Quiero empezar este artículo aclarando que yo no soy una persona muy dada en juzgar lo moralmente correcto o incorrecto. Nunca me ha gustado porque creo que enjuiciar a una persona, grupo de ellas, situaciones o expresiones humanas desde el punto de vista de su comportamiento moral es una de las acciones más equivocadas, aberrantes e injustas que se pueden cometer y que nos pueden llevar a caer en el disparate, la falta de respeto y el ridículo.
Pa’ juzgar Dios, decía mi santa madre.
Lo que para Usted está bien, o regular, para muchos puede que este mal o muy mal…
“La moral es un conjunto de normas, valores y creencias existentes y aceptadas en una sociedad que sirven de modelo de conducta y valoración para establecer lo que está bien o está mal.”
Los comunistas inventaron su propio concepto de moralidad, se las agenciaron (a golpes de coacción e intimidación) para hacerle creer a los pueblos que los “valores” que ellos defienden son los “políticamente” correctos y que los “otros”, los de las sociedades de consumo u otras, son un atraso para la creación de un hombre nuevo y de pensamiento superior.
La moral revolucionaria es la moral de la obediencia política, de la sumisión incondicional al líder, de la defensa a ultranza del Gobierno y del Partido comunistas como fuerza directriz de la sociedad, de mantener silencio ante los errores, insuficiencias, desatinos e improductividad de la Revolución y sobre todo asentir afirmativamente, todo el tiempo, ante “la moral suprema del jefe de todos” y repetir y repetir que este es invencible y que no está loco.
Un comunista puede robar en su centro de trabajo, engañar a su esposa, maltratar a sus hijos, emborracharse públicamente, rascarse los huevos frente a mujeres o niñas, pero nunca decir: este gobierno lleva demasiado tiempo en el poder y es inoperante, las políticas económicas del socialismo son un fracaso, la represión policial a la disidencia es una violación de los derechos humanos, no tenemos democracia o simplemente Fidel Castro es un tirano, un incompetente y un dictador.
Los comunistas invierten el tiempo y los recursos de la nación en propagar sus ideas e inventar, a nivel propagandístico solamente, que son la sociedad más justa del mundo y la única donde realmente el hombre puede “ser feliz”.
Los comunistas inventaron el “hablar bajito” cuando uno hace alguna crítica porque algo no está funcionando adecuadamente o cuando nos referimos al líder, su partido o su gobierno. Son los campeones del triple discurso: el que se dice, el que se piensa y el que en realidad se hace. Sus líderes son los mejores exponentes a nivel mundial del: “Haz lo que yo digo y no lo que yo hago” y los promotores fundamentales de la envidia social e individual, la hipocresía en las relaciones humanas y la chivatería traicionera y anónima como medio de subsistencia y de escalar posiciones en el escalafón de la dirigencia partidista.
En fin la mejor definición de moral comunista, si es que existe, es: la doble moral.
He dicho todo esto porque veo la contradicción que tienen los comunistas cubanos cuando, en facebook u otras redes sociales, ripostan públicamente los criterios con los que no están de acuerdo. Si se supone que son el hombre “nuevo y perfecto”: ¿Por qué siempre defienden sus ideas atacando a los demás con ofensas y malas palabras? ¿No se supone que son ejemplo de buena virtud y buenas maneras? ¿Es que el comunismo es en realidad una mala y asquerosa palabra?
A mí me dan risa, aunque reconozco que pueden llegar a ser muy peligrosos, porque como no tienen un concepto de comportamiento moral bien definido son capaces de cometer atrocidades y más si el sátrapa en jefe o sus secuaces se los ordenan o se lo “bajan como una orientación del Partido”.
La moral comunista es falsa, inventada, oportunista, una falacia, una mala palabra mal sonante y maloliente que debemos…