El último discurso del Presidente Trump, Mister President, le soltó la “tripita”, puso a parir, le aflojó las patas, al enorme séquito de truhanes que constituyen el cuerpo de la venenosa, traicionera y cochina serpiente del castro-comunismo en América Latina.
No quedó un solo degenerado que no se sintiera aludido, señalado y sentenciado, empezando por quienes conforman la “cabecita” del bicho en La Habana, pasando por los que le dan “cuerpecito” en Venezuela y Nicaragua y terminando por la colita, con su cascabelito de horror y muerte incluido, sonando traicioneramente en pleno corazón del exilio anticastrista por quienes son responsables de edulcorar los horrores del reptil, en la histórica ciudad de Miami, para engañar al mundo diciendo que el castrismo no es rojo-sangre si no rojo-mermelada de guayaba.
Es natural, quien la debe la teme, el castrismo sabe que la justicia tarda pero llega y que los “espíritus” guardianes de la humanidad van a por ellos para hacerles pagar por las atrocidades, por los crímenes, por los abusos, por las violaciones, por la pudrición y por el desastre que han provocado en muchos países y pueblos de este continente.
El canciller castrista, el bobo del Minrex, salió disparado, alterado e histérico a bailar con las maraquitas del “patriotismo” revolucionario la danza de las justificaciones y ejecutar, con tutú y con “tumbadoras”, los cantos desafinados de una revolución que, lo saben mejor que nadie, terminará de hundirse en su propio estercolero tras la pérdida del petróleo venezolano.
El General de la pamela ni da la cara, cambió su señoril “sombrerón” por una gorrita de pelotero, por si tiene que salir echando, y cuenta sus millones con la última lamparita encendida antes que lleguen los apagones “universales” y el pueblo, ese que en los últimos 60 años de raquítica existencia, perdón, subsistencia, sabe no aguantará porque es demasiado miserable, vergonzoso, humillante y descojonante volver a la era de las cavernas, es decir, a los fidelistas tiempos en que comíamos “bistec” de frazada de piso, “picadillo” de cáscara de plátano, agüita con azúcar pa’ endulzar las penas y nos alumbrábamos con la tenue luz de un pedazo de Luna a la que le robaron los aretes.
Esa es toda la histeria del embudo político del castrismo. Llevan 20 años viviendo a costilla del petróleo chavista sin crear una infraestructura para no ser crudo-dependientes, insuficientes, como hacen muchísimos países que no poseen reservas de ese combustible fósil y sin embargo exhiben impresionantes índices de desarrollo en otros renglones.
La realidad es que el castrismo no aprendió del batacazo ruso, o del ruso batacazo, de los años 90s y, como buena sanguijuela que es, se quedó durmiendo en los laureles, digo, en el marabú, sin tener en cuenta que vivimos tiempos diferentes y que ahora sí que te jodiste comandante.
De Miraflores y su tanda de muñequitos criminales es mejor ni hablar, a esos lo que les va a caer encima es “la maldición del Libertador” por entregar el país, que tanta sangre de venezolanos ilustres costó, a una pandilla de delincuentes extranjeros que destruyeron el suyo, llevaron al pueblo a soportar las condiciones de vida más miserables y son incapaces de producir ni tan siquiera un fosforito para alumbrar por donde camino y no tropezar, caerme y partirme el c…
Es cierto que hoy la región hiede, y no es para menos, la potencia de la maquinaria justiciera avanza sobre los enemigos de quienes adoramos la libertad y la democracia y la peste que emanan los cobardes, los traidores y los culpables se esparce en el aire como una prueba de que el final de los horrores del socialismo está llegando a su fin.
Y tanto es así que la colita de la serpiente se alebresta como “loca” en el exilio y ya saltan los “rebeldes” dormidos enarbolando súplicas piadosas por “castristas inocentes”, por “compatriotas” que no son “culpables” de los atropellos al pueblo venezolano, y por los que debemos reclamar “adiós a las armas” pues ese personal “humanista” no debe caer en la “batalla”.
Yo, con los años, creo que me he vuelto más alérgico, más roñoso, más intransigente y más intolerante contra toda manifestación del veneno y la ponzoña castristas, ya sea desde sus acostumbrados tanques de 50 galones hasta de las sutiles pinceladas que sueltan algunos de esos infiltrados que tenemos entre nosotros cuando tratan de detener un acto tan democráticamente necesario, con la increíble justificación de: no empujen, no empujen que aquí hay médicos, médicos sin medicinas…
Ricardo Santiago.
Gracias Juan, un abrazo hermano.
Ya se les está acabando la obra de teatro mas larga de la historia de nuestro hemisferio, las sanguijuelas castristas se quedaron sin otro cuerpo al qué chuparle los dolares o los recursos, la revolución jinetera cómo la catálogo Almagro se quedó sin Chulo y sin Yumas a los qué ofrecerles sus envejecidas y flacidas mentiras.
Se está al cerrar el telón.
Muy cierto, gracias por tu comentario.
Pero a los asalariados rojos que se pasean por las calles de Miami,como perico por su casa y que todos los conocemos y otros que escondidos como ratas,los apoyan y controlan al exilio,hay que acabar de denunciarlos al FBI,y mover los cordeles con los cubanos americanos que tienen poder,para que presionen,presionen hasta que sean llamados por la justicia,interrogados,cribados y unos a/la cárcel y otros expulsado,por ser agentes encubiertos del enemigo y muchos mintieron al hacer declaraciones falsas en emigración cuando mintiendo lograron burlas las leyes y afincarse en en Estados Unidos como quintacolumnistas y vivir de las las ayudas del gobierno como paraban para esconder trapalerías y negocios propiedad de la plasta roja cubana,hablamos y hablamos,los conocemos a todos,el que fue coronel,el que fue militante del partido, al que te chivateo en Cuba, acabemos de una vez de organizar el aparato que nos ayude a acabar de denunciarlos,denunciar al hijo DE y las hijas DE,que han plantado/negocios con dinero procedente desde el narcotráfico isleño hasta las fortunas amasadas en/Cuba,a costa del robo al pueblo, mientras amigos mios estamos arando/en el mar y toda las palabrerías que decimos,como palabras que son se las lleva el viento.