entera, que nos estrujó el alma con ensañamiento, alevosía y que nos hizo la vida un yogurt por el solo hecho de nosotros nacer en Cuba y ellos creerse dueños de una nación y su pueblo.
Porque esa es la gran verdad de esta amarga existencia que los “nacidos para vencer y no para ser vencidos” vivimos bajo el yugo castrista. Un tirano déspota, alacrán y un sistema truculento de ordeno y mando que nos tiene como números para restar, que nos utiliza como artículos desechables, que nos convierte en víctimas de sus fechorías, que nos raciona la grosera vida que nos hace vivir mientras ellos disfrutan opíparamente de un mundo muy alejado de los sacrificios, las donaciones, las voluntariedades, las “gratuidades”, los durofríos de la Gallega y el flan sin leche.
El castrismo es la dictadura que, entre todas las dictaduras que ha sufrido la historia de la humanidad, tiene los tentáculos más largos, más soberbios y el ejército de imbéciles baratos más perjudicial, dañino y pernicioso que estrangula la verdad, secuestra la razón, pisotea el sentido común y profana la libertad, la justicia y el honor de toda una nación.
Por eso quiero, también, dar riendas sueltas a mi vergüenza como cubano y enfrentarme al montón de “personajes” que se dedican en las redes sociales a tergiversar, suavizar, edulcorar y falsear la dolorosa realidad que viven Cuba y su pueblo provocando el mayor daño que se nos puede infligir.
Yo siempre digo que la mancomunidad de esbirros cibernautas que tiene el castrismo desperdigados por el mundo para defender lo indefendible, es decir, a la revolución del picadillo, son en realidad tan o más siniestros que la propia dictadura. Esas meretrices ideológicas persisten en sus cochinas “alabanzas” a sabiendas de que mienten y dan una imagen de postalita turística a una “revolución” que nada tiene de humilde, de altruista, de solidaria, de justa y mucho menos, pero muchísimo menos, de revolucionaria.
La peor mentira, la más peligrosa, la más destructiva, es la que se dice cuando todo el mundo conoce la verdad, cuando las personas han comprobado con sus propios ojos que el paraíso que nos prometieron es un infierno donde los seres cubanos pagamos con nuestra propia sangre para sobrevivir a una hostilidad, a un racionamiento y a una represión que llevamos tatuadas en el alma y que no se acaban nunca.
Definitivamente el aparato represor castrista hizo muy bien su trabajo y hoy vemos cómo en las redes sociales individuos sin escrúpulos, descarados y sin dignidad, aparecen y reaparecen como si nada, como si la falta de honor fuera un simple divertimento e insisten en mentir, difamar y calumniar a quienes tratamos de que Cuba sea, otra vez, una Patria linda y orgullosa.
Algunos por oportunismo, otros por inercia, otros por desilusión y la mayoría por un miedo que no tiene límites aceptamos unos tras otros los escarnios de una maquinaria represora que se ha especializado en tupir al mundo con el cuento de la “octava maravilla” cuando en realidad ha sumido a un pueblo entero en la más bochornosa miseria física y espiritual.
Pero, como he dicho muchas veces, la revolución del picadillo envió al exilio, desde el mismísimo 1 de Enero de 1959, a sus “desertores militantes” con el objetivo de edulcorar y falsear la verdad de lo que en realidad vivimos los cubanos. Oleadas sucesivas de testaferros al servicio del aparato propagandístico castro-comunista han sentado sus cuarteles generales en los Estados Unidos, Europa y América Latina para hacer campañas proselitistas a favor de la imagen nauseabunda de fidel castro y de una revolución destructiva que donde quiera que ha llegado ha destrozado sin piedad a la niña y a la señora.
La misión de esos individuos es bien manipuladora y torcida, no llaman a fidel castro dictador, no dicen que en Cuba lo que hay es una tiranía, llaman a ese esperpento revolución cubana, proponen la eliminación del embargo comercial, dicen que los cubanos no pasan hambre, que gozan de libertad, que legalicen la marihuana, que Cuba es una democracia de partido único, que la revolución pa’quí, la revolución pa’llá y que tenemos algunas “cositas” que cambiar pero que en general todo marcha perfectamente bien.
Ni Cuba ni los cubanos seremos libres de esa criminal dictadura mientras existan tipejos que, desde castristas posiciones, simulen que la “quieren” y la “defienden” más.
Ricardo Santiago.