Porque nos matan. Porque no tenemos vocación de mártires. Porque no queremos “que nos recuerden sin llanto”. Porque tantos años de adoctrinamientos nos formó tremendo enredo en las ideas. Porque no acabamos de entender que los castristas son un puña’ito y nosotros un pueblo entero. Porque muchos aun quieren ser como el che pero “comiendo” chicle. Porque somos más “buenos” que el agua mineral y porque una gran mayoría piensa que, algún día, no muy lejano, regresaran, por sus propios pies, los tiempos del “pan de gloria”.
Hacemos silencio ante los crímenes del régimen castro-comunista porque nos han convencido, de alguna manera, de que “eso” no hay quien lo tumbe ni quien lo arregle. Porque cuando niños nos apuntaban en una lista si hablábamos en clase. Porque hubo uno que gritó viva fidel y los demás de comemierdas le hicimos un coro. Porque nos convertimos en seres cubanos indolentes. Porque olvidamos la frase de al pan, pan, y al vino, vino, pues en Cuba no hay pan, ni hay vino. Porque nos quedamos sin fuerzas de tanto pugilatear la comida pa’ nuestros hijos y porque, según nos enseñaron desde chiquitos, el que calla otorga.
Y también porque aprendimos, a fuerza de vivir en un país dominado, subyugado y esclavizado por dogmatismos, clichés ideológicos, estereotipos de vanguardias y destacados, hombres nuevos-nuevecitos y meretrices revolucionarias, que el silencio parece que te salva la vida, te deja “respirar”, produce desenvolvimiento, impunidad, aunque, en realidad, y eso lo entendemos cuando ya no tiene remedio, te consume por dentro.
Porque “hablar” en Cuba no es tan sencillo como muchos creen. Porque no queremos ser víctimas de nuestra propia lengua. Porque las paredes tienen oídos. Porque no nos gusta meternos en problemas. Porque la maquinaria represiva de la tiranía tiene un “sapo” debajo de cada piedra, detrás de cada ventana y mirando por un “huequito” de la pared. Porque las delaciones están a la una mi mula y a las tres sin café, sin té y sin siquiera un poquito de cocimiento pa’ calmarme los nervios. Porque los hijos de fidel cuando te quieren joder inventan lo que es y lo que no es. Porque el hambre nos tiene sin fuerzas para protestar y porque la policía castrista te hace la vida un yogurt por solo decir que te quieres tomar un vasito, un pequeño vasito, uno chiquitico, con un tincito de yogurt de…
Pero más que todo el silencio de muchos de nosotros es porque tenemos miedo. Porque somos, en ese aspecto, unos cobardes. Porque desarrollamos el “instinto de conservación”. Porque nos dejamos convencer que liberar a Cuba, de las garras del cruel castrismo, es una causa perdida. Porque vimos en qué terminaron muchos que se enfrentaron a los castros y nos dio pánico. Porque no queremos ser encarcelados, torturados, salvajemente golpeados, fusilados, que nos den electroshocks hasta que se nos olvide nuestro nombre, aplastados, borrados del registro de la oficoda, mutilados, señalados y que obliguen a nuestros familiares, a nuestros seres queridos, a sufrir por nosotros decir lo que pensamos.
Porque el castro-comunismo es salvajismo a pulso. Porque son unos asesinos. Porque tienen tanto miedo que se defienden matando. Porque no admiten un criterio diferente, una opinión o un cuestionamiento que les altere el guión de mentiras, falsedades y grandilocuencias que les impuso fidel castro. Porque responden con violencia y mala educación cuando otros se expresan con un lenguaje “coherente” y porque si no es revolución, si no es esa porquería de revolución a la que ya se han acostumbrado, se alteran, se enervan y por la mínima cosa quieren hasta matar.
Porque preferimos largarnos al exilio antes que vivir en aquel infierno. Porque muchos prefieren morir intentando ser libres que vivir en la esclavitud del yo soy fidel o somos continuidad. Porque esa miseria no hay quien se la trague. Porque nos dimos cuenta que en Cuba hay tantos imbéciles adoctrinados que es muy difícil enfrentarse a ese muro de ratas, de cómplices, de envidiosos, de sicarios, de cederistas, de federadas, de pioneros, de militantes, de ladrones, de corruptos y de comunistas. Porque vivir en el exilio es mejor que marcar en la cola del pan y porque el capitalismo no es tan malo, es más, nada que ver con toda la propaganda insidiosa que, desde que abrimos los ojos en la Cuba castrista, nos pegaron en nuestras conciencias como pegatinas o fideladas de “el que no salte es yanqui”.
Ricardo Santiago.
¡Así mismo es!
¡Exacto!
Gracias…