La dictadura castrista es una maquinaria perfecta, engrasada con la sangre de un pueblo entero, ideada para exterminar, por todos los medios posibles, a todos aquellos cubanos que no se dobleguen al régimen comunista o que, sencillamente, no le aporten “dividendos” a ese invento de socialismo que tiene a Cuba marchita, miserable y ruinosa.
Los castristas son unos criminales por derecho y por revés. Se creen con permiso para disponer de la vida ajena porque según ellos lo hacen “defendiendo” la libertad, la justicia social, el progreso y que nadie se les cuele en las kilométricas colas pa’ comprar un amargo pan.
Pero: ¿Qué entienden los castristas por libertad? ¿Alguien puede explicarlo sin que el “discursito” provoque carcajadas?
Hay muchas formas de quitarle la vida a alguien y no necesariamente deteniéndole “las palpitaciones de su corazón”. El secuestro y la prohibición de las libertades individuales y sociales es uno de los mejores ejemplos para medir los latidos-vida de una persona o de una nación. Un ser humano y un país que no tienen libertad de pensamiento actúan como fantasmas, zombis, cadáveres, reflejos en la penumbra o entusiastas cederistas desfilando por la plaza un primero de mayo.
fidel castro fue un asesino confeso. Concluso para sentencia. Un tipo sin escrúpulos que no ocultaba su habilidad para matar y que incluso alardeaba de ella. Un asesino de masas al que la historia, ya que la justicia humana no pudo hacerlo, debe juzgarlo y sentenciarlo como un criminal de guerra, de paz y de revoluciones.
Este matón de mucha monta impuso una salvaje tiranía en Cuba y moldeó un país, y a la mayoría de sus habitantes, a su imagen y semejanza. Convirtió a cada uno de sus cobardes seguidores en partícipes de sus crímenes y los “embarró” con su culpa para que no lo pudieran acusar a él solito, el muy cabrón fue un experto en echarle la culpa a otros y esconderse en matorrales o en casa de maría antonia.
Dicen que, en la vida real, fidel castro era un “pendejo”.
Así como un hombre “tiene muchas hambres” también tiene muchas muertes.
La muerte en vida es la más cruel de todas las formas de matar que tienen los castristas.
Los seres cubanos llevamos una vida injusta, e incluyo también a quienes estamos en el exilio. Vivimos acechados constantemente por el enorme brazo armado de la policía castrista, de un sistema político brutal, depredador, ladrón, asesino y abusador que sólo busca la perpetuidad y no le importan las vidas que arrastre para lograrlo. Por eso siempre digo que los castristas matan de miedo y por miedo.
El miedo es el arma fundamental de la dictadura castro-comunista. La institucionalización del pánico a ser libres es el mecanismo que mantiene vivo al “fidelismo” en nuestra Isla y allende los mares también. Los pesados grilletes de “o eres revolucionario o te jodes”, que nos encasquillaron a los cubanos el 1 de Enero de 1959, son arrastrados por muchos incluso hasta cuando logran largarse de aquel infierno.
Los seres cubanos hemos vivido tanto tiempo aterrorizados por la más cruel y pérfida de las dictaduras que, aunque logremos salir de Cuba, nos llevamos los bolsillos repletos de espantos, de castraciones, mordazas y la imagen del hijo’eputa como una rémora pegada a la conciencia.
Los “fidelistas” matan de hambre para controlar la libertad de pensamiento de los cubanos. Una madre y un padre que tienen que “pugilatear” día tras día para alimentar a sus hijos no tienen tiempo para pensar en los derechos humanos. La escasez de lo básico, es decir, el estómago pega’o al espinazo, en las sociedades totalitarias, es el arma perfecta para reprimir los sueños, las ambiciones y la capacidad de prosperar de las personas.
El adoctrinamiento es el asesinato más brutal y despiadado que comete el castro-fidelismo contra nosotros. El adoctrinamiento comunista es el padre de la doble moral, de la corrupción, de la chivatería, la vagancia y el responsable directo del envenenamiento de la sociedad.
Y la tristeza cubana: ¿Cuántos cubanos, por uno u otro motivo, morimos de tristeza cada día?
Morir de tristeza es una muerte lenta, abrumadora, pesada, insoportable, injusta, inmerecida, maldita e inhumana. Cada cubano lleva consigo su propia tristeza, su dolor y su angustia. Pero en Cuba hay una tristeza generalizada y es la imposición por la fuerza de un régimen totalitario, dinástico y reaccionario que nos ha destrozado la Patria y asesinado, de muchas formas, muchísimas, a millones de seres cubanos sin que, hasta el día de hoy, les podamos hacer justicia.
Ricardo Santiago.