Gracias a la muy buena labor de algunos excelentes amigos he visto en las redes sociales los rostros de esbirros, guarapitos meapostes, sicarios y plañideras comprometidas con la siniestra revolución del picadillo que se dedican a atacar, calumniar y “bembeperrear” desaforadamente a quienes denunciamos, verdad en mano, a la dictadura castrista, los desmanes que cometen, la corrupción, el robo, la represión, la miseria, el hambre nacional y a toda esa pandilla de los yo soy fidel o, mejor dicho, de los yo soy como el aguacate que en la mata me maduro….
Sí, porque, en la vida real, ese engendro de lambiscones castristas aun no tienen bien definido qué carajo son en realidad, o son la imagen viva, “vivita” y muertecita, del cambolo de Santa Ifigenia, o son una partía de imbéciles ejecutando las macabras ordenanzas de un régimen asentado sobre la miseria y la desgracia de millones de cubanos.
Gracias a este grupo importante de amigos, Dios los bendiga, que se han dado a la tarea de desenmascarar tal banda de testaferros ideológicos del castrismo, hoy podemos dibujar el rostro de muchos de esos parásitos que, con la carita de yo no fui que ponen pa’ salir en la película de la revolución del picadillo, le hacen un daño irreparable a Cuba y a los cubanos porque ayudan a perpetuar una tiranía que nos ha podrido la bandera y el alma de nuestra nación.
En la “pasarela” de chivatones he visto de todo, desde imbéciles útiles, porque los pobres no saben la mierda que hablan y su función es solo repetir y repetir las sandeces que les orientan, hasta uno que otro leído y “escribido” a quienes los cursos de economía política del socialismo, o de comunismo científico, le trastornaron las “estrías” del cerebro a tal punto que las mentiras que dicen sobre la “felicidad” en Cuba no se las cree ni la madre que los parió.
Yo siempre he pensado que para ser castrista, reconocerlo públicamente y defender esa revolución totalmente anti-cubana, de muchas muertes y de muchos vencidos, hay que tener un valor del carajo.
Aunque, a decir verdad, la mayoría de estos zombilicianos nacidos después de la mariconada patriotera de fidel castro en 1959, de las amenazas nucleares de 1962, del vergonzoso desastre de la Zafra de 1970, del ilegal partido único en el poder, de la burla a la Constitución cubana de 1940, al cake del día de las madres, a la donación de un día de salario para las milicias de tropas territoriales y a cualquiera de los sonados disparates de la involución castro-comunista, son tipejos, sujetos, marionetas, títeres y muñecones que tienen miedo, mucho, pero muchísimo miedo.
Y esa es la realidad, al castrismo, a la dictadura, al régimen y a la tiranía de los castro, solo se les defiende por oportunismo o por pánico. En este Siglo XXI, en la era de la globalización de la información, de las redes sociales, de los teléfonos inteligentes y de los amigos que ripostan constantemente las mentiras de esos malditos, hay que ser muy comemierda, pero muy recomemierda, para creerse, gratuitamente, que lo que hay en Cuba es una democracia, que se eligen a los mejores y que el pueblo vota mayoritariamente por el socialismo.
Entonces: ¿Qué pasa realmente por la cabeza de estos “defensores” del castrismo para que se presten a hacer tamaño ridículo?
Una verdad ha quedado clara, clarísima, en más de 60 años de revolución picadillera, el socialismo no funciona, no existe, no procede y solo sirve para que unos pocos hijos de fidel se enriquezcan “legalmente” mientras un pueblo entero padece las peores penurias que alguien se pueda imaginar.
Para defender tal engendro de sistema o se tienen muchos intereses “invertidos” en esa industria de la desgracia o se tiene un miedo enorme.
Yo soy del criterio de que la mayoría de estos sujetos se ensucian en los pantalones ante la posibilidad de un cambio en Cuba. No admiten un país racional porque tienen metidas tan adentro las “cuquitas” de fidel y de raúl que aun viviendo en el capitalismo, tocando con sus manos y viendo con sus ojos las profundas diferencias entre un sistema y otro, gritarán espantados viva la revolución o yo soy fidel porque creen que, de no hacerlo, los esbirros de la bestia les van a caer a patadas por el un, dos, tres, qué paso más chévere….
Ricardo Santiago.