Yo siempre digo que, para hacer una verdadera y sana contrarrevolución, debemos empezar atacando el mal principal que corroe a nuestro país, que mutila la esencia de lo cubano y que degenera el espíritu de libertad de una nación y su pueblo hasta el punto de someterlos a la esclavitud más humillante del cuerpo y del alma.
Porque el demonio en Cuba lleva el apellido castro, con minúsculas, representado en su mayor rango por un General de mentiritas, dueño de historias oscuras, indecentes, déspota, desalmado y formado a la sombra de quien fuera el “inventor” de uno de los regímenes totalitarios mas tiránicos de toda la historia de la humanidad.
Así mismo, ese hijo de fidel cada segundo hace público su lado más sádico, estalinista, asesino de masas, criminal y estúpido al mantenerse con vida, al perpetuar un sistema promotor de desesperanzas, improductivo, represor, corrupto y patrocinador del terrorismo en muchísimas partes del mundo.
Como cubano siento vergüenza, indignación, impotencia y rabia, mucha rabia, porque ese tipejo habla en nombre de Cuba y de los seres cubanos. Y lo hace porque se siente el dueño de nuestro país, la única autoridad para opinar, manifestar y apoyar regímenes abusivos, causas del mal y “gobiernos” antidemocráticos porque él, en sí mismo, es la vergüenza de la vida, la personificación de la muerte y uno de los criminales sin juzgar más connotados de todos los tiempos.
Quiero dejar bien claro, clarísimo, que esa no es la Cuba que yo quiero, es más, ese no es el país con el que deseo se me identifique porque yo nunca apoyaría a dictadores, asesinos y energúmenos que reprimen a los pueblos en nombre de ideologías palanganeras, socialismos inservibles y políticas diarreicas de dictaduras del proletariado.
Este General sin batallas, con su asquerosa menudencia racional, pone el nombre de Cuba, y el de los seres cubanos, en la peor posición ante el mundo por su adicción a la estupidez, a la mediocridad, al terror y a la represión al apoyar a tiranos confesos como los de Nicaragua, Corea del Norte o Venezuela.
Pero esta noticia no es nueva, es la vieja táctica de los partidos comunistas en el poder, e implementada por fidel castro, desde el 1 de Enero de 1959, al involucrar a toda la nación en sus “decisiones” y obligarnos a ser partícipes de sus disparatadas “ideas” para inducir el comprometimiento revolucionario, la ceguera de las masas, el falso internacionalismo, el odio a los americanos y convertir en “multitud” a quienes asienten con sus cabezas, con su sumisa actitud o con su cobarde silencio.
Y es que Cuba, en los últimos 60 años de su existencia, siempre ha estado del lado equivocado de la decencia. No entiendo cómo el mundo no ha entendido esto. No existe causa, sanción, rechazo, crítica o bloqueo contra regímenes dictatoriales, de este planeta, a los que el régimen de los castro no se oponga, reniegue o salten sus obedientes “diplomáticos” a decir que si mariquita uno, mariquita dos, el que no esté escondido se quedó y a vociferar, con la histeria característica de los comunistas, sus rígidos panfletos de las tonterías sociales y sus groseras injurias contra las verdaderas democracias mundiales.
Lo cierto es que el General de la pamela es un asesino en potencia. Probada y documentada la cantidad de cubanos que fusiló sin motivo alguno, o con alguna causa que no merecía la pena de muerte, más otras “acciones” sucedidas en estos años de revolución del picadillo, como el derribo de las avionetas de hermanos al rescate, el fusilamiento de tres jóvenes por el intento de secuestro de una embarcación y el hundimiento del remolcador 13 de Marzo, por sólo citar algunos ejemplos, demuestran que para este tipejo el ejercicio de matar representa sólo un divertimento macabro y una prueba de “hombría” ante sus seguidores y lacayos del relajo revolucionario.
Soy del criterio que la insignificancia de “nuestro” improvisado General, su falta de historia, la ausencia de “hazañas heroicas” en su vida “militar” y, como dice mi amiga la cínica, el carácter dudoso de su virilidad, lo impulsaron a asesinar gratuitamente para intentar ganar “respeto” en la jerarquía de esa mierda de revolución y, sobre todo, convencer a su diabólico hermano de que él también era hombre a to’ y que podía estar a su misma altura, algo que a los seres cubanos nos costó cientos de miles de vidas en vida y en muerte.
Continuará…
Ricardo Santiago.