Yo siempre he pensado que los seres humanos tenemos una “chispita” interna que, cuando nos sale con errores, o muy tonta, permite que toda la mierda del mundo se nos cuele en el interior y nos afecte las “tripas» de pensar, de comer, de ser felices, de ser inteligentes, de ser tolerantes y de ser entes civilizados.
En los últimos años he visto cómo una gran parte de la humanidad, después de ser testigos principales de las catástrofes que causan las ideas, los movimientos, los partidos y los personajillos de izquierda, aun siguen apoyando, compartiendo e impulsando, esas teorías destructivas como si estuvieran empeñados en hacer de este planeta un estercolero gigante, o una letrina muy, pero muy defectuosa, para que las futuras generaciones de terrícolas nos salgan vagos, tarambanas, envidiosos, chivatos, metiches, virulillas, arrastra’os, “porculeros”, lenguilargos, traidores, ratas, esbirros o comunistas.
¡A los seres cubanos que nos pregunten qué significa vivir en un país rodeado de esos indeseables!
Pero bien, mi incredulidad aparte, la realidad es que todos los días vemos a algunos de esos personajes garganta profunda de “proletarios”, incluso en países donde existen democracias fuertes y bien establecidas, alzarse en nombre de igualitarismos, de justicias sociales, de repartición de las riquezas, de “abundancia” socialista, de nacionalismos exacerbados y de odio al imperialismo, lanzar partidos políticos para llevar a cabo un “cambio” y arrastrar a un montón de imbéciles que, creyéndose el cuento de que el “arroz con potaje” les va a caer del cielo, se lanzan a aplaudirlos, a desfilar, a apoyarlos y a ayudar a armar una bomba de tiempo que más temprano que tarde, sin remedio, les explotará en la mismísima cara y los convertirá en unos descarados.
¡Si no me creen pregúntenle a cualquier ser cubano, a cualquiera, qué tiempo nos tomó embarrarnos completicos con esa porquería de socialismo!
Ninguna sociedad moderna puede desarrollarse si acepta establecer como política la doctrina marxista-leninista pues, para poner un solo ejemplo, la propiedad social, sobre la propiedad individual, es el principal indicador para la destrucción de las economías nacionales, del espíritu emprendedor de los pueblos, de la corrupción, el robo, el desfalco de los erarios públicos y de la antipatía por crear valores de consumo pues los regímenes socialistas tienen, como su principal enemigo, a la abundancia, a las comodidades, a la disciplina social, a la oferta por encima de la demanda, a las libertades, a la empresa privada, al enriquecimiento, a la felicidad y a la prosperidad de los pueblos.
¡Pregúntenle a la Gallega que la tenían “seca” con tantas multas por vender durofríos de fresa!
De más está decir que en ningún país donde se puso en práctica el socialismo los estándares de vida se dispararon y la economía alcanzó su máximo esplendor con crecimientos sostenibles del producto interno bruto, de los cucuruchitos de maní y de la leche condensada.
En Cuba, a partir de Enero de 1959, los seres cubanos asistimos a la depauperación de una nación que, gradualmente, fue involucionando como atacada por un virus lento y demoledor que nos carcomió desde el interior de nuestras estructuras sociales, individuales y humanas, hasta dejarnos en lo que somos hoy, un país en fase terminal, con algún que otro “suero caritativo” para alargar nuestra horrible agonía, en manos de una tirania feroz que nos reprime, nos machaca, nos desprecia y nos mata de hambre.
¡No tengan miedo, pregúntenle a los seres cubanos y verán!
Dice mi amiga la cínica que el izquierdismo, como “proyecto de vida”, lo impulsan quienes quieren vivir sin trabajar y acumular fortunas descomunales producto de los “cambalaches” a los que tienen acceso una vez que llegan al poder.
Por cierto, apoyando a mi queridísima amiga, solo diré que en Cuba muchos de los caciques de la revolución del picadillo eran muy humildes antes de 1959 y hoy, ellos y sus familias, viven como millonarios, comen como millonarios y son millonarios con todo lo que se han robado mientras le exigen al pueblo de Cuba sacrificio, más sacrificio, apretarse los cinturones, tragar en seco, austeridad, “confiar en ellos”, gritar socialismo o muerte y comerse a animales en peligro de extinción.
Quien ame a su país no puede desearle el peor de los daños posibles. El mundo sucumbe hoy ante el avance de quienes han “descubierto” que el castro-comunismo, y las ideas de izquierda, son una fuente inagotable de ingresos personales y debemos estar alertas, denunciarlos y combatirlos, para que no lleguen al poder y terminen dándonos pollo por pescado.
¡Que le pregunten a los seres cubanos…!
Ricardo Santiago.