fidel castro, un hijo de p… menos con una “revolución” de más.



Yo siempre he dicho que con todo lo que hagamos, digamos, escribamos o gritemos, contra fidel castro, siempre nos quedaremos cortos, corticos, en relación con el tremendo daño que ese degenerado le causó a Cuba y a los seres cubanos.
Por eso no podemos cansarnos, repugnarnos o hastiarnos de humillarlo, de cagarnos literalmente en su “legado”, en su “memoria”, en su estampa porque, si somos un tilín conscientes, sentimos algo de respeto por nuestra historia nacional, veneramos de alguna manera el pensamiento de nuestros Padres Fundadores u honramos a los millones de víctimas de esa maldita revolución, sería como darle ventaja a quienes, en Cuba y en muchas partes del mundo, utilizan la imagen del sátrapa, las mentiras que por más de cincuenta años popularizó y las ridículas historias que la propaganda castro-comunista difunde sobre este hijo de puta, para perpetuar el desastre cubano, crear una punta de lanza contra las democracias mundiales y entrenar a descerebrados dictadorzuelos para que se adueñen de los países donde viven, sometan a pueblos enteros bajo un régimen de esclavitud “socialista” y se conviertan, de la noche a la mañana, en multimillonarios sin disparar ni un chícharo.
Porque al final eso fue lo que hizo fidel castro con Cuba y con los cubanos. Nos vendió un paquete de mentiras, de cuentos, de furtivas trampas en las que muchos, por “cantantes y bailadores”, caímos y, cuando vinimos a reaccionar, cuando nos dimos cuenta que éramos unos desafinados, que teníamos las patas de plomo y que esa porquería de revolución no era la eterna “fiesta” de los trabajadores que nos hicieron creer…, teníamos la mierda al cuello, andábamos con una mano detrás y la otra delante, nos parábamos en firme ante cualquier llamado del partido o del comité, le gritábamos gusanos o escoria a otros compatriotas sin tener razón, nos íbamos a cavar trincheras pa’ escondernos de la bomba atómica, saludábamos al comandante con una mano y nos aguantábamos los calzoncillos con la otra, nos burlábamos del hambre porque nos hacía sentir más revolucionarios y empezamos, un, dos, tres, marchando como obedientes carneritos, de uno en fondo, en una filita bien organizada, a transitar el largo, sinuoso y pestilente camino del socialismo berreando bajito para que la revolución no nos convirtiera en “chilindrón” y nos utilizara pa’ llenarle la barriga al turismo internacional.
Yo recuerdo, hasta donde la memoria me alcanza, que desde muy niño, en la escuela, a los cubanos, nos embutían la revolución del picadillo hasta en los juegos infantiles, nos obligaban a adorar “al comandante en jefe”, incluso, por encima de nuestros padres, nos hacían odiar a todos aquellos que no se parecieran o quisieran ser como el che, nos ponían a recitar patrioteras poesías dedicadas a “mártires y héroes” sobredimensionados y nos sembraron un odio tan grande, tan profundo contra el imperialismo yanqui en nuestros pequeños corazoncitos que, como dice mi amiga la cínica, cuando nos hicimos mayores muchos, muchísimos, emigraron hacia los Estados Unidos pa’ ver si era verdad que el lobo se comió a la Caperucita o a los tres cerditos asados en el “barbiquiú”.
Ahora el castrismo lanza su perorata servil y repugnante para recordarnos que este día trece, mientras más me la…, nació el “invencible”, el indestructible, el domador de leones, la fiera de las cloacas, el hermano del terror de las mujeres casadas, el hombre que nos devolvió la “libertad” a los cubanos y, como muchos saben, utilizan este fatídico acontecimiento, es decir, el nacimiento del diabólico ser que nos ha provocado las peores desgracias, para meter subidones de adrenalina revolucionaria a golpes de pipas de cerveza proletaria, ron a granel de dudosa destilación, pan con pasta de… y orquesticas de la canción “comprometida” sonando a to’ meter unos himnos que dan dolor de cabeza o vulgares “cánticos” para exaltar la chabacanería, la chusmeria y las cochinadas de esa insoportable revolución.
No, a los castro-comunistas no les podemos dar ni un dedo, no podemos permitirles que continúen engañando al mundo con esa basura de fidel seguro a los yanquis dale duro, no podemos dejarles ni el más mínimo espacio para que sigan con sus sucias mentiras, con sus cuentos de la “grandeza” de fidel castro porque, aparte del tremendísimo daño que ya nos causaron a los seres cubanos, hay otros países, otros pueblos, otros inocentes niños, que viven hoy amenazados de sucumbir al cuento del “príncipe” que se enfrentó él solito, y “venció”, al temible dragón de la montaña.
Ricardo Santiago.



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