La constitución castrista, un “escaparate de harapos” reflejo de la miseria que se vive en Cuba.



Siempre he dicho que en esto de la “subversión”, de la conspiración, de los teje-manejes, de la politiquería, del agua “bombita” pa’ bañarse, de las actitudes escurridizas y de las zancadillas históricas, los castro-comunistas, los militantes, los delegados, los sub-directores y los especialistas en oler el membrillo ajeno nos llevan 60 años de ventaja.
Un tiempo enorme en el que los castristas aprendieron, se entrenaron y se especializaron en “matar” y dejarte medio vivo, en pegar sin dejar “marcas”, en hacer que te tragues la lengua antes de decir que tienes hambre, en enredarte en un brete vergonzoso, en desprestigiarte sin que sea cierta la calumnia, en inventarte “causas y azahares” pa’ meterte preso y en urdir subrepticiamente, vilmente e inmoralmente, campañas de todo tipo para ellos quedar como “angelitos del cielo” y sus enemigos como la plaga bíblica devoradora de hombres y pueblos enteros.
Por diferentes vías, y utilizando los métodos más antinaturales del mundo, el castrismo ha logrado, y es una verdad irrefutable, crear un extraño, amorfo, enardecido y diabólico ejército de defensores en el que, desgraciada e increíblemente, nos superan en cantidad pues la vida nos demuestra que esa pandilla de depredadores de la lógica humana son mayoría en Cuba, se están haciendo “fuertes” en el exilio y, lo peor, se atreven a hablar en nombre de la comunidad cubana para dar crédito a las sandeces que genera esa dictadura en el país de “nunca, jamás, jamarás, jamón”.
El castrismo, como toda dictadura conocedora de las artes de la transformación estética, perdón, de caras de tabla a caras de concreto, está condicionando la “melcocha” en Cuba para perpetuar eternamente ese régimen antisocial, antinatural, inhumano y despótico a través de un mecanismo monstruoso como lo es el pérfido “invento” de una constitución que nos pone ahora a los cubanos la caña a dos trozos, y no a tres como la teníamos antes.
Como he dicho otras veces Cuba es el único país del mundo que en un lapsus de cuarenta y tres años, es decir, entre 1976 y el 2019, ha “sometido” a referéndum tres Constituciones “socialistas”, como si una mierda de esas no fuera suficiente, y donde una supera a la otra en más restricciones, más control, más ilegalidades, en ser más anticubana y más absurda.
Por desgracia las opiniones de los “teóricos” en cuanto a la validación o no de este viejo, carcomido y descuajeringado “escaparate lleno de harapos”, que es esa constitución, reflejo de la miseria física y espiritual que nos ha tocado vivir a los cubanos por los últimos 60 años de nuestra “socialista” existencia, no convergen en cuanto a votar sí o no, participar y anular la boleta con un contundente HP o, sencillamente, no prestarnos a esta nueva jugarreta del castrismo evidenciando un alto, un altísimo ausentismo popular a esa payasada mefistofélica.
Yo soy del criterio de que cada cual sabe lo que siente, lo que quiere, lo que tiene que defender, lo que tiene que cuidar, lo que es bueno para ellos y sus hijos, lo que más le conviene como individuo y cómo, de aprobarse ese “escaparate” constitucional, convertiría en eternos la miseria del pueblo cubano y los poderes dictatoriales de la familia castro y sus lacayos.
No hay otra, 60 larguísimos años de un país viviendo en agonía demuestran la ineficacia, el desorden, la corrupción y la peste a orine de “carnavales” de un partido comunista, de un poder popular, de un raúl castro, de un díaz canel y de un socialismo que tienen a Cuba irremediablemente podrida, asfixiada, desilusionada y que la única solución para salvarnos es arrasar de la faz de la tierra con el castrismo, con sus estructuras de poder, con sus libretas, sus guiones preconcebidos, su facebook, su twiter, sus muelas y hasta con la madre que los parió.
Para los cubanos tiene, no debe, tiene que quedarnos claros, y debe erigirse en nuestra denuncia permanente ante el mundo, que esa ilegal constitución con minúsculas es la que sentencia el destino de Cuba y de los cubanos, que lo del próximo 24 de Febrero no será otra cosa que un ridículo paripé para hacer creer que son una dictadura “democrática” pues en la vida secreta, en la que no se ve, esa porquería leguleya está escrita, firmada y acuñada desde hace la mar de tiempo.
Debemos enfocar nuestras energías en denunciar constantemente, por todas las vías posibles, la inconstitucionalidad, la ilegalidad y la invalidez de esta nueva estratagema del castrismo para que no sigan matando a los cubanos y para que Dios se apiade de nuestras almas.
Ricardo Santiago.



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